Reseña de El agua
El agua es el primer largometraje de Elena López Riera tras una interesantísima y premiada carrera como cortometrajista, siempre en el terreno de la no ficción. Como suele ser habitual en las óperas primas (y también fue así en sus cortos), López Riera ha utilizado lo que mejor conoce para escribir El agua: su pueblo, sus historias, su gente. Sobre todo, sus mujeres. La manera que las tradiciones y las costumbres moldean su carácter y tratan de controlar sus sentimientos y sus cuerpos.
En Orihuela, Alicante, son habituales las riadas. Alrededor del agua y de sus crecidas se ha creado una gran mitología, una literatura oral que va pasando de madres a hijas. Leyendas sobre mujeres poseidas por el agua, mujeres que no controlaron sus sentimientos y su amor y pagaron las consecuencias. Estas historias llegan incluso a las chicas de nuestros días. Chicas como Ana (interpretada de manera notable por Luna Pamiés) con 18 recién cumplidos y quien, junto con sus amigos y amigas, se enfrenta al verano y a lo que vendrá después, la vida adulta. López Riera rueda las conversaciones de la cuadrilla con gran realismo y naturalidad, se nota su experiencia en la no ficción. Los jóvenes beben, hablan, bromean y coquetean con naturalidad, con mucha química dentro del grupo. Es, sin duda, lo mejor de la película, la naturalidad y credibilidad de lo que se ve.
Ana comienza una relación con Jose (Alberto Olmo) y ese primer amor de verano nos servirá para conocer un poco el pasado tanto de ellos, como de sus familias. También el futuro que parece inevitable que les llegue, a fin de cuentas, todo está escrito en las leyendas y las estrellas. Para pegar más la película a la realidad, la directora introduce insertos de mujeres del pueblo hablando sobre las leyendas. Testimonios reales, de nuevo mezclando ficción y no ficción, para recordarnos que esas leyendas son reales, mejor dicho, lo que es real es que existen. Mujeres hablando de esas historias que, de alguna manera, trataban de controlarlas y asustarlas.
También vemos la diferente forma que tienen los hombres del pueblo de enfrentarse a los mismos problemas -el primer amor, el porvenir, la relación paterno filial- con otros condicionantes, otras presiones y otras reacciones. Y menos culpas. Como suele ocurrir, no son ellos quienes acarrean mala fama. López Riera recupera la temática de su corto Los que desean, una carrera de palomos pintados de colores que ganará el palomo que seduzca a la paloma, en realidad el que más tiempo vuele a su lado. Espejo del comportamiento de los dueños de las palomas.
El agua se atasca algo en su segundo tercio, sin llegar a estancarse, pero lejos de la fluidez que tenía la película en sus primeros minutos. Es cuando más se aleja de la realidad para tratar de ser sugerente, incluso fantástica, cuando la película brilla menos. Sin embargo, como suele pasar con el agua, cuando encuentra su camino es imparable y sale con fuerza como ocurre en el tramo final. Imágenes de archivo, grabaciones con el móvil de riadas reales mezcladas con las imágenes de la película desembocan en una escena final con Ana rompiendo la cuarta pared mientras recita un poema recordándonos que esas leyendas son solo leyendas, que ella es la dueña de sus decisiones.