Iñaki Ortiz GascónHa inaugurado la sección de Nuevos Directores en el Zinemaldia con bastante éxito de público, que ha aplaudido con pasión -me consta que en diferentes sesiones- escenas como mínimo problemáticas. Es la segunda película del director sueco Jonatan Etzler, después de una comedia sin demasiada repercusión, Dieciocho otra vez. En esta ocasión ha contado como protagonista con Saoirse Ronan. Por su premisa, podría ser el complemento perfecto a la excelente Weapons, con una profesora vocacional y con un alumno desaparecido (en lugar de con el único que no ha desaparecido como en la otra).
Vuelve a ser una comedia aunque podríamos ubicarla dentro de la fábula, cercana a la caricatura. Reflexiona sobre la educación y, de forma más general, sobre lo que supone para la sociedad un inadaptado, desde una premisa exagerada que se ampara en la comicidad. No hay nada malo en usar una situación esperpéntica y pasada de vueltas, pero hay que tener cuidado de que la propia hipérbole no desvirtúe el mensaje y creo que aquí estamos muy al límite en ese sentido. La ridiculización del protocolo de actuación de un colegio sobre un chaval problemático es tal que en vez de exagerar un problema real, casi se puede decir que lo inventa. Se encuentra al límite pero nos sirve para volver a hacernos una pregunta que ya hemos visto muchas veces en cine: qué hacemos con los alumnos problemáticos, con los adultos delincuentes, con personas que deterioran la convivencia. Y sobre todo, qué dicen de nosotros como sociedad las decisiones que tomamos.
Etzler dirige con pulso, con un resultado vistoso. Parece estar perfectamente capacitado para jugar en la liga de la comedia negra indie, un género que llegó a primera división con La sustancia. El mayor problema de la película es que desaprovecha la situación más jugosa: la relación entre el alumno y la profesora, y se despista. Se empecina con el tedioso personaje de la empollona, que sirve para hacer avanzar la trama pero no para ahondar en los personajes. Y aunque consigue una tesis atrevida y bien cerrada con la reunión de padres, no sabe terminar de rematar la película demasiado bien. Con todo, no está mal. Bien rodada, con ritmo. Ronan, como siempre, hace un buen trabajo. Y tiene algunos momentos que probablemente recordaremos, que no es poco.
