Reseña de Perfectos desconocidos
Perfetti sconosciuti de Paolo Genovese es una película que en 2016 reventó la taquillas en Italia y se alzó con el David di Donatello a la mejor película y al mejor guion. Tan sólo un año después Álex de la Iglesia recibe el encargo, por parte Tele 5, de rodar una adaptación española. Una decisión que resulta curiosa por varias razones. La primera, los anteriores trabajos de encargo del director bilbaíno, como Los Crímenes de Oxford o Perdita Durango, no habían salido demasiado bien parados. Segunda, Perfectos desconocidos es una película con un planteamiento casi teatral, que transcurre prácticamente en un único escenario, y esa no es la característica del cine de Álex de la Iglesia, que tiende a ser muy expansivo. Quizá por eso Perfectos desconocidos no es una película que tenga el sello reconocible de Álex de la Iglesia, ni en lo bueno ni en lo malo, y hay que reconocerle que ha logrado imprimirle un buen ritmo y también que visualmente no sea demasiado teatral. Eso si, desde un punto de vista de taquilla, la elección ha supuesto todo un acierto. Con un arranque potentísimo y el mejor promedio por copia el fin de semana de su estreno, nadie duda de que Perfectos desconocidos será una de las películas españolas más taquilleras del año (curiosamente el podio lo ocupan ahora mismo otras tres producciones de Telecinco Cinema: Tadeo jones 2, Es por tu bien y El secreto de Marrowbone).
El éxito de taquilla de Perfectos desconocidos no está, desde luego, en su originalidad. La película sigue la idea más que machacada de una reunión de amigos de toda la vida en la que algo hace que se desvelen una serie de secretos, celos y rencillas que ponen en peligro la relación del grupo. En esta ocasión el detonante es un juego en el que todos los comensales aceptan poner sus móviles en centro de la mesa y leer o escuchar los mensajes y llamadas delante del resto de amigos. Una estupidez si tienes secretos, pero en la que todos se sienten obligados a participar para evitar que parezca que los tienen. Un poco cogido por pinzas, pero admitimos pulpo como animal de compañía.
El problema reside en que los personajes son tan cliché y los secretos son tan evidentes que para los espectadores más que revelarse se anuncian desde el primer minuto. Sabemos antes de que lo digan quién tiene un amante, que amigos están tan liados entre si, quién esconde su homosexualidad… Sólo esperamos el momento en que se anuncie, pero como sabemos que va a pasar y la manera en que va a pasar, tampoco hay especial tensión en esa espera. Los insertos, bastante forzados, de cine fantástico relacionados con un eclipse lunar tampoco contribuyen a mejorar la atmósfera. Es un guión GPS, con indicaciones en voz alta de la ruta por la que nos lleva a un final terrible. Un final de esos que cuando se anuncia (de manera literal) sólo induce a pensar “no, no te atreverás a hacer eso”. Por lo menos Belén Rueda puede decir que no es el peor que ha rodado, que ella salía en Los Serrano.
Eliminada la tensión de la ecuación nos queda algo tan subjetivo como el humor. A juzgar por las risas en la sala ese aspecto funciona muy bien en la película. Personalmente me reí con algunos de los chistes y otros me parecieron algo viejunos. Bromear sobre tópicos de hombres y mujeres, homosexuales o comentarios sexuales, es lo que tiene. Es un terreno que da pie para situaciones cómicas, pero a estas alturas está tan trillado que es difícil encontrar un chiste que no se haya hecho sobre el tema y Perfectos desconocidos no es una película que brille por su originalidad.
Una película tan teatral como esta se apoya en los actores y el reparto de Perfectos desconocidos está repleto de grandes nombres. Destacan Eduard Fernández, quien protagoniza la mejor y más emotiva escena de la película y lleva su personaje más allá de lo que marca el guión, y Pepón Nieto, otro valor seguro que funciona igual de bien tanto en lo cómico como en lo dramático. Ernesto Alterio está sobractuadísimo y cada vez recuerda menos a aquel actor que prometía tanto, su mujer Juana Acosta hace lo que puede con su papel al igual que Dafne Fernández, mientras que Eduardo Noriega y Belén Rueda rinden al nivel que nos tienen acostumbrados que no es muy alto precisamente.
Luego está el mensaje que oculta la película que se puede resumir en «ojos que no ven, corazón que no siente, así que cuando mientas hazlo bien y que no te pillen»; pero ese es otro tema.