Inaugura Horizontes Latinos y podría haber sido un tostón. Una actriz paseando por paisajes campestres de Puerto Williams sin nada que hacer porque se ha retrasado el rodaje que le ha llevado hasta allí. Esa es la premisa de Cuando las nubes ocultan la sombra, la nueva película de José Luis Torres Leiva (Vendrá la muerte y tendrá tus ojos).
Ciertamente, la trama no ofrece mucho más, pero entre las conversaciones intrascendentes -o mejor dicho, cotidianas, que no es lo mismo- se cuelan conversaciones a corazón abierto sobre la vida y la muerte. Personas que se sinceran en un viaje de coche, o en barco, o en un paisaje campestre. Esta es una película tranquila, mecida por las olas -que se nos dicen que pueden ser bellas pero también letales- y por el viento. Una de esa obras en las que el paisaje es esencial. Es una película curativa, como la curandera que aparece y su saber se basa en dos pilares: escuchar y reconfortar desde la calma. Un lugar tranquilo en el fin del mundo en el que a veces es necesario pararse y mirar el paisaje para mirarse hacia dentro.
Por otra parte, aunque muchas de las conversaciones son, como decía, cotidianas, el lugar no lo es. Puerto Williams es la población más al sur del planeta (dejando a un lado los asentamientos en la Antártida), y es un pueblo pequeño con las dificultades un lugar tan recóndito y con la convivencia con la comunidad Yagan. Es por esto que cualquier conversación, aunque parezca intrascendente, mantiene el interés. Se podría decir que es un poco la versión austral de Doctor en Alaska.
Una película pequeñita pero con alma que te deja con ganas de coger ese barco y desconectar de todo. Al menos, la película nos ayuda a ello durante un rato.