El año pasado, Ricardo y yo coincidimos más en nuestro ranking e hicimos un documento conjunto pero este año andamos más contraplaneros y no. Aunque, en general, las películas de su top me parecen decentes, algunas no las he situado ni siquiera entre mis 20. Aquí van las mías en estricto orden de mejor a peor. (Las notas que aparecen son las medias Flipesci, no las mías).

Ya es la segunda vez que Ruben Östlund firma la que es, a mi entender, la mejor película del año, como ya ocurriera con Fuerza mayor. Una vez más señala un patetismo en el que quién más, quién menos, se puede identificar. Los hombres, los europeos, la clase media, la gente del mundo del arte, los suecos. El director golpea a todos los colectivos en los que se incluye. Con bisturí y con humor. También es un mensaje entre crítico y esperanzador sobre la desafección. Y por si eso fuera poco, está maravillosamente dirigida, con planos que parecen a las instalaciones artísticas que critica.

Quizá, la película más importante del año. Porque ha puesto el género de terror en primera fila, porque ha sido un éxito de taquilla sin recurrir a fórmulas, por su forma de denunciar el racismo de las pequeñas cosas, por ser una radiografía de cierta sociedad americana. Un guión inteligente y arriesgado. La dirección de Jordan Peele es atrevida con planos memorables. La banda sonora es inesperada. Una evolución que va desde una versión oscura de Los padres de ella hasta el terror más violento.

Esta película es puro dolor. Lynne Ramsay consigue una inmersión completa en la angustia del personaje, que al mismo tiempo, representa algunos males esenciales de la sociedad, el doméstico y el bélico. La transmisión de la violencia y la conexión entre dos almas rotas. Una dirección excelente, con la intensidad que requiere la historia y una banda sonora impecable.

Crudo
7.5

Una mezcla entre una historia de jóvenes en la universidad y un relato de terror caníbal. Y ambas cosas no van por libre. Están íntimamente relacionadas dentro de las emociones de una adolescente que abandona el nido. Pérdida de la inocencia, despertar sexual, emociones no controladas, lucha por encontrar un lugar dentro del juego de la aceptación social. Todo esto contado con escenas poderosas en la que solo es la primera película de su directora, Julia Ducornau.

Madre!
7.6

Madre! es la última locura de Darren Aronofsky. Desarrollada en el interior de una casa, representa toda la historia del mundo, desde un planteamiento bíblico hasta los movimientos sociales del siglo XX. Es una historia de confrontación del ser humano, de los instintos más bajos. Al mismo tiempo es la historia de una pareja, y sus problemas domésticos. Es la historia de la Madre Tierra, del impacto ecológico del ser humano. Es increíble de todo lo que habla el director con tan pocos recursos, desde el surrealismo. Y lo que es más importante, es un derroche audiovisual, de montaje, de planificación, de simbolismo visual. Una bomba. Jennifer Lawrence está tremenda.

Una de las películas más duras del año y que, sin embargo, está concebida casi como una comedia de lo cotidiano. Kenneth Lonnergan vuelve a moverse en ese filo complicado entre el drama y cierto tono indie de relaciones de personajes. Casey Affleck borda un personaje realmente desesperado que va tomando sentido según se nos va desvelando la historia. La película tiene dos secuencias absolutamente demoledoras que brilla sobre un conjunto bien equilibrado.

Una vida, tres historias, un entorno hostil en lo económico pero también en lo afectivo. Y como brotando de la tierra infértil, una flor, una historia delicada, un drama romántico entre droga y armas. Barry Jenkins se luce con este segundo largo, con un delicadeza estética a la altura de la historia. Escenas como la del mar con el chaval en brazos, son como una caricia dentro de una selva urbana.

Cuando parecía que las películas de zombies ya no daban para más, tiene que venir Yeon Sang-ho, un director coreano, a renovar el género. Y es que parece que allí no se han olvidado de contar historias, de crear personajes interesantes, de construir una trama de aventura con emoción. Y tampoco se han olvidado de rodar escenas de acción impecables.

Una locura de argumento de Olivier Assayas. Una mujer que es personal shopper por el día y medium por la noche. Es el estilo habitual del director, con su París en moto, con su fetichismo, con la agilidad del montaje y la naturalidad de los ambientes, que al mismo tiempo representan el interior del personaje. Es una historia sobre el duelo y sobre buscarse a sí misma.

La versión de esta historia que Sofia Coppola lleva a su terreno, construyendo una casa con un ambiente femenino que no tiene nada que envidiar a sus vírgenes suicidas. Complejas relaciones de poder, celos y necesidad.  Y sobre todo, una cuidada estética que convierte a la película en un fresco de época. El aislamiento en la guerra.