Después de cinco películas de una calidad, digamos, cuestionable, resulta que el sexto y último capítulo es bastante decente. Nada para tirar cohetes pero perfectamente defendible. Para llegar hasta ahí ha sido necesaria una paciencia que se me antoja incomprensible. Pero vamos por partes y repasemos la saga hasta ahora, ¿cuál es la peor entrega de Resident Evil?
Resident Evil
La primera parte tenía la ventaja de la novedad. Un nuevo universo, personajes, un planteamiento a desarrollar. Umbrella, una megacorporación malvada; inteligencia artificial con el sugerente nombre de “la reina roja”; conflictos de identidad; y una epidemia vírica violenta y letal. Cyberpunk zombie, no es mala premisa. Seguramente, lo peor se lo llevaron los fans del videojuego, que quedaron decepcionados, algo que en próximas entregas no se daría porque ya no había expectativas -como si alguna vez hubiera salido algo bueno de la adaptación de un videojuego, pero el caso es que había expectativas. A pesar de ese mal sabor, la primera entrega es ligera, aguanta bien con el desarrollo y tiene aceptable núcleo de escapar de la mazmorra, adornado con amnesias y sorpresas. Como toda película de Paul WS Anderson (en adelante WS), guionista de todas las entregas y director de cuatro de ellas, esta es un refrito de otras películas de éxito. Acción estilo Matrix -los bullet time estarán en toda la saga- y trampas mortales de la reciente Cube. Ecos de Aliens, especialmente en el equipo militar y en concreto en el personaje de Michelle Rodriguez (no me extraña que después la fichase Cameron para Avatar). Diría que la primera entrega queda en la tabla alta.
Resident Evil: Apocalipsis
Sucede algo con los títulos de la saga: desde la segunda entrega parece que están acabando. De normal, el subtítulo “Apocalipsis” sería para cerrar la saga, pero no, quedaban cuatro más por venir. WS se baja de la dirección y solo sigue como guionista. Se podría decir que es el equivalente a un showrunner en una serie, y que entre otras cosas cuida la coherencia de la saga, pero para eso Resident Evil debería tener coherencia y ya iremos viendo que de eso nada. WS es mi director malo preferido porque sonroja pero divierte, pero el encargado de esta secuela Alexander Witt, un técnico chileno que no ha vuelto a trabajar de director, es simplemente aburrido. La película cuenta el típico momento de expansión de virus y es una historia estándar de zombies urbanos. La primera mitad es soporífera y después remonta un poco con los poderes que Alice va descubriendo (se los han puesto al principio de la película porque a WS le apetece ver a su novia Milla Jovovich haciendo jartadas). Los malos grandotes (Némesis T) tienen su gracia, pero ni así consigue elevar el vuelo este capítulo rutinario. Mala.
Resident Evil: Extinción
Como os decía, “Extinción” parece que ya no da para más, pero aún quedan 3 capítulos más. Aquí WS sigue a sus cosas y no se pone tras la cámara pero al menos contratan a un director más solvente: Russell Mulcahy, que tiene una filmografía con truñetes comerciales pero tiene el honor de haber dirigido Los inmortales. Supongo que como WS había decidido convertir la tercera entrega en su Mad Max, pensó que lo ideal era un director australiano. Parece imposible un universo Mad Max coherente con la saga. Efectivamente, es imposible. Al principio te explican que la vegetación lo está pasando fatal con esto del virus T, y hasta llegamos a ver un Las Vegas hundido en el desierto. ¡En tan solo unos pocos años! Tranquilos, en la siguiente entrega todo vuelve a la normalidad y las ciudades están razonablemente abandonadas. El caso es que está dirigida de manera aceptable, tiene una imaginería postapocalíptica clásica -vamos, lo dicho, que copia descaradamente el universo Mad Max- y tenemos la aparición del villano más interesante, el evil Dr. Isaacs, interpretado por Iain Glen, al que conocéis por su papel de Jorah Mormont en Juego de Tronos. Por el personaje y porque dado el nivel interpretativo de la saga, es de lo mejor. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los intérpretes parecen gente que ha conocido WS en el gimnasio.
