Reseña de La fiesta de las salchichas
Seth Rogen y Evan Goldberg son conocidos por estar detrás (y en el caso de Rogen también delante) de Superfumados, Supersalidos, The Interview o Tres Reyes Malos. Con este currículo podemos imaginar por dónde van los tiros cuando guionizan La fiesta de las salchichas, una película de animación. Una especie de Toy Story protagonizada por los productos de un supermercado.
Así, los protagonistas de La fiesta de las salchichas son salchichas (por supuesto), panecillos para perritos calientes, botellas de tequila, miel mostaza, pan de pita, bagels, tacos, zanahorias, salsa de tomate, papel higiénico, chicles… cada uno de ellos con una personalidad muy diferenciada. A unos les remarcan los tópicos de sus procedencias (el tequila y los tacos son mexicanos, el pan de pita es palestino, el bagel judio), otros productos son homosexuales, o racistas, estúpidos… Cada personaje es un cliché muy reconocible y es utilizado por los guionistas para reírse, a mandíbula batiente, de la sociedad actual.
¿El argumento? En un gran supermercado los productos viven separados por zonas, cada uno en su territorio, en su balda. Todos suenan con llegar al «más allá», donde podrán dar rienda suelta a sus instintos más primarios y vivir en la felicidad para siempre. Los humanos son, para ellos, los Dioses. Tienen que comportarse bien porque si no llega el demonio (el encargado de la limpieza) y los tira al cubo de la basura. Sin embargo hay quien ha vuelto del más allá contando otras cosas de lo que les sucede a los alimentos pero… ¡nadie le cree!
Con unos personajes malhablados, groseros, lidibinosos, egoistas y simplones, la mayor parte del humor de La fiesta de las salchichas es de sal gorda. Muy gorda. El contraste de los dibujos animados y el humor soez refuerza el chiste, como ocurre en South Park, los Simpsons o con el adorable peluche de Ted. Así que tampoco es que sea un recurso demasiado novedoso. No he tenido la posibilidad de ver esta película en versión original, así que no he podido disfrutar con las interpretaciones y las voces de Salma Hayek, Kristen Wiig, Seth Rogen, James Franco… no he podido apreciar los juegos de acentos originales (no creo que, como pasa en la versión doblada, ningún producto tenga acento gallego) y la forma de hablar tan malhablada me ha resultado forzada y muy poco natural. Sospecho que en la versión original todo eso funciona mejor.
Sin embargo más allá de los chistes soeces y verdes, que algunos me resultaron realmente graciosos otro terriblemente obvios, dónde reside la transgresión de La fiesta de las salchichas es en el mensaje anti religioso. La manera que tiene de reírse de la credulidad y los dogmas es algo que si que llama la atención en una película de Hollywood como esta. Realmente parece que al rodear esa idea de chistes escatológicos y obscenidades, un humor tan básico y repetido que ya no escandaliza, los de siempre, los que se quejan por todo, no se han dado cuenta de a dónde apuntaban las salchichas esta vez.