Como tantos otros thrillers, Todos lo saben empieza con una presentación de personajes aparentemente inofensiva. Un encuentro, una boda, alegría, travesuras. Después, claro, la cosa se tuerce. Lo que podría ser el comienzo de una tragicomedia familiar se convierte en cine negro. Es tan habitual que suele tiene el efecto contrario y el espectador sabe -todos lo saben- que algo va a pasar cuando no está pasando nada. Es solo una excusa para la necesaria presentación de personajes. El giro viene aquí cuando la película avanza y descubrimos que a su vez, la trama criminal es solo una excusa para hablar de lo que efectivamente parecía al inicio. La historia de una familia con secretos, un pueblo con rumores, una sociedad demasiado pequeña.
Olvidad pronto el argumento porque no será más complejo de lo que te puede contar el Telediario un día cualquiera. Todo está diseñado para empujar una historia en la que Asghar Farhadi nos vuelve a enseñar, como siempre, los defectos humanos. En una situación extrema a veces sale lo mejor de las personas, y a veces sale lo peor. A este director le suele interesar más lo segundo. Farhadi sabe que si aprietas un grano sale pus. Y el aprieta con fuerza, hasta que salga la última gota y si es posible, que le salpique al espectador. Toda esa mierda que sale no aparece de la nada. No. Ya estaba ahí.
La xenofobia, las discusiones de pareja, los secretos, los sentimientos reprimidos. Lo que yo te tenía guardado, lo que tú prefieres no hablar. La desconfianza repentina hacia nuestros semejantes es el verdadero horror de la historia, el mismo de La Cosa o Los ultracuerpos. La indefensión de abrir los ojos y sentirte solo ante unos extraños. Eso es lo verdaderamente inquietante, no la trama criminal. El malestar que se siente -yo lo he sentido- no viene tanto del thriller como del drama. El ambiente malsano de las heridas abiertas que todos podemos reconocer en un entorno más o menos cercano y que por tanto se sienten más reales. Los temas feos de tratar en la mesa. El mcguffin de la historia es cine negro, pero el género se parece mucho más a una historia de secretos y mentiras.
Para esa realidad es imprescindible que funcionen bien los intérpretes. No hay problema, tenemos un repartazo. Javier Bardem espachurrando uvas con gesto embrutecido ya me gana, pero si además se desespera o siente el peso del reproche de sus seres queridos, está de premio. Penélope Cruz ya sabemos -todos lo saben- que como mejor funciona es cuando saca su rabia castiza, y aquí tiene ocasión. También se descompone como nadie. Lo del acento argentino intermitente no sé yo si es una buena decisión, más allá de que sea realista o no. Ponga un Eduard Fernández en su película. Y si lo acompañas con una Bárbara Lennie en su faceta indómita, no se puede pedir más. Ricardo Darín hace el mismo papel de siempre, pero qué bien lo hace.
Querida Bárbara Lennie
16/12/2016 - Ricardo Fernández7.5 Carta a Bárbara Lennie con motivo de su actuación en María (y los demás) Querida Bárbara Lennie. Te escribo esta carta sin conocerte, aunque con esa extraña sensación de familiaridad que se tiene con algunos actores tras muchos años de pasar (buenos) ratos “juntos”. Bien pensado, en realidad, tampoco han sido tantos años, ni […] Leer más
Con estos actores, ese pueblo, esos secundarios y ese costumbrismo rural y vinícola, me encuentro en toda la parte de presentación de personajes -en esa que he dicho que, todos lo saben, va a pasar algo- diciéndome para mis adentros “que no pase nada todavía”. Que no haya trama. Quiero un poco más de esto. De ver a Bardem dar un beso casto a Cruz, pero cargando todo un contexto y un pasado en ese gesto. Algo de mérito tiene en eso el director, porque el plano tiene la duración y el ángulo perfectos -y el qué sé yo- para reafirmarlo. Quiero seguir viendo a Eduard borracho y a Ramón Barea refunfuñando en la peluquería. Cuando la película me funciona en ese nivel, la conexión está garantizada. Esto es lo mejor que hace Farhadi, y por eso cuando te muestra la peor cara de sus personajes, no les juzgas a la ligera. Son tus vecinos. Eres tú.