El italiano Pablo Virzì, ganador de la Espiga de Oro de Valladolid con su anterior película, Locas de alegría y del Gran Premio del Jurado de Venecia hace 20 años con Ovosodo, ha presentado a concurso su primera película estadounidense The Leisure Seeker, típico producto-fórmula para ganar premios del público. El francés Robert Guédiguian ha presentado en la competición la excesivamente teatral La villa. Fuera de concurso, el estadounidense S. Craig Zahler (Bone Tomahwak) ha confirmado su dominio de la tensión, las atmósferas enfermizas y la utilización de la ultraviolencia con Brawl in Cell Block 99

The Leisure Seeker de Paolo Virzì

Si el problema no es la película. The Leisure Seeker de Paolo Virzì cumple con todo lo que pretendía su director. Y es esperable que también cumpla con los objetivos de sus productores y obtenga unos excelentes resultados de taquilla. Lo llamativo es que a una película-fórmula, que se mueve siempre por terrenos tan trillados y que no se asume ningún riesgo creativo, le hayan hecho un hueco en la competición de un evento que se denomina Mostra Internazionale D’Arte Cinematografica. Porque Leisure Seeker es sobre todo un producto para satisfacer a ese público maduro sobre todo femenino que llena las sesiones de cine verpertinas en medio mundo (las ‘Señoras del Príncipe‘ que cualquier donostiarra conocerá), pero es más complicado entenderlo como arte.

La Leisure Seeker del título es la autocaravana de John y Ella, un matrimonio de jubilados que deciden hacer una última escapada y viajar desde Massachusetts hasta la casa de Hemingway de Key West a lo largo de la Old Route One. Por el camino les ocurrirán toda una serie de encuentros, de anécdotas, de dimes y diretes que conforman The Leisure Seeker. Todo muy amable, simpático y chisposo, pero también superficial.

The Leisure seeker 1

El principal activo de la película son sus dos protagonistas: Donald Sutherland, en el papel John, un profesor de literatura apasionado de Hemingway enfermo de un Alzheimer leve y Helen Mirren, su esposa Ella, que lucha contra el cáncer. Juntos se complementan, él pone el cuerpo, ella la mente y tras decenas de años de vida en común forman un equipo.

La villa, Robert Guédiguian

El veterano director galo Robert Guédiguian debuta en la competición por el León de Oro con La villa, un drama familiar de aires demasiado teatrales, protagonizado por su troupe habitual: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darrousin, Gérard Meylan, Jacques Boudet, Robinson Stévenin y el refuerzo de Anaïs Demoustier.

Y como casi siempre rueda su historia en Marsella o alrededores. Esta vez en Méjean, una pequeña cala que se convierte en el escenario único en el que sus actores recitarán sus textos. Y es que la sensación que uno tiene cuando ve La villa es que la fuente original de la película es una obra de teatro. Y no es así. Pero da la impresión de que Guédiguian se esfuerza desde la escritura, hasta en la puesta en escena y la dirección de actores de dotar a La villa de una teatralidad que le da al film un aire de cine viejuno y de otra época.

La película trata sobre la vuelta de 3 hermanos a la casa familiar cuando su padre sufre un ictus: Armand (Gérard Meylan) se quedó cuidando del negocio familiar, Angèle (Ariane Acaride) es una actriz de éxito que encontrará a su más entusiasta admirador en el mismo pueblo y Joseph (Jean-Pierre Darrousin) , comunista de los de toda la vida, acaba de recibir una cuantiosa indemnización por dejar su trabajo y tiene una relación sentimental con una joven con la mitad de su edad (Anaïs Demoustier). Como es de esperar la reunión de los 3 hermanos hará que surjan los fantasmas del pasado, las viejas rencillas y los reproches de todas las heridas aún abiertas. La villa en algunos momentos recuerda a Las horas del verano, pero la película de Guédiguian en ningún momento alcanza las cotas de calidad cinematrográfica de la Assayas.

La villa 1

Pero a pesar de que la película hable de la vuelta al espacio que compartieron sus protagonistas en su infancia y juventud, se echa de menos que Guédiguian no haga interactuar más a sus personajes con ese espacio. Solamente cuando los tres se embarcan en un juego de ecos con el viaducto que domina la cala, resulta visible esa relación entre el espacio y los personajes.

En la segunda parte de La villa, la película se sale de su ensimismamiento y de ese bucle fraterno, con la aparición de tres niños refugiados, una niña y dos niños, que actúan como eco de los tres protagonistas y que de manera forzada sirven a Guédiguian como elementos detonantes de su final.

Brawl in Cell Block 99, de S. Craig Zahler

Hace un par de años S. Craig Zahler llamó la atención de los cinéfilos con Bone Tomahawk, un western violento con toques fantásticos que se convirtió en película de culto instantáneo. En esta edición del festival veneciano, el director estadounidense ha presentado fuera de concurso Brawl in Cell Block 99, en la que aplica ese tratamiento violento a una excitante mezcla de cine negro y carcelario.

Para ello se apoya en un Vince Vaughn sobresaliente que tira de presencia y carisma en su interpretación de un boxeador retirado que tras perder su trabajo como mecánico, deberá ganarse el sueldo como camello. Completan el reparto Jennifer Carpenter, Don Johnson y Udo Kier.

Brawl in cell block 1

Tras una primera parte de tratamiento más realista en la que priman los elementos de cine negro, Zahler propone una especie de videojuego macabro en el que el protagonista deberá ir superando distintos niveles recurriendo cada vez a mayores dosis de violencia empujado por el amor por su familia. Zahler encierra a su protagonista y a él mismo en pequeños espacios (todo un contraste con los espacios abiertos de Bone Tomahawk), en pequeñas celdas en las que tendrán lugar los encuentros violentos en un crescendo tenso y medido y en el que la rabia de su protagonista se va acumulando hasta la gran traca final. El director estadounidense vuelve a destacar como ya lo hiciera en Bone Tomahawk por su dominio del montaje y del sonido en las secuencias más violentas y en sus pocos remilgos a la hora de mostrar sus efectos. Abstenerse espíritus impresionables.