Crónicas desde Cannes, por Carlos Elorza

Jia Zhang-ke vuelve a revelarse como un valor seguro y con Ash Is Purest White le ofrece un regalo en forma de personaje a su actriz habitual y compañera Zhao Tao. El iraní Jahar Panahi con 3 Faces abandona su encierro físico y personal, se abre a nuevos temas y nuevos espacios y consigue su mejor película en 15 años. Y Eva Husson con Girls of the sun nos trae la película peor recibida por la crítica en esta edición.

‘Ash Is Purest White’ de Jia Zhang-ke

Convertido en el cineasta chino más reconocido internacionalmente y en uno de los sospechosos habituales del Festival de Cannes en esta su quinta participación en la competición oficial, Jia Zhang-ke vuelve con Ash Is Purest White a por esa Palma de Oro que hasta ahora se le resiste.

Hace un año, con ocasión de la presentación de Happy End de Michael Haneke en este festival, decíamos que el director austriaco recurría a los highlights de su carrera  para conformar la película. Algo parecido podríamos decir de Jia Zhang-ke y Ash Is Purest White.

La película repasa la evolución de la propia China en el siglo XXI a través de la evolución de su personaje protagonista. Estructurada en 3 partes correspondientes a tres fases de la vida de su protagonista, entre 2001 y 2018 en Ash Is Purest White, el director chino vuelve a los espacios geográficos, a los elementos y a las referencias de sus películas anteriores. A los edificios de Unknown Pleasures, al segundo tramo completo a Naturaleza muerta, a la estructura en tres partes y tres tiempos de Más allá de las montañas, a momentos de Un toque de violenciaJia Zhang-ke reutiliza estos elementos, a veces les da nuevos significados, en otras los complementa o los utiliza como guiño para los seguidores de su obra. Pero Ash Is Purest White es la demostración de que se puede hacer algo nuevo, partiendo de material de partida más o menos reciclado.

El magnífico personaje protagonista, según el propio Zhang-ke, surge de la conjunción de los personajes que Zhao Tao interpretaba en Unknown Pleasures, primera parte de Ash is Purest White, y en Naturaleza Muerta, en la segunda. Y su actriz, musa y compañera aprovecha la oportunidad para crear un personaje lleno de matices, una mujer en un mundo de hombres, que evoluciona de la ilusión inicial a la resignación de la madurez, a través de miradas, de gestos y de su forma de moverse. Poco importa que en la primera parte el personaje el personaje sea bastante más joven que la edad actual de Zhao Tao.

El núcleo dramático de la película es la relación entre Qiao (Zhao Tao) y Bin (Liao Fan). La evolución de esa relación desde la efervescencia de la juventud a la madurez, desde la ilusión a la resignación, que Jia Zhangke refleja con una sensibilidad, honestidad y melancolía que había abandonado al menos en sus últimas película.

 

‘3 Faces’ de Jafar Panahi

Con toda una fauna dorada ya en su casa (Leopardo de Oro de Locarno por El Espejo, el León de Oro de Venecia por El círculo y el Oso de Oro de la Berlinale por Taxi Teherán, además de la Cámara de Oro de Cannes por su ópera prima El Globo Blanco), el iraní Jafar Panahi debuta en la competición por la Palma de Oro con Three Faces, su película más sólida de los últimos 15 años.

A Panahi, otro director que no ha podido acudir a la Croisette para presentar su película por no permitírselo las autoridades de su país, le sienta bien el cambio de foco, de alcance y de protagonista de sus películas. Ya no nos encontramos a él contando sus problemas como director y sus circunstancias como en Esto no es una película o Taxi Teherán. En Three Faces cede el protagonismo a sus actrices y cuenta la forma en la que la tradición y las normas sociales escritas y no escritas condicionan y limitan su dedicación al oficio. En el precio que tiene para ellas, su familia y su entorno dedicarse al oficio de actriz. Y lo hará a través de una joven aspirante recién admitida en una escuela de arte dramático, de una estrella del cine y la televisión del momento y de una vieja gloria del cine iraní prerrevolucionario retirada por obligación. Son las 3 caras del título de la película.

La película arranca con un vídeo/nota de suicidio publicado en las redes sociales por una joven aspirante a actriz y dirigido a una estrella consagrada del cine y la televisión. Afectada por el vídeo, y en compañía del propio Panahi se embarca en un viaje al pequeño pueblo de origen de la joven en el noroeste de Irán para intentar averiguar los detalles de lo sucedido. A través de los encuentros con los habitantes y los intentos para averiguar su paradero Panahi ofrece una visión de las dificultades de dedicarse al oficio de la interpretación para una mujer iraní.

Hay una imagen que se repite en 3 Faces. Una estrecha carretera que parece ser la única vía de comunicación por vehículo con el resto de la civilización. Un camino estrecho con capacidad para un único vehículo para el que los lugareños han inventado un código para hacerlo efectivo. Un camino más que suficiente para las necesidades de los hombres, pero insuficiente para las mujeres que quieran salirse de los caminos trillados.   

A Panahi le sienta bien salir de la ciudad, de su casa, de su conflicto y dejar aparcada su rabia interna y abrirse al entorno rural, a los escenarios naturales y a las dificultades que encuentran otras personas para dedicarse a su oficio.

 

‘Girls Of The Sun’ de Eva Husson

Y también nos lleva a la misma zona geográfica y también con una historia protagonizada mujeres, la francesa Eva Husson que debuta en la competición de Cannes con Girls of the Sun. Eva Husson era uno de los nombres de referencia de la supuesta renovación del Festival, su primer largo, Bang Gang (A Modern Love Story), goza de un prestigio que yo no comparto, pero vista la recepción de su segunda película por parte de la crítica, esta parte de la operación renovación parece haber fracasado.

Girls of the Sun cuenta la historia de un comando de mujeres kurdas liderado por Bahar (Golshifteh Farahani), antiguas prisioneras sexuales de los extremistas del ISIS, que se preparan para liberar su pueblo que ha caído en manos de los extremistas. Una fotoperiodista francesa (Emmanuelle Bercot) con un pasado trágico acompañará a las mujeres en su lucha con el objetivo de dar testimonio, sin que en ningún momento, más allá de su tragedia, se llegue a entender o a intentar explicar la razón por la que se encuentra ahí, más allá de dar el punto de vista francés/occidental de lo que se está contando en una utilización de la tragedia kurda que resulta bastante obscena.

Aunque no son sólo de planteamiento y de fondo los peros que se le pueden poner a Girls of the sun. La película salta de forma torpe de las secuencias de los distintos ataques que ejecuta el grupo de guerrilleras a flashbacks que revelan los hechos más relevantes del pasado de sus integrantes. El problema es que, por un lado estos flashbacks rompen la posible tensión creada en las secuencias de acción y por otro, el espectador ya conoce el final de los mismos, por lo que su interés narrativo es limitado.  

Eva Husson le pone la guinda final a esa mirada obscena y esa torpeza narrativa con un final tramposo y lacrimógeno y un epílogo, mientras vemos los títulos de crédito finales, descaradamente manipulador, paternalista y reduccionista.