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El hombre del norte

The Northman, la tercera película de Robert Eggers es coherente con sus dos primeros trabajos, consolidando una carrera con un estilo marcado y unos intereses por determinados temas. The Northman, como las anteriores, tiene una apuesta formal muy determinada, y, de nuevo, echa mano de la mitología. Pero sobre todo, es la confirmación de una temática en su cine: el horror y la locura fuera de las fronteras de las estructuras sociales sólidas.

La bruja comenzaba con una familia expulsada del asentamiento de colonos puritanos en el nuevo mundo. Se veían obligados a vivir aislados en el bosque, valiéndose por si mismos sin la protección de las leyes y la ética compartida de una sociedad amplia. En El faro, dos hombres están aislados en una isla remota, donde la ley impera muy lejanamente y las normas terminan imponiéndose al capricho del individuo. Eran dos situaciones muy similares en las que el horror y la locura eran consecuencia del viaje hacia lo salvaje. Esta vez, Eggers se ha interesado por el proyecto, entre otras cosas, por la idea de que en el siglo IX un grupo de escandinavos navegaran hasta las tierras remotas y hostiles de Islandia, para iniciar una vida.

“Aparte del poder puro de los paisajes en sí, pensé que el hecho de que la gente navegara aquí en la Edad Media y no muriera es una locura”.
Traducido de esta entrevista.

No es tan diferente de la idea de lo colonos en el nuevo mundo y la isla es solo más grande que la de El faro y con un grupo mayor. Pero las normas, las relaciones de poder, las tradiciones, el sexo y el matrimonio… todo queda a la elección de este pequeño grupo, y en concreto a la de sus cabecillas, que si bien arrastran las leyes, tradiciones y religión de su tierra natal en el Báltico, ahora hay poco que pueda seguir sosteniendo los compromisos sociales.

Esta vez, no solo es el exilio a un lugar inhóspito lo que nos lleva hacia lo salvaje. Eggers también utiliza la imagen salvaje y violenta que tienen los vikingos. Una fama en parte debida a que la historia la escribieron las víctimas de su pillaje, pero ganada a pulso por sus hazañas documentadas y por su propia mitología. Lo plantea casi desde el principio, de una manera bastante explícita, cuando el rey lleva a su hijo a un ritual de iniciación en el que la simbología pasa por comportarse como un perro salvaje. Aunque quizá el efecto más contundente lo tenemos en el saqueo del protagonista en la tierra de los Rus, a una desafortunada aldea que vive con una débil apariencia de defensa pero que cae ante el clásico saqueo rápido -lo que los vikingos llamaban Strandhögg– dando paso a una matanza sanguinaria, a violaciones y a venta de esclavos. Una vez más, una pequeña aldea, sin el soporte de una estructura social grande que pueda imponer la ley, está desamparada ante lo salvaje. El cine de Eggers nos recuerda que sin la protección de la sociedad, todos estamos a un paso del horror. Desgraciadamente, ese saqueo no es tan distinto de lo que vemos hoy no tan lejos de esa aldea, en la invasión de Ucrania. El horror, que decía el coronel Kurtz, también ajeno al imperio de la ley y a la ética compartida.

Uno de los elementos que Eggers usa con más intensidad en sus películas, es el paisaje. En concreto, el paisaje hostil. No es raro, por tanto, que antes mencionara el poder del paisaje de Islandia. El bosque virgen y amenazador de La bruja. La isla perdida de El faro, azotada constantemente por el viento y por el oleaje contra la piedra. Eggers profundiza en el detalle de esos paisajes para dar un contexto emocional a la película y para mostrar cómo el entorno determina en gran parte la manera de vivir y sentir de sus habitantes. Aquí tenemos varios paisajes diferentes, determinados por los capítulos de la historia, en diferentes lugares y distintas estaciones del año. El inicio con un inverno nevado en el que es clave hacerse con una manta. El mar al descubierto de las inclemencias del tiempo para los esclavos que viajan hasta Islandia y quizá no lleguen todos en pie. Y definitivamente, las frías praderas yermas de Islandia, exigentes, hostiles y también bellísimas. Una tierra de aspecto épico que sirve para escenario de las grandes sagas, y a la que Eggers saca todo el partido.

La huida del joven Amleth es contra la cala rocosa más inhóspita, que recuerda a la golpeada costa de la isla de El faro.

Quizá la mayor ambición de este tercer trabajo, con respecto a los otros, es plasmar esta condición salvaje no solo en las condiciones hostiles del lugar o en el aislamiento, sino en la propia actitud de los vikingos y en su mitología belicista. Una destilación de lo salvaje. Como comentaba antes, de forma explícita en el ritual de iniciación, y siendo notable en los enfrentamientos sangrientos. Pero esta no es solo una película pasada de vueltas de sangre y gore, tiene un alma cruel y sangrienta que impregna cada actitud de los personajes, con especial hincapié en un monólogo de una sobrecogedora Nicole Kidman. No todo lo impactante es a golpe de espada. Hay violencia flotando en el ambiente, en cada relación social, incluso amorosa. Hasta el amor más positivo, como el que tienen los dos protagonistas, está íntimamente relacionado con la conspiración violenta. Asistimos incluso a una composición estética a través de la mutilación, como la que hacía el psicópata de La casa de Jack. El arte de la muerte, impregnado por la superstición y la mitología. Una religión belicosa al servicio del miedo. El hombre del norte es una salvajada, esa es la mayor sensación que deja, superficialmente y en profundidad, cuando aparecen los créditos.

La trama es muy reconocible, a través de Hamlet, que es una variación de la historia de Amleth que adapta libremente esta película. La versión que se supone que Shakespeare leyó es una traducción al inglés de la del danés Saxo Grammaticus, en el siglo XIII. Se cree que todas las versiones pueden provenir de un poema islandés del siglo X, lo que nos acerca ya bastante a la época en la que está ambientada, un siglo antes. Del poema, si es que existió, no queda nada. Este misterio que rodea a una época oscura de la que se tiene pocas certezas, lleva a la historia por una mezcla de leyenda fantástica y contexto histórico. Eggers juega con la épica vikinga pero casi siempre deja espacio a una lectura realista. Incluso ofreciendo dos versiones del mismo momento, como con la espada en la tumba. La parte fantástica de ese momento nos puede llevar a Conan el bárbaro. Eggers la señala como una de sus referencias, y dice que el autor del material original, Robert E. Howard, está muy inspirado por la mitología vikinga. Los huecos de la Historia se cubre con leyenda, así que el material de épica fantástica de Conan es perfectamente pertinente. Y no olvidemos que una de las bases de la película de John Milius es el belicismo salvaje de Conan, que en uno de los monólogos más largos del joven Schwarzenegger nos explicaba qué es lo mejor de la vida, a saber: aplastar enemigos, verles destrozados y oír el lamento de sus mujeres.

El hombre del norte

Media Flipesci:
7.3
Título original:
The Northman
Director:
Robert Eggers
Actores:
Alexander Skarsgård, Nicole Kidman, Claes Bang, Ethan Hawke, Anya Taylor-Joy, Gustav Lindh, Elliott Rose
Fecha de estreno:
22/04/2022