Reseña de ‘Maggie’s plan‘
Maggie (Greta Gerwig) quiere ser madre. Cómo nunca ha tenido una relación que dure más de seis meses y se ve capacitada para ser madre soltera elige probar la inseminación artificial. El elegido para donar sus genes es un antiguo conocido, ahora vendedor de pepinillos enlatados (atentos a la metáfora). Justo en ese momento Maggie conoce a John (Ethan Hawke), un profesor en la universidad donde ella trabaja casado con Georgette (Julianne Moore). Su matrimonio parece no ir bien y eso puede echar al traste el plan de Maggie.
La sombra de Allen es alargada
La influencia más clara en Maggie’s plan, sin duda, es Woody Allen. Rebecca Miller, que escribió y luego adaptó al cine La vida privada de Pippa Lee y es hija del gran literato Arthur Miller, ha rodado una película sobre neoyorquinos cultos y sofisticados tratando de resolver racionalmente sus problemas. La diferencia, una de ellas, es que cuando Woody Allen jugaba con estas disquisiciones entre cerebro y corazón, parecía conocer bien los entresijos más agridulces de las relaciones sentimentales y sabía exprimir el lado divertido de la situación.
El genio neoyorquino, además, convertía a Nueva York en un personaje más, un elemento vivo que reflejaba el estado de ánimo de los personajes y, por extensión, de la sociedad. En Maggie’s plan, Nueva York no es más que una colección de lugares bonitos que sirve de telón de fondo para dos personajes hablando.
Ahora que Woody Allen parece más interesado en otro tipo de películas y de escenarios, Noah Baumbach se ha erigido como uno de sus más aventajados discípulos. Películas como Frances Ha o Mistress America, con Greta Gerwig de protagonista, han recogido el testigo de la mirada cáustica de Allen sobre las crisis existenciales de esa bohemia de la gran manzana tan fascinante en la forma como superficial en el fondo, perfecto retrato de nuestros días.
Greta Gerwig por encima de la película
Aquí aparece Greta Gerwig como otro nexo de unión entre esas películas y esta Maggie’s plan que nos ocupa. La nueva musa indie de Nueva York, la reina del mumblecore, representa a la perfección esos personajes que se mueven entre la torpeza y la estupidez, entre la frontera de provocar empatía o irritación. Sus interpretaciones contienen las mismas dosis de naturalidad como de intensidad saltando de un registro cómico a otro dramático sin que nos demos cuenta. Ella es lo mejor de esta película. Sólo debería vigilar el peligro de quedarse encasillada en este tipo de papeles.
Porque Maggie’s plan comienza bien. Presenta los personajes y situaciones de una manera rápida y fluida. Los diálogos, adornados de pedantería, fluyen con naturalidad y soltura. Pero entonces hay una elipsis, bastante torpe, y la película se vuelve previsible y tópica. Los diálogos dejan de ser naturales para convertirse muchas veces en reflexiones baratas. Las escenas se suceden de manera bastante deslavazada y en vez de un arco dramático nos encontramos con escalones dramáticos en los que vemos a los personajes evolucionar a trompicones y de manera abrupta.
Ausencia de química a pesar del reparto
Del mismo modo que no existe cohesión entre unas escenas que quizá por separado puedan funcionar, la química no alcanza a unos actores que ejercen bien su trabajo. Un reparto de lujo con la mencionada Greta Gerwig, Ethan Hawke y Julianne Moore no puede estar mal y no lo está. Todos ellos cumplen con sus personajes, pero sólo de manera aislada. No vemos la atracción entre Ethan Hawke y Greta Gerwig, porque cuando empieza nos encontramos con la abrupta elipsis, no vemos los rescoldos de la llama entre Ethan Hawke y Julianne Moore. Tampoco vemos que se inspiran mutuamente las dos mujeres.
Luego están Bill Hader y Maya Rudolph, en el típico papel de matrimonio amigo de los protagonistas, que lo único que aportan es el aspecto cómico y servir de voz de la conciencia que muestre el conflicto de los personajes o catalizador de algún giro de guión; pero quedan desdibujados y desaprovechados.
Así, la película va de más a menos, perdiendo fuelle y desembocando en un final anticlimático coronado por un primer plano de Greta Gerwig en el que demuestra su gran capacidad como actriz. Con una mirada y apenas un gesto demuestra que ella está muy por encima de la película.