20.000 especies de abejas es el debut en el largo de ficción de Estibaliz Urresola. La cineasta vasca ya se había labrado un prestigio importante con sus cortometrajes, especialmente con Cuerdas (2022) presentado en la Semana de la crítica de Cannes y candidato al Goya. En su ópera prima, Urresola nos presenta una historia sobre la transformación y el autodescubrimiento de una niña de ocho años, y las consecuencias que este proceso tiene en su entorno familiar.
La película se ha presentado en el Festival de Berlín, un empujón notable para una carrera que acaba de empezar y que sirve para alumbrar el primer tramo de una futura trayectoria que se antoja brillante. También confirma el buen momento del cine español y la pujanza de esta nueva generación formada, sobre todo, por mujeres cineastas. Esperemos que no le pesen demasiado las expectativas generadas por el Oso de oro y el éxito de taquilla de Carla Simón con Alcarrás el año pasado. Es probable que no solo lluevan comparaciones y referencias con Alcarrás, también con Verano 1993 de la propia Clara Simón, El Agua de Pilar López Riera, Libertad de Clara Roquet o alguna de esas óperas primas protagonizadas por niñas o adolescentes en entorno rural. Realmente merecería la pena estudiar el origen de esta tendencia.
20.000 especies de abejas cuenta la historia de Cocó, una niña de ocho años a la que toda su familia llama Aitor a pesar de que ella no se identifica con ese nombre. Durante unas vacaciones en el pueblo de su madre -una artista en paro-, junto a su abuela -una viuda beata- y su tía Lourdes -que se dedica a la apicultura-, Cocó empieza a encontrar su espacio provocando que su familia se enfrente a sus dudas y temores.
Aunque la transexualidad de Cocó sea lo que más llame la atención y lo que protagonice la sinopsis, realmente la película gira en torno a la honestidad de las personas consigo mismas. La honestidad en cuanto a la identidad sexual, en cuanto a los comportamientos vitales, afectivos y las consecuencias de las decisiones. Las inquietudes de Cocó serán el detonante para que tres generaciones muy distintas se enfrenten a sus dudas y temores, a sus propias preocupaciones, se podría decir que también identitarias, relacionadas con el trabajo, la vocación, las relaciones afectivas y la gestión emocional de los recuerdos. Seguramente la persona que tenga las ideas más claras sea Cocó y por eso lo más interesante de la película es cómo reaccionan los adultos, el transito que tienen que hacer para cambiar sus miradas, ahí es donde pone el foco Estibaliz Urresola. Ahí radica la riqueza de la película y lo que la diferencia de esa corriente de óperas primas rodadas con niños o adolescentes en terreno rural.
20.000 especies de abejas se ve lastrada en algunos momentos por un exceso de solemnidad y personajes demasiado estereotipados. Al ver el punto de partida de la película es fácil acordarse de los guiones de Celine Sciamma y, si bien Estibaliz Urresola dirige más su mirada a los adultos que la francesa, se echan en falta la energía, la alegría y la luz que aportan las miradas y comportamientos infantiles en esas películas. No se aprecia el verano infantil en la película de Urrusola. Aun así, la película logra momentos realmente emocionantes sobre todo gracias a una magnífica Ane Gabaráin que eleva su papel por encima de sus líneas de guion y las escenas en las que la Cocó interactúa con sus hermanos o amigas. Sofía Otero, la niña actriz potagonista, conquista la pantalla con su emotiva mirada en esas escenas. Por su parte, Patricia López Arnaiz realiza una interpretación en la línea de la que le otorgó multitud de premios, incluyendo el Goya, en Ane. Siempre intensa, siempre pisando el acelerador, incluso en momentos en los que vendría bien un poco más de contención.
La película está rodada en euskera y castellano. Dos idiomas que los personajes usan indistintamente incluso en la misma conversación, de una manera muy creíble, fluida y real. Una decisión que ayuda a dar naturalidad a la película y que no hace tanto hubiera parecido un suicidio comercial -tener que estrenarla con subtítulos-. Un prejuicio que tras el éxito de As Bestas se ha demostrado erróneo.
20.000 especies de abejas se estrena en un momento en el la transexualidad está en el centro del debate público en España después de la aprobación de la llamada Ley Trans por parte del Ministerio de Igualdad. Más allá de valoraciones cinematográficas, enfoques como el de la película de Urresola son importantes porque muestran el tema con sensibilidad y comprensión hacia todas las partes implicadas, incluso hacia aquellas que en un principio no comprenden.