Crónicas desde Cannes, por Carlos Elorza

La vuelta del ya no non grato Lars von Trier a la Croisette con la esperada y polémica The House that Jack Built ha centrado el foco informativo del Festival.  Spike Lee con BlacKkKlansman y Stéphane Brizé con At War han traído un cine de denuncia de mejores ideales que ideas.

‘The House that Jack Built’ de Lars von Trier

Aunque se ha presentado fuera de competición, The House That Jack Built, la vuelta de Lars von Trier a Cannes, rehabilitado por el Festival tras varios años en los que le consideró persona non grata debido a las declaraciones realizadas cuando presentó Melancholia, se ha vivido como un acontecimiento. Sin lugar a dudas, informativamente era la película del día.

The House that Jack Built es un viaje de 155 minutos al interior de la mente perturbada de Jack (Matt Dillon), un ingeniero metido a arquitecto incapaz de construirse la casa de sus sueños con un trastorno obsesivo-compulsivo y que asesina a gente, y por extensión a la mente del propio Lars von Trier. Todo director habla de sí mismo en sus películas, de su visión del mundo, de sus ideas, de sus obsesiones, de sus preocupaciones, pero pocas veces lo ha hecho alguno con el descaro narcisista y la claridad autorreferencial del director danés en The House that Jack Built. Hay incluso una parte de la película en la que el director danés recurre a imágenes de sus películas anteriores. The House that Jack Built (La casa que construyó Jack), podría haberse titulado también The Movies that Lars Made (las películas que Lars rodó).

Estructurada en 5 partes más un epílogo bastante cuestionable, la película es la confesión de Jack a Verge (Bruno Ganz) en su descenso a los infiernos. Cada una de esas partes cuenta uno de tantos asesinatos violentos y sádicos cometidos por Jack que Von Trier pone en imágenes, sin ahorrar detalles al espectador. El director danés mantiene su capacidad para crear imágenes perturbadoras e icónicas.

Von Trier en ningún momento busca justificar los actos de Jack. Ni darnos los motivos o ponernos en antecedentes. Simplemente nos los muestra como algo intrínseco a su forma de ser. Como sus películas.

El director danés no se esconde. En el primer asesinato establece la relación entre la violencia y el arte. Otros parecen estar inspirados directamente en secuencias de las películas Von Trier, o se incluyen referencias a sus problemas con las mujeres o con los medios de comunicación. Para él la mejor defensa parece ser un buen (auto)ataque. Como el propio Jack dice en la película, la mejor forma de esconder algo es hacerlo de forma evidente. Y el discurso de Lars von Trier es The House that Jack Built es, sobre todo, evidente.

 

‘BlacKkKlansman’ de Spike Lee

Casi 30 años después de que Samuel L. Jackson se llevara un premio especial al mejor actor secundario por Jungle Fever, Spike Lee vuelve a concursar por la Palma de Oro con BlacKkKlansman, la historia de Ron Stallworth, el primer policía afroamericano que consiguió infiltrarse en el Ku Klux Klan en Colorado a principios de los años 70, protagonizada por John David Washington (hijo de Denzel) y Adam Driver.

Pero a Spike Lee no parece interesarle BlacKkKlansman como recreación histórica de unos hechos del pasado. Su principal interés parece ser denunciar la situación de racismo en la América de Trump. El film está lleno de referencias, frases, elementos y diálogos que hacen referencia directa a la actualidad.  Spike Lee y su equipo de guionistas se toman un especial empeño en introducir esos Make America Great Again,  America First, comentarios a los tiroteos de los policías a los afroamericanos y un largo etcétera aunque sea a costa de sacrificar la verosimilitud de los hechos históricos.

Da la impresión de que a estas alturas la impotencia de Spike Lee llega a tal extremo que recurre a la sátira para hacer llegar la denuncia. Lee ridiculiza a los antagonistas, busca el gag continuo recurriendo en algunos momentos a la brocha gorda, pero a su denuncia le acaba faltando pegada.

Spike Lee busca denunciar el racismo que sufren los afroamericanos, y en menor medida los judíos en Estados Unidos. Pero parece empeñado en que seamos conscientes de que quien hace la denuncia es él y llena BlacKkKlansman de encuadres en diagonal, planos de detalle y pantallas partidas o introduce un montaje paralelo bastante torpón alternando los discursos de un dirigente de la lucha por los derechos civiles y del responsable máximo del Ku Klux Klan, David Duke, que no hacen sino señalarle a él como autor de la denuncia, por encima del propio mensaje.  

Pero por si el intento de la denuncia falla, Spike Lee acaba BlacKkKlansman con las imágenes de las manifestaciones y altercados de Charlottesville del verano pasado. Y ahí es indudable que el mensaje del director llega.

 

‘At War’ (En guerre) de Stéphane Brizé

Tras El jardín de Jeannette, su excelente adaptación de la novela Una vida de Guy de Maupassant que se llevó el premio FIPRESCI en el Festival de Venecia de 2016, el francés Stéphane Brizé vuelve a Cannes, acompañado por Vincent Lindon y con una película de denuncia de la situación de los trabajadores con En guerre, tal y como hiciera en 2015 con La ley del mercado, por la que Lindon se llevó el premio al mejor actor.

En ella se cuenta la lucha de los trabajadores de una fábrica de Francia de más de 1100 trabajadores para evitar su deslocalización, el cierre de la misma y la pérdida de su trabajo.

Brizé combina de forma efectiva imágenes de estilo documental, con el reportaje televisivo y las noticias de informativo para contar los entresijos de las negociaciones, las razones de unos y de otros para actuar de la forma en la que lo hacen, la trastienda de lo que normalmente reflejan los medios y reduciendo al mínimo los aspectos personales e íntimos de los que participan en la lucha y sin permitir que sus personajes pierdan la dignidad en ningún momento. Afortunadamente, la vía por la que Brizé busca sus objetivos no es la de Ken Loach.

Brizé como era de esperar, toma parte por el lado de los trabajadores (sería realmente extraño y a priori poco cinematográfico que alguien hiciera una película para explicar por qué las empresas deciden cerrar empresas), sin condescendencia, ni falsa compasión, y consiguió que en varios momentos el público asistente a la proyección aplaudiera. Lástima que cinematográficamente la película se vea y suene como algo ya conocido y que En guerre tenga poco más que aportar que la recreación de unos hechos dramáticos.