Como era de esperar con Madre! de Aronofsky llegaron las grandes discrepancias. La furia y el ruido de la película del director estadounidense tienen su contraplano en los debates y discusiones entre los críticos en torno a la misma. Genialidad o tomadura de pelo, lo que está claro es que es una película única. El japonés Hirokazu Kore-eda ha vuelto al concurso veneciano tras años de presentar sus películas en los festivales de Cannes y San Sebastián con The Third Murder en la que se pasa al drama procesal. Y fuera de concurso le ha llegado el turno a Loving Pablo de Fernando León de Aranoa y protagonizada por Javier Bardem y Penélope Cruz.
Madre, de Darren Aronofsky
Abucheo y tímidos aplausos. Era lo esperado. Darren Aronofsky, su productora y su entorno llevaban semanas calentando el ambiente. Se negaban a decir más, pero avisaban que Madre! es algo especial, una experiencia de una intensidad poco habitual y la convirtieron, si no lo era ya, en la película que más expectación había generado en el festival veneciano. Y lo que es seguro, una película de culto instantáneo.
De acuerdo con la sinopsis que figura en el material promocional de Madre!, madre (Jennifer Lawrence) y Él (Javier Bardem) viven una existencia aparentemente idílica en un paraíso apartado. Pero la relación de la pareja se pone a prueba cuando hombre (Ed Harris) y mujer (Michelle Pfeiffer) llegan a su casa sin haber sido invitados. Su tranquila existencia se verá perturbada cuando llegan cada vez más invitados y madre es obligada a reconsiderar todo lo que conoce acerca del amor, la devoción y el sacrificio. Así, madre (en minúscula), Él (en mayúscula), hombre y mujer (en genérico). Y ahora toca al espectador interpretar la alegoría.
Madre! se divide en dos partes que Aranofsky modula de forma maestra: una primera más calmada en la que prima el terror psicológico y una segunda en la que la pantalla se llena de furia en un intenso crescendo dramático. Una primera parte en la que como uno de los carteles de la película apunta, el film se mueve en tonos y aires que recuerdan a La semilla del diablo de Polanski. Una segunda en la que las referencias visuales más claras podrían ser la serie de Los Desastres de la Guerra de Goya y El Jardín de las Delicias de El Bosco. Y teniendo en cuenta que se trata de una peli de Aronofsky y su querencia a los temas bíblicos, es inevitable relacionar la primera parte con el Génesis (con su paraíso, su tentación y sus Caín y Abel incluidos) y la segunda al Apocalipsis.
En Madre!, el ganador del León de Oro por El luchador, nos habla de la maternidad. El título no engaña. Pero también de la inspiración creativa, de la fama y del peso y de los compromisos para tener que vivir con ella. De lo que estamos dispuestos a hacer por conseguirla o mantenerla. Aronofsky nos habla de él mismo (y de su pareja Jennifer Lawrence). Y del bien y del mal.
A pesar de estar rodada cámara en mano y con predominio de primeros planos y prácticamente sin salir del interior de la casa que madre reconstruye – nuevamente un excelente trabajo de Matthew Libatique en una película de Aronofsky -, Madre! no resulta claustrofóbica. Transmite la sensación de que precisamente la casa es el lugar más seguro en el que se puede estar.
Aronofsky y compañía tenían razón. Madre! es una experiencia intensa y única. Pero después de tanto ruido y tanta furia, a uno le queda la sensación de que no hay demasiado fondo detrás de tanto exceso formal y surrealismo.
Loving Pablo, de Fernando León de Aranoa
También está protagonizada por Javier Bardem otra de las películas presentadas en el día de hoy en Venecia. En Loving Pablo, adaptación de la novela Loving Pablo, Hating Escobar de Virginia Vallejo, interpreta al narcotraficante Pablo Escobar, secundado por Penélope Cruz que interpreta a la periodista y antigua amante de Escobar, Peter Sarsgaard y dirigida por Fernando León de Aranoa.
Aunque Loving Pablo sea un producto con una descarada vocación internacional, resulta falso y difícilmente justificable que los personajes colombianos hablen en la mayoría de las ocasiones en inglés con acento colombiano, salvo cuando de forma arbitraria sueltan palabras o expresiones en castellano. Este efecto pasa a ser absurdo cuando en la misma película hay una subtrama en la que intervienen personajes estadounidenses que lógicamente hablan en inglés.
Partiendo de esta decisión que elimina la verosimilitud mínima, resulta complicado aceptar lo que cuenta Loving Pablo: la crónica del auge y sobre todo, de la caída de Pablo Escobar desde el punto de vista de la periodista Virginia Vallejo. Ni aunque fuera cierto al cien por cien. Pero tampoco contribuyen a remediarlo la falta de desarrollo de los personajes y una trama que salta de hito en hito, de evento en evento, obviando todo el entramado político de la época.
The Third Murder, de Hirokazu Kore-eda
22 años después de haber concursado con Maboroshi, el japonés Hirokazu Kore-eda vuelve a competir por el León de Oro con The Third Murder, un drama de juicios y abogados con el trasfondo de la culpabilidad.
Pero estamos en terreno Kore-eda. Éste es el director de Still Walking o De tal padre, tal hijo. No importa que el envoltorio sea un drama judicial en el que se presta especial atención al trabajo de los letrados. En The Third Murder las relaciones familiares juegan un papel clave. Como detonantes de las acciones o porque se refleje cómo afecta a las mismas la evolución en la investigación del caso criminal. Los personajes de The Third Murder además de abogados, jueces o víctimas son también padres o hijos.
El núcleo del film se centra en la idea de que la verdad no se determina en los tribunales. De que la verdad no siempre hace acto de presencia en un juicio. De que el proceso judicial puede estipular si alguien es o no culpable, puede fijar condenas o absoluciones, pero que no siempre lo hace de acuerdo con la verdad.
La película arranca con un asesinato. El que da título a la película. Un asesinato en el que vemos perfectamente quiénes es el autor. Nada de ángulos extraños u objetos que nos impidan verlo. Kore-eda no busca que el espectador se despiste con el típico ‘quién es el asesino’. Lo que interesa son los mecanismos que utilizarán los abogados para conseguir la menor condena posible a su defendido. Y para ello llevará al espectador por un recorrido en el que el guión se va sacando continuamente ases de la manga, abusando de pequeñas trampas argumentales a base revelar información determinante que no tenía por qué conocer con anterioridad. Un mecanismo sencillo, pero tramposo y artificioso.
En The Third Murder, Kore-eda abandona su característico uso de la luz natural. Busca una fotografía de contrastes entre luz y sombras característica del cine judicial, con unos encuadres y una planificación muy elaboradas, especialmente en las secuencias que se desarrollan en la sala de visitas de la prisión.