7.5

Reseña de Die My Love, de Lynne Ramsay

Lynne Ramsay vuelve a competir en Cannes, donde ya estuvo con We Need to Talk About Kevin y You Were Never Really Here, además de haber pasado por el certamen con varios de sus cortos y otros trabajos en diferentes secciones. Die My Love tiene un origen curioso: fue Martin Scorsese quien leyó la novela homónima de Ariana Harwicz, pensó en Jennifer Lawrence como protagonista y le pasó la idea. Esta pensó en Lynne Ramsay como directora y el proyecto echó a andar. Ramsay hizo suya la historia, cambió el contexto rural francés por los paisajes Montana y convirtió la novela –un largo y visceral monólogo a borbotones– en una inmersión sensorial en la mente rota de su protagonista.

La película arranca con Jennifer Lawrence en trance, acelera y ya no baja el ritmo. Su Grace es una mujer más allá del colapso psíquico. El estilo excesivo, la casa aislada y el descenso a la locura emparejan más con su propia interpretación en Mother! que con la Gena Rowlands de Una mujer bajo la influencia. La suya es una actuación salvaje, sucia, dolorosa y entregada. La cámara la sigue, la acosa, no hay plano que no esté marcado por su presencia. Es el centro absoluto de la película, ella lo sabe y lo aprovecha. ¿Se gusta a si misma? Claro, está en la misma onda que su directora, pie a fondo en el acelerador.

Pattinson aporta su presencia,que no es poco, y una interpretación notable como el gran actor que es, pero su personaje está escrito para ser accesorio. Como esos maridos que miran sin ver. Queda absolutamente arrolado por la intensidad de Lawrence. Sissy Spacek, en cambio, tiene poco tiempo pero lo aprovecha: transmite ternura, inquietud y una sensación de saber más de lo que dice con solo una mirada.

La película habla de la maternidad, de la salud mental, de las relaciones de pareja y del aislamiento. Pero no lo hace desde el análisis, ni desde el discurso, sino desde lo instintivo, lo físico, lo visceral. Grace no razona, reacciona; no elabora, se desborda. Su cuerpo actúa antes que su mente, como un animal que huele el peligro pero no puede verbalizarlo. Camina a cuatro patas, gruñe, se revuelca. La película no intenta entenderla ni explicarla: simplemente nos mete en su cuerpo. No es tanto un retrato de una madre con problemas como la vivencia –a ratos hermosa, a ratos insoportable– de estar atrapada dentro de esa mente. No hay moralejas ni diagnósticos. Solo una experiencia radical que dice, sin decirlo: esto también es ser madre.

La experiencia es completamente sensorial. El diseño sonoro es una sinfonía del malestar: pisadas, zumbidos, ladridos, llantos, discos rayados… ni un segundo de silencio. La música no acompaña, empuja, raspa, agobia. Igual que el montaje, que rompe la línea temporal, confunde los espacios, mezcla realidad y delirio. Una decisión narrativa que te mete en la piel de alguien desorientado. Te hace perder el norte como a ella.

Es cierto que el final se alarga, que la película derrapa en algunas curvas que la directora toma sin levantar el pie del acelerador, que la repetición puede ser por momentos tan asfixiante que expulse al espectador. Pero es lo que esperamos de Ramsay, que cuando dirija una película piense “mejor pasarme que quedarme corta”, que se deje el miedo en casa.

Die, My Love

Media Flipesci:
6.9
Título original:
Director:
Lynne Ramsay
Actores:
Jennifer Lawrence, Robert Pattinson, LaKeith Stanfield, Sissy Spacek, Nick Nolte
Fecha de estreno:
21/11/2025