Ricardo FernándezReseña de «El día más feliz en la vida de Olli Mäki»
El día más feliz en la vida de Olli Mäki, segundo trabajo del director finlandés Juho Kuosmanen, ganó la sección Un Certain Regard en la pasada edición del Festival de Cannes. Una película inspirada en hechos reales, que cuenta la historia de Olli (Jarkko Lahti), un boxeador sin apenas experiencia profesional, que es seleccionado para pelear en Helsinki por el campeonato mundial del peso pluma de boxeo contra el entonces campeón, un experimentado americano. Olli es un hombre sencillo y modesto al que todo el circo mediático que se ha montado a su alrededor le desborda. A fin de cuentas él solo piensa en Raiji (Oona Airola)
Más amor que boxeo
Con esa sinopsis es fácil que pensemos en Rocky. Si vemos que está rodada en blanco y negro podemos caer en la tentación de compararla con Toro Salvaje. Nada más lejos de la realidad. Aunque existen muchas películas de boxeadores, con sus entrenamientos salvajes y las amplias muestras sacrificio que se transforman lecciones de superación, El día más feliz en la vida de Olli Mäki es, sobre todo, una película de amor. Con con humor, naturalidad y más ternura que golpes.
Juho Kuosmanen cuenta El día más feliz en la vida de Olli Mäki con un tono amable que mezcla el humor con lo patético y lo torpe, pero con con mucho respeto y sin reírse nunca de los personajes. El alboroto alrededor del pequeño, tímido y desubicado Olli, con sus personajes frenéticos y acelerados, es captado por las cámaras como algo ridículo. Mientras que la paz y complicidad en las miradas de Olli y Raiji es algo tan entrañable como adorable.
Exquisita factura, exquisitas interpretaciones
Técnicamente es una película impecable. Rodada en 16mm y en blanco y negro, su cuidada fotografía y planificación, así como la banda sonora, están puestas al servicio de una narración fluida y natural. Se podría decir que cada encuadre es tan precioso como preciso, sin caer nunca en el lucimiento vacío. Incluso el vestuario y la ambientación ayudan a recrear la atmósfera más apropiada para la película. Claro que luego están las actuaciones de Jarkko Lahti y Oona Airola para dar vida al despliegue técnico del director. Son sus miradas, su química, sus interpretaciones tan contenidas como el guión que el propio Juho Kuosmanen firma con Mikko Myllylahti, pero tan intensas como el amor de Olli y Raiji, las que conquistan al espectador.
Una historia pequeña que no puede ser eclipsada por un negocio impersonal que crea ídolos sin preguntarles quienes son, que convierte el deporte profesional en un circo y un espectáculo que desvía la atención de lo importante. Porque, a veces, lo importante son las pequeñas historias.
