6.5

Hay que reconocerles valor a sus protagonistas Nicole Kidman y Harris Dickinson y a su directora y guionista Halina Reijn (Muerte, muerte, muerte). Tanto como a sus personajes. Pero meterse en pleno 2024 a hacer un thriller erótico sexy sobre juegos de poder, seducción y consentimiento en el entorno laboral no parece la opción más fácil y cómoda.  Pero también es hora de aportar la visión femenina a los thriller eróticos de los 80 y los 90. Porque por momentos, Babygirl ya sea por alguna característica de sus personajes o la relación entre ellos o por algún elemento de la trama, recuerda a Atracción Fatal, a Acoso, a Instinto Básico o a La pianista de Michael Haneke. E incluso no yéndonos hasta tan atrás en el tiempo a la trilogía de Las cincuenta sombras. Pero en Babygirl todo está visto desde una perspectiva femenina post Me Too, sin necesidad de machismos, ni golpes de efecto, sin considerar el deseo como algo perjudicial, ni el sexo como algo negativo.

Babygirl empieza y termina con sendos orgasmos. Lo primero que muestra Reijn en Babygirl es un primerísimo plano de una mujer mientras tiene relaciones sexuales con un hombre. Lo segundo, el indicio de que algo en esa relación no va bien.

La mujer es Romy (Nicole Kidman), la consejera delegada de una empresa puntera de robótica, casada con Jacob (Antonio Banderas), un director de teatro, y madre de dos hijas adolescentes. Una mujer que aparentemente ha triunfado en la vida. Su empresa ha decidido dar un giro a su política de recursos humanos y extender hasta la alta dirección, incluida la consejera delegada, las dinámicas de mentorización del nuevo personal con el objetivo de captar y mantener el talento en la empresa. Esto también suena muy 2024. Uno de estos nuevos trabajadores, es Samuel (Harris Dickinson), un becario joven y atractivo, algo descarado y con gran seguridad en sí mismo, asignado precisamente a Romy para que lo ayude a dar los primeros pasos en la empresa. Pero lo que empieza como una relación a regañadientes, pronto se transforma en una atracción turbia y perturbadora basada en un peligroso juego de seducción y de poder. Unas dinámicas de poder que a pesar de la diferencia en la jerarquía de la empresa, resultan cambiantes y en las que el consentimiento en el sexo acaba siendo condicionado, o al menos no tan libre como debería, y en la que el sexo puede pasar de ser un deseo a una conveniencia casi obligada. Un juego en el que los papeles de seductor y seducido van cambiando y en el que la seducción parece una labor de equipo.

Rodada con ritmo ágil y con una mayoría de planos medios o primeros planos, Babygirl consigue a la vez ser tensa e intensa y tratar un tema tan delicado como el de las relaciones sexuales en el entorno laboral con sensibilidad e inteligencia. Las secuencias de sexo de Babygirl transmiten intimidad, no buscan un exhibicionismo gratuito. Funciona como un thriller sin necesidad de golpes de efecto o retorcidos giros de guion. Y plantea una interesante reflexión en torno a las dinámicas de poder en el entorno laboral llevadas en este caso a las relaciones sexuales y al consentimiento.

Uno de los grandes aciertos de Babygirl es la elección de su pareja protagonista. Por un lado, Nicole Kidman transmite a la perfección el aura de mujer atractiva, madura, esposa perfecta en un matrimonio aparentemente ejemplar, madre ideal y triunfadora en los negocios, pero en crisis personal. Y por otro, Harris Dickinson, capaz de ser atractivo y sexy como para ser objeto de deseo y de transmitir una inteligencia y seguridad en sí mismo como para gestionar una situación tan compleja como la que provoca, pero sin perder cierto aspecto de inocencia y hasta infantil que lo convierten en alguien confiable.

Babygirl

Media Flipesci:
6.8
Título original:
Director:
Halina Reijn
Actores:
Nicole Kidman, Antonio Banderas, Harris Dickinson, Sophie Wilde, John Cenatiempo, Leslie Silva, Anoop Desai