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Reseña de la película Paterson de Jim Jarmusch

Llegué a Cannes con el Festival de Cine empezado. Una de las películas ya proyectadas era Paterson y la acogida había sido excepcional. Yo la veía al día siguiente, o esa misma tarde, no recuerdo. Lo que si recuerdo es que leyendo en redes sociales y escuchando en las colas (ah, Cannes) los comentarios de la gente que la había visto, me llamo la atención uno que se repetía varias veces: “quiero vivir en Paterson”.

Paterson es, además del nombre de la última película de Jim Jarmusch, el nombre de su protagonista y el nombre de la ciudad donde transcurre la historia. Así que lo de “vivir en Paterson” daba pie a jugar con el lugar y la película. Yo no tardé en unirme a esa sensación y a querer vivir en Paterson.

Poesía y cotidianidad

Paterson, el protagonista, es un conductor de autobús que en sus ratos libres escribe poesías en un cuaderno que siempre lleva consigo (las poesías que vemos pertenecen en realidad a Ron Padgett) . Todo lo que le rodea, la gente, las cosas, los paisajes, en definitiva la ciudad, es su inspiración. Paterson es un gran admirador de William Carlos Williams, un poeta vinculado al imagismo, un movimiento que mediante el verso libre y el lenguaje coloquial buscaba en la experiencia ordinaria y cotidiana la imagen que querían representar en sus poemas. Huyendo de las metáforas e idealizaciones, totalmente comprometidos con la realidad, buscan las ideas en las cosas mundanas que les rodean.

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Eso es, exactamente lo que hace Jarmusch en Paterson. Una película estructurada como una poesía el la que vemos a Paterson repetir cada día las mismas rutinas -ir a trabajo, sacar al perro, tomar una cerveza en el mismo bar de siempre, enderezar el buzón de la entrada…- mientras Jarmusch va introduciendo pequeñas variaciones entre tanta simetría, una simetría que se ve potenciada por la aparición de múltiples gemelos a lo largo de metraje. Sin un gran conflicto dramático, sólo con la observación del mundo, Jarmusch juega con el ritmo, se detiene en la belleza de los instantes, de las cosas, del día a día más cotidiano. Como los versos de un poema imaginista. Un poema como los que le gustan y escribe Paterson. Uno de esos que, como el mismo dice “no riman al final, pero tiene rimas internas”.

Ternura y cercanía

Otro aspecto de William Carlos Williams del que se ha apropiado Jamusch en esta película es en el uso del leguaje coloquial. Hay ocasiones en las que Jarmusch peca de cierto elitismo o esnobismo, de una cierta superioridad intelectual, por ejemplo en la, por otro lado magnífica, Sólo los amantes sobreviven. En esta ocasión no hay nada de eso. Jarmusch afronta esta película con cercanía y naturalidad. Hay referencias a la poesía, al cine o a la música, pero están no resultan impostadas o un guió sólo entendido por eruditos. Son algo cotidiano que nace del mismo lugar en el que pasan las cosas más mundanas. Algo al alcance de quien quiera estirar la mano.

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Jarmusch articula Paterson, en fondo y forma, en torno a la poesía. Trata a los personajes con respeto y ternura y consigue hacer realistas y creíbles tanto algunas situaciones como algunos personajes algo estrambóticos. También ayuda que Adam Driver (¿que el conductor de autobuses se apellide Driver en la vida real sera otra rima interna, una broma o una coincidencia?) realice un trabajo exquisito alejado de los papeles intensos a los que no tiene acostumbrados. Seguramente para la mayoría sea Kylo Ren, el “nuevo Darth Vader”, para otros sea el novio de Lena Dunham en Girs; pero para mi, para muchos, será el conductor de autobuses que convertía la realidad en poesía, que nos enseñó que Paterson -el día a día- es un buen lugar para vivir.

Paterson

Media Flipesci:
8
Título original:
Director:
Jim Jarmusch
Actores:
Adam Driver,Golshifteh Farahani,Method Man,Kara Hayward
Fecha de estreno:
07/12/2016