Ricardo FernándezReseña de Boy from Heaven
El director sueco de ascendencia egipcia Tarik Saleh se dio a conocer en 2009 con Metropia, una curiosa película de animación presentada en la Settimana della Critica del Festival de Venecia. Después de eso rodó dos thrillers en su país –Tommy y El Cairo confindecial– otro en Estados Unidos –The Contractor, con Chris Pine y Kiefer Sutherland– y varios capítulos de la televisiva Westworld. Cuando se anunció la presencia de su película Boy From Heaven en sección oficial a concurso del Festival de Cannes fue toda una sorpresa porque su carrera había tomado unos derroteros alejados del cine de festivales.
Boy From Heaven es un thriller político ambientado en El Cairo, en el entorno de la Universidad Al-Azhar, uno de los centros más influyentes del islamismo a nivel mundial. A partir de la sorpresiva muerte por sorpresa del Gran Imán que dirige la institución comienza una lucha de poder entre las distintas facciones de la universidad y el propio gobierno egipcio para designar a su sucesor. Adam, un joven estudiante recién llegado a la universidad desde un entorno rural, se verá envuelto en mitad de la trama.
Tarik Saleh tiene buen pulso narrativo y sabe insuflar ritmo a una historia que a los occidentales puede resultarnos curiosa por tratar de unos entornos y estructuras a los que no estamos acostumbrados, aunque la manera de hacerlo sea siguiendo los esquemas propios del género sin nada nuevo que aportar y sin brillar en ningún apartado concreto. De hecho el guion resuelve algunas cosas de manera algo torpe y los momentos climáticos están montados de forma algo chapucera. También son chapuceras las maneras de las policía egipcia para intervenir en la situación, así que quizá esto sea algo intencionado. En cualquier caso Boy From Heaven no ha logrado aclarar la sorpresa que supuso su presencia en la lucha por la Palma de Oro más allá de cubrir cierta cuota exótica.
