Reseña de The Velvet Underground, de Todd Haynes
Todd Haynes debuta en el cine documental con The Velvet Underground que, evidentemente, gira en torno al mítico grupo neoyorquino. Eso sí, Haynes evita caer en el relato típico, y ya conocido, de las tensiones entre Lou Reed, John Cale y Andy Warhol, en la falta de éxito comercial, en la espiral de drogas y en cualquier tipo de amarillismo. No, lo que hace Toddy Haynes es hablar del momento y, sobre todo, el lugar, la ciudad de Nueva York como crisol de influencias, disciplinas y actitudes que reventaron la cultura. Como dicen en el documental “no eramos la contracultura, eramos la cultura”. Nueva York como el pedal causante de todo.
Pedal, sí. Pedal en todas sus acepciones. Pedal en música es una nota larga y sostenida sobre la que se apoya la melodía. Una de las características de la música de los primeros The Velvet Underground eran los pedales de John Cale bajo la marabunta sonora del resto de la banda. Nueva York, con su ruido y su mugre, con sus clubes y sus calles oscuras, era la constante que sostenía una actividad cultural en la que todo valía. Una actividad cultural con personalidad propia, diferenciada de la Costa Oeste y que no solo se daba en Nueva York.
Pedal, como los que usan los guitarristas para modificar el sonido de sus intrumentos. Como los que distorsionaban los instrumentos de Lou Reed y Sterling Morrison. Nueva York acogía a gente y artistas de todas las disciplinas y lugares, absorbía sus ideas, sus sonidos, sus colores y los reflejaba distorsionados, distintos, modificados, evolucionados. Todos tenían su bagaje, su formación propia, sus identidad; pero lo que salía de Nueva York, aunque mantenía la esencia original, era distinto.
Pedal, como borrachera. Aunque sea quedarse corto porque lo que pasaba por ahí era mucho más que alcohol, pero esta borrachera no era solo, que también, de alcohol y drogas, era de sensaciones, de experiencias, de temas sobre los que escribir. Era de Lou Reed buscando el peligro de la ciudad para tener temas sobre los que escribir. La propia ciudad como estimulante.
Pedal, como el de la bicicleta, como un mecanismo que hace avanzar y transforma un pequeño movimiento en desplazamiento. Porque aunque The Velvet Underground y casi toda la troupe que pululaba por The Factory, no tuvieron éxito en el momento, hicieron avanzar el arte. Lograron transformar su pequeño movimiento en algo inspirador que dio lugar a un grn desplazamiento artístico. Lograron fusionar disciplinas, tendencias, ideas, tensiones en pequeñas joyas de arte que inspiraron a otros artistas e hicieron crecer su legado. Una fusión de disciplinas que logra Todd Haynes en su película de manera notable. Hay cine, por supuesto, pero también hay poesía y hay pintura -no solo reflejada, sino en la manera en que trata la textura de las imágenes-. Lo que hay, sobre todo, es talento para captar la esencia de un momento y un lugar demostrando que The Velvet Underground puede inspirar, todavía hoy, de muchas maneras distintas.