7.5

Tenéis que venir a verla es la séptima película de Jonás Trueba (Madrid, 1981). Protagonizada por sus ya habituales Itsaso Arana, Vito Sanz, Francesco Carril e Irene Escolar, sirve, quizá, como perfecta muestra de lo que siempre ha querido contar, y cómo, a lo largo de su ya no incipiente carrera. Y lo hace, creo, desde la autoconsciencia relajada, tan imperfecta como real. 

Qué bueno es Jonás con los títulos y los carteles de sus películas

Todas las películas de Jonás tienen como piedra angular las relaciones personales (amigos, pareja, familia) y quizá en Tenéis que venir a verla, además de seguir recurriendo a ellas, da un paso más allá, desmitificándolas. La película se contextualiza a finales del año 2020, siendo la pandemia del Covid un elemento más a lo largo de toda la película (de forma como con el uso de las mascarillas, como de fondo por ser objeto de parte de las conversaciones) y muestra cómo la distancia social ha separado, durante meses, a esas dos parejas de amigos. Se han acostumbrado a no verse con tanta asiduidad y el reencuentro resulta algo torpe, incluso frío. La falta de costumbre, porque luego son los perfectos compañeros de baile, o en este caso de ping-pong. 

«Tenéis que venir a verla»

Jonás no abandona ese retrato de relaciones interpersonales que siempre lo vertebra todo en su cine, y además, sirve de perfecto retrato generacional. De la suya, de la de que se encuentra en ese limbo como él mismo denomina en constantes ocasiones en la película que es la transición a los cuarenta, de la vida de no querer parar en casa en pleno centro urbano a la de cuidar de tu jardín de casa de campo, la de decidir si se quiere tener hijos o no, la de seleccionar qué relaciones personales quieres en tu vida. Y sin olvidar, en esta generación concreta, los efectos colaterales de la pandemia. 

«Él quiere; yo no sé si quiero volver a pasar por lo mismo»

Todo ello con la naturalidad que caracteriza el cine de Jonás, con esas miradas cómplices, pausas, mascarillas mal puestas, calcetines dobles y triples para no pagar calefacción y sevidumbres urbanas como tener que bajar la basura a una hora concreta. El costumbrismo, ahora post pandemíco, es una vez más protagonista del cine de Jonás. Porque parece que en sus películas no pasa nada, pero lo cierto es que, con su ritmo pausado, no paran de pasar pequeñas pero significantes cosas constantemente, que construyen ese todo que son sus películas y la vida de esa generación. 

«Let’s move to the country, let‘s have a baby, or maybe two…»

Poco o nada le ha importado siempre a Jonás la sobrevalorada línea que separa realidad de ficción en el cine. Si su anterior película, Quién lo impide, era un documental con un grado de construcción importante, ‘Tenéis que venir a verla’ es una ficción muy pegada a la realidad que vive esa generación. Pero en esta película esa disociación Jonás la relativiza de manera expresa, mostrando elementos del propio esfuerzo de rodaje de la película, con un brillante plano de la protagonista riéndose de ello mientras orina en pleno descampado. Está perdida en ese limbo, entre maleza, pero pocas cosas más reales que ese momento, en el que la frontera entre la realidad y la ficción se difumina sin complejos. 

En el limbo

Y es que en esta ocasión Jonás ha querido romper directamente el muro que separa obra de espectador. Comienza la película, precisamente, con una escena no corta con primeros planos de los personajes protagonistas ejerciendo de espectadores de un concierto en un bar, poniendo el foco en cuáles son las reacciones de ellos a los estímulos del concierto.

Meta espectadora

Lo mismo ocurre en la sobremesa de la comida posterior, en la que los personajes dialogan en torno a lo que una obra (un libro en ese caso) les reporta. Y es que, tal y como dice Jonás en la película, la obra imperfecta como la escultura de torso tallado e inacabado, se finaliza o sublima con lo que el propio espectador de la obra aporta de sí mismo, en un acto consciente de no tomarse del todo en serio, ni a sí mismo ni a su obra, no al menos como autosuficiente. Porque una obra no se termina hasta que no la completa su destinatario, y por eso Jonás nos invita , explícitamente, a ir a ver su película (al cine).

La importancia del arte en general y de las citas literarias en particular es otra constante del cine de Jonás, y Tenéis que venir a verla no es una excepción. Tampoco lo ha sido su sublime momento musical, todo un clásico en las películas del joven Trueba

En La Reconquista tuvimos ese paseo en moto con Rafa Berrio y su Arcadia en flor,

en La virgen de agosto y Quién lo impide diferentes verbenas de verano, y en Tenéis que venir a verla cambia moto por tren de cercanías, que no sabemos si va o vuelve como ellos mismos dicen, en ese trayecto de la ciudad al campo, de una vida a la otra. 

Con unas interpretaciones impregnadas de perfecta naturalidad, y un trabajo de arte y fotografía en perfecta armonía con la mirada, cada vez más precisa, de su director, que a pesar del tono solemne que parece adquirir por momentos, muestra una obra sencilla pero llena de matices, con sucesivas capas (y no sólo de calcetines).

Como ya tituló el propio Jonás su primera película (Todas las canciones hablan de mi), creo que ya puedo afirmar que todas las películas de Jonás hablan de mi, de mi entorno, de mi gente. Creo que es, posiblemente, el cineasta que mejor está plasmando esta generación, la mía , y creo que Tenéis que venir a verla es la mejor expresión de ello hasta la fecha. 

Tenéis que venir a verla

Media Flipesci:
5.9
Título original:
Director:
Jonás Trueba
Actores:
Itsaso Arana, Francesco Carril, Irene Escolar, Vito Sanz
Fecha de estreno:
17/06/2022