Ricardo FernándezKawasi y McCaslin: El deseado y la sorpresa
Donny McCaslin fue el saxofonista elegido para compartir cartel con Kamasi Washington. Difícil papel. Washington es uno de los músicos del momento, el suyo uno de los conciertos más esperados y, en cambio, McCaslin para muchos era solamente “el saxofonista que colaboró con Bowie en su último disco”. Siendo sinceros es algo realmente injusto, porque McCaslin, de 51 años, tiene una docena de discos, ha colaborado con primeras figuras de la escena y ya el año pasado pudimos verle -y nos gustó- dentro de la formación Step Ahead.
Así que sólo tenía una opción, salir con lo mejor de si mismo y enérgico desde el principio. Puedo dar Fe de que así lo hizo. Con una joven y poderosa banda –Jason Lindner (teclados), Jonathan Maron (bajo) y Nate Wood (batería)- McCaslin irrumpió arrollador con el tema Shake Loose incluido en su disco Beyond Now (2016). Muchísimo nivel que no bajó en toda la velada.
Hubo experimentación y uso de los pedales para cambiar las texturas y el sonido de los instrumentos, pero nunca se alejó tanto de la melodía como para hacer su propuesta demasiado dura para el público menos acostumbrado a los experimentos. Su actitud, cercana y agradecida hizo el resto y acabó con la audiencia metida en el bolsillo.
Claro que él les ofreció piezas maravillosas como una sentidísima interpretación de Lazarus, de David Bowie, que erizó la piel a más de uno. O el trepidante final con Fast Future. Un concierto magnífico, uno de los mejores de esta edición, muy por encima de lo que se puede escuchar en sus grabaciones, por cierto.
Tras él, Kamasi Washington, el deseado, el aupado por crítica y seguidores a lo más alto del estrellato actual de jazz, incluido en alguna lista como uno de los mejores saxofonistas de la historia del jazz y protagonista de varias hipérboles más. Había ganas de ver hasta dónde podía llegar y la atronadora ovación con la que se le recibió en la sala dio muestra de ello.
He de decir que yo no soy tan amante de su triple disco The Epic (2015) como otros muchos. Incluso he de confesar que me parece aburrido por momentos; pero del mismo modo no puedo negar que el comienzo del concierto con Askim y Leroy and Larisha me resultó fascinante y me siguió gustando cuando la cantante/bailarina Patrice Quinn interpretó una sentida Black Men. Para esas alturas de concierto se había unido el padre de Kawasi, Rickey Washington -“el hombre de quien lo aprendí todo”, que permaneció hasta el final del concierto en el escenario alternando el saxo y la flauta.
La numerosa banda de Kawasi, con sus dos baterías, sonó compacta y rebosante de ritmo y groove. Tan solvente cuando se acerca al jazz más clásico como cuando se tiñe de influencias africanas o de reggae sin desdeñar el soul o el funk. Sin embargo tienen cierta querencia por perderse en solos excesivamente largos -y no siempre brillantes- con los que diluyen su propuesta haciendo que, por momentos, suenen excesivamente dispersos. Tampoco consiguieron hacer olvidar los coros y la orquestación presentes en el disco.
El concierto duró más de dos horas y se hizo largo. Quizá por las altas expectativas creadas, quizá por la sesión doble, quizá porque Kawasi tiene que aprender a concentrar y concretar más su propuesta. Claro que en el tramo final del concierto Kawasi adquirió un protagonismo absoluto y se dedicó a arriesgar, a jugar con las intensidades, a mostrar el sonido tan limpio y preciso que es capaz de lograr y casi consiguió que se nos olvidasen los peros. Fue un buen concierto, pero yo recordaré esa velada más por McCaslin que por Kawasi.
Músicos: Donny McCaslin (saxo tenor), Jason Lindner (teclados), Jonathan Maron (bajo), Nate Wood (batería)
Kamasi Washington (saxo tenor), Rickey Washington (saxo soprano, flauta), Brandon Coleman (teclados), Joshua Crumbly (bajo), Ryan Porter (trombón), Robert Miller (batería), Patrice Quinn (voz), Jonathan Pinson (batería)
Lugar: Plaza de la Trinidad. 52 Heineken Jazzaldia. Donostia.
Fecha: 23 de julio de 2017