Festival de Cine de San Sebastián: Passion Simple
El mundo de las relaciones es fascinante. También el de el deseo y la pasión. ¿Qué lleva a una persona a perder la cabeza por otra? ¿A desearla tanto que cambia las prioridades de su vida? Este tema tan complejo es el que quiere explorar Danielle Arbid en Passion Simple adaptando la novela escrita en 1992 por Annie Ernaux. Un tema complejo abordado de una manera tan simple como promete el título.
Lo más interesante es que la protagonista es una mujer y tanto la dirección como el guión (y la novela que adapta) están a cargo de otra mujer. Es, por tanto, una visión femenina de la pasión irrefrenable que Hélène siente por Alexadre. Nada romántico, nada cabal, solo pasión que primero es divertida y termina por convertirse en enfermiza. Esa pasión le hace sentirse viva, le hace sentir que es dueña de sus decisiones, unas decisiones que ella misma toma y lo hace, simplemente por el placer que le hacen sentir. Toma decisiones que le afectan laboralmente, socialmente y en su faceta como madre; pero ella es plenamente consciente y las toma porque quiere. Visto así se podría pensar en cierto empoderamiento; pero también es verdad que vemos como ella está dispuesta a soportar sus exigencias, sus ritmos y caprichos. A ser “la otra mujer”. Durante un tiempo se podría debatir quién usa a quién, porque parece que los dos se usan para satisfacer sus pasiones más simples, pero poco a poco la cosa se complica.
Es interesante anotar que apenas aparecen hombres en la película. De Alexandre solo conocemos lo que Hélène conoce. No existe más allá de su visión de él. Podría ser una imaginación, una creación de su mente y la película tendría sentido. Los demás hombres que aparecen son el exmarido para sermonearla, un psiquiatra y un desconocido que se ofrece a llevarla en coche porque el barrio en que se encuentran es peligroso. Es decir, las figuras masculinas sólo aparecen para tratar de llevar a Hélène por el camino que ella considera correcto. Otra interesante vía a explorar.
Así que el problema de Passion Simple no es la falta de temas planteados, con esos mimbres se podría haber hecho un gran cesto que contuviera desarrollos interesantes a todas las cuestiones que hemos planteado, sin embargo cuando la película podría ir hacia allí, Danielle Arbid prefiere girar y darle un toque más cercano a un thriller erótico de los 90 (uno de los flojos) en el que lo más importante es la repetición de las escenas de sexo rodadas a base de planos cerradísimos de caderas y culos adoptando posiciones que anatomicamente son imposibles para lograr una penetración.
Mientras, subrayando las emociones con una bonita playlist de canciones usada de manera tosca y evidente, el arco dramático de Hélène avanza a trompicones, atropellando los matices y reflexiones interesantes que surgían del planteamiento inicial del guion. Hablando de atropellos, uno de los momentos más ridículos de la película tiene a uno como protagonista.
El final llega de manera algo abrupta y seguramente con otro tratamiento previo la carga dramática hubiera sido mayor y el sentimiento que despertara otro. Pero Danielle Arbid despedicia un buen planteamiento y a Laetitia Dosch, una gran actriz que hace lo que puede con un papel que no da para más con ese desarrollo.