Resident Evil: Ultratumba
Después de la extinción solo parece quedar el Ultratumba (“Afterlife” en la original). Pero aún hay carrete. Aquí WS vuelve a la saga y decide hacerlo a lo grande. Se marca una escena inicial con varias Alice. La de verdad tiene unos superpoderes de no te menees. Ni Neo en sus mejores momentos. Por cierto, os dejo arriba un vídeo en el que comparo una secuencia de esta con Matrix. Lo dicho, WS se marca un Matrix a lo loco que termina en explosión nuclear típicamente japonesa, calcada a una de Akira. En quince minutos se queda a gusto WS con su “aquí estoy yo”. Pero claro, eso, narrativamente, no puede continuar. No hay problema que una jeringuilla no pueda solucionar en Resident Evil: poderes fuera. Viaje en avión de vuelta a USA, con escala en Alaska para recoger a una amiga y nos plantamos en un edificio sitiado por miles de zombies, con la misión de llegar hasta la costa, a un barco. Ya tenemos nueva trama a la media hora de película. Una historia de supervivencia y equipo que da para tres cuartos de hora, porque luego la película vuelve a girar hacia un cyberpunk zombie cercano al comienzo, con un nuevo villano (el que le ha quitado los poderes y que es también la pera: Albert Wesker, interpretado por el carapalo Shawn Roberts, que nos acompañará hasta el final de la saga, es una adorable imitación del Agente Smith de Matrix, pero se queda más cerca del hombre de negro de El Hormiguero. Como decía antes, las ciudades vuelven a estar en pie -porque sí. Esta cuarta entrega es una de mis favoritas, por lo desacomplejada que es y por lo entretenidas que son las diferentes partes, absolutamente incompatibles y cortas. Y oye, sale Sergio Peris-Mencheta haciendo un papelito.
Después de pasar por todos los estados posibles del fin del mundo, llegamos a la «Venganza». Alice sigue empeñada en vengarse de la malvada megacorporación Umbrella. Y esto le lleva a un devenir algo disperso que hacen que esta entrega sea una de las peores. Vuelven los ecos de Aliens, entre otras cosas porque reaparece Michelle Rodríguez, pero principalmente por la figura de una niña al cuidado de Alice, a la que se la termina llevando un bicho que la deja incubando. Una copia sin pudor, claro, sigue WS a los mandos. Con el vaivén de identidades que hacen que los actores sean diferentes personajes, queda todo bastante diluido, incluso el objetivo de la película. Por otra parte, el exceso de balas a cámara lenta y acrobacias absurdas ya no da para más. Es agotador y antiestético. Pero, ¿es la peor? Yo diría que no, porque a pesar de todo se salva porque ese juego de clones y las simulaciones de entornos, si nos lo tomásemos en serio diríamos que es una reflexión sobre la identidad y la percepción de la realidad, sobre el microuniverso, sobre la ficción. Una revisión de ficciones que deja en bragas a Hong Sang-soo. Pero sobre todo, porque la introducción es la mejor de toda la saga, enteramente en reverse. Un videoclip estupendo. Y hay zombies soviéticos que no es poco. WS compensa como director de excesos su guión algo flojo.
Conclusión: el peor capítulo con diferencia es el segundo: un guión aburrido y una dirección inexistente.
Y de repente, una buena sesión de acción postapocalíptica, con una dirección más resultona y un guión con menos aristas. Hubo un momento a principios de siglo, en el que dejaron de hacerse copias de Matrix y la acción pasó a ser sobria y realista, con montaje ágil más que con planos grandilocuentes. Eso pasó más o menos cuando WS empezaba su saga. Resulta que ahora, quince años después, ha decidido dar él también el paso, en el último capítulo. El estilo es completamente diferente. Las explosiones siguen ocurriendo a espaldas de Alice, pero si antes se producían en cámara lenta mientras ella se posaba en el suelo tras una acrobacia con un gesto estético en perfecta armonía que parecía buscar una buena nota del jurado olímpico; ahora cae de rápido, parece agobiada, se ensucia y rueda por el suelo. Todo en muchos planos, a veces demasiado, porque sea cual sea el estilo, WS siempre abusa y tampoco es precisamente Paul Greengrass. Tiene una coherencia de tonos y una textura que hacen que, junto con la tercera entrega de Russell Mulcahy, sea la más agradable de ver.
Después de la trama confusa de la anterior, aquí el planteamiento es sencillo -de hecho rectifica casi sin molestarse el cliffhanger del final de la anterior, como si no hubiera existido, para simplificar más -se ve que cambió de opinión y le apetecía hacer otra peli. Misión con cuenta atrás, acción trepidante, y un pequeño equipo de personajes, en la línea de un Carpenter vitaminado. El paisaje vuelve a estar absolutamente devastado, aunque esta vez tiene más sentido. Vuelve el Dr. Isaacs, que ya murió al final de la tercera entrega pero tampoco vamos a ponernos quisquillosos, y es más villano que nunca. Genial. Vuelve Albert Wesker, el Agente Smith cutre, que ya reapareció al final de la anterior -aunque también estaba muerto- más porque sí que porque no. Y tenemos de nuevo en juego a la reina roja. WS ha reservado todos los villanos para el final. Nos reserva sorpresas, nos regala explicaciones a enigmas que estaban ya en la primera película -casi parece que sobran todas las demás. No para un momento, está bien estructurada, tiene unos giros que aunque no sean demasiado sorprendentes, funcionan muy bien. Esta vez sí, título aparte, tenemos un verdadero final. Y esta vez sí, tenemos un divertido cyberpunk zombie postapocalíptico, sin fisuras y con buenos elementos de ciencia ficción.
Te ha costado, WS, después de rodar las peores películas de tu carrera con esta saga, pero al final lo has conseguido, Resident Evil: Capítulo Final mola.
Un poco.