Festival de Cannes 2017: Día tibio en la Croisette
Dia tibio en la Croisette, sólo salvado por películas fuera de Sección Oficial (a las que dedicaremos una entrada más adelante). Noah Baumbach, aun correcto, estuvo por debajo de las expectativas de este cronista. Michel Hazanavicius, sin deslumbrar, estuvo por encima esas mismas expectativas aunque, lo cierto, es que en este caso eran muy bajas.
The Meyerowitz Stories
Noah Baumbach ha presentado su película The Meyerowitz Stories en la sección oficial de Cannes. El de Brooklyn es un director que hace un cine lo suficientemente pequeño como para que se le siga considerando indie, pero lo suficientemente establecido como para rodar con estrellas de Hollywood que, en esta ocasión, parecen ser su mayor motivo para estar en el Festival de Cannes.
The Meyerowitz Stories es una película que trata sobre relaciones familiares. En concreto la de un padre que ha tenido hijos con dos mujeres y se ha casado cuatro veces y los hermanos hermanastros. Todos tienen cuentas pendientes con todos y sus relaciones oscilan entre el amor incondicional y el rencor acumulado. No es un planteamiento demasiado original, como tampoco lo es su desarrollo. Lo cierto es que Baumbach tampoco es un director al que le vayamos a exigir originalidad a estas alturas, hace lo que sabe hacer y cuando lo hace bien es una delicia; pero en esta ocasión se queda a medio gas.
Como es habitual en las película de Baumbach vamos a ver a Nueva York, adultos que inmaduros, jóvenes mucho más centrados que las que deberían ser sus referencias vitales, un entorno cultural bastante pedante y muchos rápidos diálogos llenos de cinismo y acidez. El típico humor judío con que Woody Allen primero y una larga serie de sucesores después han dibujado Nueva York en tantas ocasiones. El personaje carismático, ese que desprende la ternura suficiente para quererlo a pesar de sus torpezas, corresponde a Adam Sandler, en una de las mejores interpretaciones de su carrera. Ya sé que le listón no está muy alto, pero es buena de verdad, tanto que cuando su personaje se ausenta se le echa de menos.
The Meyerowitz Stories está dividida, precisamente, en muchas pequeñas historias en una estructura capitular y literaria. Algunas funcionan bastante bien, otras funcionan algo peor. Ni unas ni otras llegan a deslumbrar o a molestar. Baumbach, en sus películas, ha solido caer en mirar a sus personajes con cierta condescendencia y superioridad. En esta ocasión parece quererlos demasiado y se echa en falta un toque de acidez, de mala leche, de cinismo.
Le redoutable (Mal genio)
Michel Hazanavicius consiguió un éxito sorprendente con The artist en 2011. Hasta entonces no era más que un director de comedias más bien tontorronas sin mayor pretensión autoral. Entonces rodó The artist, una película muda que fue muy acogida en Cannes, que se convirtió en un fenómeno internacional y se alzó con el Oscar a mejor película. Michel Hazanavicius se había convertido, de repente, en un autor.
Su siguiente película. Los infieles, volvió a la Croisette y fue, merecidamente, machacada por la crítica. A todos los que el éxito de The artist le irritó, los que la calificaban como un pastiche y mala copia de las películas que homenajeaba y al director como poco más que un blasfemo, ese fracaso les congratuló. Una especie de «¿lo veis? No es más que un impostor». Pues se diría que Le redoutable va dirigida a ellos. Es difícil no ver una provocación en que, precisamente él, haga una película basándose en la figura de Godard, del venerado Godard.
Lo primero que tiene que quedar claro es que esta no es una película que trate de ofrecer un análisis profundo o sesudo de uno de los directores más importantes de la historia del cine. Tomando a la figura icónica y totémica de Godard, Hazanavicius recorre la época del Mayo del 68, la politización del discurso autoral de ciertos artistas, el proceso de mercantilización de dicho discurso y las contradicciones burguesas de algunos de ellos. Nada demasiado profundo, nada demasiado sesudo, pero por momentos tan divertido como obvio. Hay quien piensa que a estas alturas es un chiste viejo, pero a otros nos suena a plena actualidad.
Una caricatura del personaje -personaje que el propio Godard ha alimentado a lo largo de su vida con gusto- con la que Michel Hazanavicius se ríe de todo y de todos, incluso de si mismo. En un sano ejercicio de desmitificación y, a la vez, amor por el cine. El de autor y el que llena salas de cine.