Ricardo Fernández‘El porvenir’
Nathalie (una fantástica Isabelle Huppert) es una profesora de filosofía con la vida perfectamente ordenada que, de repente, se encuentra abandonada por su marido tras 25 años de matrimonio, con los hijos independizados y su madre a punto de morir. Cerca de los 60 años, sola y sin ataduras, es el momento de aplicar todas las enseñanzas que ha impartido durante todos sus años de docencia y de descubrir que no es tan fácil como parece y si mucho más aterrador enfrentarse al porvenir.
La fórmula Hansen-Løve
Aunque haya abandonado los retratos de juventud, Mia Hansen-Løve no se aleja de su zona de confort en El porvenir, su nueva película. La directora francesa vuelve a transitar por los terrenos de personas buscando su lugar, buscando la felicidad, también en el de las relaciones alumno-maestro y lo hace con su estilo, perfectamente definido y reconocible ya, plagado de sutilidad, sensibilidad y elegancia.
Mia Hansen-Løve nos cuenta el viaje de Nathalie a partir de pequeñas historias, breves encuentros, que funcionan de una manera casi independiente. No es un arco lineal, una evolución constante, como no lo es la vida. Nathalie da dos pasos hacia delante y uno para atrás, a veces acierta otras se equivoca y alterna momentos de bienestar con otros de tristeza. Lo mismo que la película que, con su serpenteante narración, a veces acierta y otras se pierde, difuminando demasiado la historia o cayendo en metáforas demasiado obvias.
Decíamos que Mia Hansen-Løve había dejado los retratos de juventud, pero en El porvenir se ha centrado en explorar lo que tienen en común estas dos épocas vitales en principio tan diferentes: la inseguridad ante los cambios. Los personajes de su filmografía anterior se cuestionaban qué vida quieren construir mientras que Nathalie se cuestiona la vida que ha construido. Pero todos buscan la manera de enfrentarse a los cambios que se aproximan al entrar en una nueva época de sus vidas y todos se ven rodeados de personas más idealistas y vitales que ellos mismos. Al final, sesenta años son tres veces veinte años.
Isabelle Huppert mejora cualquier película
El mayor acierto de Mia Hansen-Løve en El porvenir es haber contado con la magnífica Isabelle Huppert. Pocas actrices son capaces de expresar tanto con tan poco, pasar de la fragilidad a la dureza con tanta facilidad sólo con una mirada. Sus diálogos son tan certeros como sus gestos. Mia Hansen-Løve se aprovecha de eso y la filma con su habitual estilo fluido y elegante, acompañado de un gran uso de la banda sonora y una luminosa fotografía. En el otro lado de la balanza, a la directora le falta alejarse de los tópicos y apretar el acelerador en algunos momentos. A veces parece tan cómoda situándose en ciertos clichés franceses que bordea la parodia. El porvenir no es una película redonda, pero sus momentos brillantes, sin duda, compensan las sombras.
