Ricardo FernándezReseña de La noche del 12
Hay varios temas recurrentes en el cine de los últimos años. Uno, cierto análisis del pasado para justificar la situación actual; otro, mostrar la estructura social que ha oprimido a las mujeres durante décad…. siglos. Como decía sobre el docuemental de Patricio Guzmán, Mi país imaginario, es el momento de voces nuevas que cuenten ciertas historias. Por eso aplaudimos y celebramos películas como El agua en las que mujeres pueden contar, a su manera, su visión del mundo. Eso no quiere decir que no sea interesante ver películas desde el otro punto de vista, sobre todo si, como La noche del 12 de Dominik Moll, están tan bien contadas y asumen su parte correspondiente del fracaso (porque que aún exista el patriarcado es un fracaso de esta sociedad). Por eso la decisión de escoger un crimen sin resolver, un fracaso policial, es una decisión acertadísima. “Cada año, el Departamento de Investigación Criminal abre 800 investigaciones por asesinato. Un 20% de ellas nunca se resuelven. Esta película trata sobre uno de esos” comienza diciendo la película. Que mejor que un fracaso para explicar las causas de otro.
Moll se basa en parte del libro de no ficción de Pauline Guéna, 18.3 Une année à la PJ (18.3 Un año en la Policía Judicial) que, a su vez, se inspiró en parte Homicidio: Un año en las calles de la muerte de David Simon. En concreto, La noche del 12 se centra en el caso de una adolescente que apareció asesinada, quemada viva, en un tranquilo barrio de las afueras de París. Moll traslada la acción a Grenoble, un pueblo a los pies de los Alpes franceses, para constuir un thriller procedimental que sigue las investigaciones de la policía judicial desde el momento en el que encuentran el cuerpo quemado.
Como en Roubaix, la película de Arnaud Desplechin, este seguimiento de la investigación sirve para mostrar los problemas estructurales de la sociedad, los problemas estructurales de la propia policía y los problemas personales de la vida de los propios policías. Y este “los” no es un genérico, la primera mujer policía en el caso aparece a los tres años y, entre otras cosas, dice “crímenes de hombres investigados por hombres, un poco raro ¿no te parece?”. Otro compañero, novato, pregunta antes a ver cómo se van a pagar las horas extras y solo recibe carcajadas como respuesta. Estas son el tipo de cosas, de fracasos, que muestra la película.
Sirviéndose de todos los elementos del género y apoyado en un reparto solvente, una efectiva banda sonora y un gran trabajo de fotografía, Moll construye un thriller sólido a través del cuál vamos conociendo a los posibles sospechosos y la manera que los policías tienen de enfrentarse a sus actitudes y los comportamientos de la víctima. Desde el principio de la película sabemos que nunca vamos a conocer al asesino y lo terrible es que podría ser cualquiera de los sospechosos. Ahí radica el auténtico drama de esta notable película.
