7.5

Robot salvaje es una película para toda la familia. No, en serio, sí que lo es. Normalmente se usa esta expresión para cine que solo verías por los niños. En el mejor de los casos, se usa con la fórmula Pixar que mezcla con calzador contenido para adultos con concesiones a los niños. Robot salvaje, la última película de animación de Dreamworks, es una película que pueden entender y disfrutar los niños y los mayores.

Para los niños hay unas divertidas peripecias a todo ritmo, con animalitos, un robot, patitos feos que no tienen amigos ni mamá, aventuras, peligros y superación. A todo color. Para los mayores hay temas como la maternidad por obligación, el nido vacío, la alienación de la tecnología, la rebelión contra el sistema y algunas reflexiones interesantes sobre las dualidades mente-cuerpo, raciocinio-instinto y la identidad o empatía. Aunque lo cierto es que los adultos también pueden emocionarse con las peripecias del ganso alicorto y los niños algo van entendiendo de las otras cuestiones, no les subestimemos.

Con el avance de la IA están más vigente que nunca las reflexiones éticas sobre la esencia de la mente -si se quiere, el alma-, el libre albedrío y demás cuestiones que por otra parte siempre han tenido relevancia. De hecho, el avance es tal que la comprensión psicológica del robot está ya por debajo de los modelos de lenguaje actual. Por ejemplo, ChatGPT entendería perfectamente el valor terapéutico de un cuento y no tendría problema en crear uno, incluso con tema específico. Probadlo. Es curioso que durante mucho tiempo hemos creído -y en esta película aún es así- que el problema de las máquinas sería imaginar historias y precisamente lo que pasa ahora es que los modelos a veces se inventan cosas.

La película plantea varias cuestiones sobre la personalidad. Por un lado, establece una analogía entre la programación del robot y nuestros instintos animales. Por algo es una fábula sobre la confrontación entre máquina y animal. Si negamos el libre albedrío de un robot por el hecho de que esté programado, también tendremos que plantearnos lo que afecta a nuestra voluntad nuestra parte animal, que no deja de ser una programación genética. Al mismo tiempo, si descontextualizamos a un individuo del entorno para el que está condicionado, este condicionamiento puede invalidarse. El robot es una herramienta doméstica, tremendamente potente pero aparentemente inútil en terreno salvaje. De ahí las primeras situaciones absurdas en las que el Robot pretende dar servicio y pone pegatinas que han perdido cualquier significado. Aunque la historia se centra el aprendizaje del pequeño ganso, la evolución que realmente importa es la del propio robot que tiene que entender las normas de un entorno no domesticado y cuál debería ser su función aquí. Esta descontextualización rompe con su programación de resolver tareas impuestas por otros y necesita encontrar su propia voluntad. De herramienta a individuo. Lo más interesante es que esto derive del estudio racional -como le ocurría a Hildegart en La virgen roja– en lugar de un instinto programado, porque eso le hace poner en duda cualquier convención social, tanto dentro de la isla como fuera de ella. Una película para niños que fomenta el espíritu crítico, cuestionar lo establecido y la tradición, mientras Pixar vende panfletos de conformismo conservador como Coco. Esta invitación a la rebeldía no sorprende en esa nota discordante que fue Chris Sanders en Disney con su fresca Lilo y Stitch.

Que la empatía se presente como una propiedad emergente de un sistema racional es una idea que no es ni mucho menos nueva -de hecho es habitual en el género- pero siempre resulta interesante. En este sentido, el planteamiento me parece muy comparable al de Under the Skin, donde también aparece un personaje fuera de contexto que en principio no tiene implementada la empatía pero que es capaz de llegar a ella a través de la mera observación racional o, si se quiere, del aprendizaje. Esto también está relacionado con que el ser humano es el único animal que se domestica así mismo y que, por tanto, obtiene propiedades nuevas que no aparecían en lo salvaje. Como suele ser habitual en el cine sobre IA, la identidad es un tema importante. “Un nombre sin números”. Tanto es así que en este sentido, la película acaba exactamente igual que la obra maestra del género, Robocop.

Una película emocionante a varios niveles, estéticamente notable, muy entretenida, con un ritmo imparable, y que da qué pensar. Resulta un soplo de aire fresco dentro de ese modelo rancio del mainstream de animación que poco a poco va sucumbiendo a propuestas más atrevidas como esta, Las tortugas ninja o Spider-verse.

Robot salvaje

Media Flipesci:
7.5
Título original:
The Wild Robot
Director:
Chris Sanders
Actores:
Lupita Nyong'o, Pedro Pascal, Kit Connor, Bill Nighy, Stephanie Hsu, Matt Berry, Ving Rhames
Fecha de estreno:
11/10/2024