Con motivo de los diálogos de cine organizados por la Filmoteca Vasca y DSS2016, vamos a poder asistir en San Sebastián a un encuentro entre Costa-Gavras e Imanol Uribe. También tendremos la oportuidad de ver varias de sus películas. Un motivo magnífico para recordar quién es Costa-Gavras.

Sus orígenes

Aunque con la nacionalidad francesa desde 1956, Costa-Gavras nació en Grecia, concetamente Loutra Iraias, en 1933. Hijo de un comunista de origen ruso que formó parte del Frente de Liberación Nacional de Grecia en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y de una mujer griega, al nacer le llamaron Konstantinos “sin preguntar si me gustaba o no”, según sus propias palabras. “Además, hubo dos reyes en Grecia que se llamaron así y yo nunca estuve de acuerdo con ellos. Por tanto decidí llamarme simplemente Costas. Más tarde, un accidente gráfico en el cartel de mi primera película, hizo que la «s» final se convirtiera en un guión, y mi nombre se quedó finalmente en Costa-Gavras. Y así me llamo porque uno mismo, si es posible, ha de elegir su propio nombre”.

Los comienzos

A comienzos de los años 50 Costa-Gavras se traslada a París y, después de un breve paso por la Sorbona para estudiar filología, ingresa en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos. Tras curtirse como ayudante de prestigiosos directores como Jacques Demy, Yves Allègret o René Clair, comienza su carrera como director 1965 con Los raíles del crimen, una película tan modesta que algunos actores accedieron a trabajar sin cobrar. Un thriller basado en una novela de Sebastien Japrisot, en el que comenzaría a mostrar algunas características que más tarde definirían su cine, por ejemplo ese sacar a la luz los más oscuros del día a día más cotidiano.

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Rueda su siguiente película al año siguiente, Sobra un hombre (1966), en la que explora la turbiedad moral de una persona aparentemente corriente, con el marco de la resistencia francesa y la ocupación alemana de fondo. Décadas después buscaría similares en El sendero de la traición (1988) o La caja de música (1989), con personajes que, tras una fachada amable, esconden un oscuro pasado racista, genocida u homicida, y otros que deben decidir si actuar en función de los intereses personales y afectivos o hacerlo en base al interés común.

Su consagración con Z

En 1969 llega su consagración con Z, galardonada con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes y nominada a dos Oscar. Con guión de Jorge Semprum adaptando una novela de Vassilis Vassilikos, Z se inspira en el asesinato del diputado de izquierdas Grigoris Lambrakis que la policía pretendió ocultar bajo la apariencia de un accidente automovilístico. La película comienza con un texto que avisa que “cualquier parecido con hechos reales, y personas vivas o muertas, no es accidental. Es INTENCIONADO”. Hay que recordar que, un par de años antes del estreno de la película, en Grecia había triunfado el golpe de estado que trajo consigo la Dictadura de los Coroneles, mientras que la anterior edición del Festival de Cannes no se pudo celebrar en su totalidad debido a las protestas de mayo del 68. En unos tiempos en los que se pensaba que la utopía era posible, unos y otros luchaban para llevarla a cabo o impedirla respectivamente.

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El rodaje de Z fue complicado, se retrasó hasta dos años y se tuvo que trasladar a Argelia. Todos los integrantes de la película tuvieron que rebajar considerablemente sus honorarios; pero el esfuerzo se vio recompensado con numerosos premios (mejor actor y premio del jurado en Cannes, mejor montaje y mejor película en habla no inglesa en los Oscar, galardón que repetiría en los Globos de oro…), éxito de taquilla y una condena de la Junta de Coroneles. Es fácil suponer que no les haría ninguna gracias que en los títulos de crédito saliese una lista de prohibiciones que había impuesto dicha junta militar, como: los movimientos pacifistas, el derecho a huelga, los sindicatos, el pelo largo en los varones, los Beatles o cualquier otro tipo de música moderna y popular, Sófocles, León Tolstoy, Esquilo, escribir que Sócrates era homosexual, Eugène Ionesco, Jean-Paul Sartre, Antón Chéjov, Mark Twain, Samuel Beckett, la sociología, las enciclopedias y la libertad de prensa. También prohibía la letra Z, que aparece garabateada en la última imagen de la película como un recordatorio simbólico de que «el espíritu de la resistencia vive» (en griego clásico, ζει o zei quiere decir «vive»). Z estuvo prohibida hasta 1974 en Grecia y 1976 en España.

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Z es una película con un montaje brillante e ingenioso, con un hábil uso de los flashbacks que conduce a un poderoso clímax final y un ritmo trepidante aderezado por la magnífica banda sonora de Mikis Theodorakis, autor también de la banda sonora de Zorba el griego y apresado y represaliado por las autoridades griegas debido a su alto activismo político. Es cierto que, en ocasiones, Z cae en el maniqueismo y que se puede decir que es más visceral que cerebral, pero esta película protesta surgida de la rabia cumple con su propósito de denunciar la injusticia, remover conciencias y sacar a la luz actitudes y comportamientos que suelen quedar ocultos bajo el miedo.

Un cine comprometido

A partir de ahí el nombre de Costa-Gavras se ha solido asociar con el cine social y de protesta,incluso se le ha etiquetado como cine político. Sus películas casi siempre han tenido una carga de denuncia bastante importante: La confesión (1970) trata sobre las purgas stalinistas; Estado de sitio (1972) es una crítica al imperialismo estadounidense en sudamérica; Sección especial (1974) ponía de relieve el colaboracionismo francés del gobierno de Vichy durante la ocupación Nazi; Desaparecido (1982) vincula a Estados Unidos con el golpe de estado de Augusto Pinochet; Mad City (1997) es una dura crítica al sensacionalismo de los medios de comunicación, mientras que la satírica El pequeño apocalipsis (1992) se ríe de los intelectuales de la izquierda del 68, ahora apoltronados y en lo más alto de la escala social. Dramas, injusticias y comportamientos de antes y de ahora que trataban de poner de relieve la universalidad y atemporalidad de ciertas actitudes y ciertos mecanismos de opresión, más allá de la coyuntura histórica que las envuelve.

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Su última película, El capital (2012), giraba, como no, en torno a la crisis y sus causantes. Porque Costa-Gavras jamás ha dejado de estar comprometido con su tiempo ni ha perdido sus ganas de denunciar, de activar las conciencias y animar a la acción. Por desgracia, no hace falta acudir a sus últimas películas para ver un cine conectado, y mucho, con la realidad actual. Algunas cosas no han cambiado todo lo que deberían…

Filmografía

  • 1965 : Los raíles de la muerte
  • 1966 : Un homme de trop
  • 1969 : Z
  • 1970 : La confesión
  • 1973 : Estado de sitio
  • 1974 : Sección especial
  • 1979 : Clair de femme
  • 1982 : Desaparecido
  • 1983 : Hanna K
  • 1985 : Consejo de familia
  • 1988 : El sendero de la traición
  • 1989 : La caja de música
  • 1991 : Contre l’oubli (segmento Pour Kim Song-man, Corée)
  • 1993 : Un pequeño apocalipsis
  • 1995 : Lumière y compañía codirigido con Lasse Hallström y Abbas Kiarostami; À propos de Nice, la suite (segmento Les Kankobals, codirigido con Catherine Breillat)
  • 1997 : Mad City
  • 2001 : Amen
  • 2005 : La Corporación
  • 2009 : Edén al Oeste
  • 2012 : El Capital, con Gabriel Byrne