7.5

La road movie caníbal de Luca Guadagnino no es una película de terror. Aunque su remake de Suspiria tenía unas ambiciones de género mixtas, había una búsqueda de los códigos de terror a través de un montaje afilado e inquietante y una asfixiante atmósfera cerrada, entre otros recursos audiovisuales. Sin embargo en Hasta los huesos, los elementos formales de terror son más puntuales. También son muy eficaces, pequeños arranques salvajes diseminados dentro de un estilo bien diferente. El tono general de la película es de viaje por un paisaje fílmico y sonoro. Un blues acústico en el que el director italiano se sumerge en el sabor más puramente americano.

Una película marcada por su música

Guadagnino tiene una sensibilidad especial para encontrar el tempo de sus películas y en esta ocasión la música también es muy importante. La banda sonora original está firmada por dos de los mejores compositores del momento, Trent Reznor y Atticus Ross, que dejan atrás sus hiperdinámicos temas electrónicos para concentrarse en sencillas melodías acústicas de guitarra. El director les pidió que no se centraran en el aspecto de terror, en lugar de ello quería enfocarse en la soledad y en la nostalgia. Reznor y Ross nos regalan unas baladas calmadas con largos silencios que alejan tanto las notas entre sí que a veces es difícil observar el conjunto frente a los individuos. Notas perdidas como los personajes de la película: si escuchas bien forman parte de una misma melodía triste. Otra de las directrices para esta banda sonora era que buscaran el sonido de un viaje, del paisaje americano. Y creo que es una de las señas de identidad del estilo de la película.

On the road

La autora de la novela, Camille DeAngelis, además de escribir ficción, también se dedica a las novelas de viajes. Ese espíritu viajero se aprecia bastante en la condición de road movie de la película que va marcando los acrónimos de las ciudades por las que va transitando la protagonista. Un paisaje y una música inequívocamente americanos. Cuando se inicia el viaje, la protagonista escucha la cinta de su padre en el autobús. La cadencia del habla sobre la banda sonora de fondo remite a un estilo de spoken word afroamericano sobre ritmos que evocan el movimiento en la carretera. Además de lo que supone a nivel argumental, esa escena es un resumen perfecto de todos los rasgos estéticos de la película. La soledad, el viaje, el paisaje americano, la música americana.

Nómadas o almas perdidas

Durante este viaje aparecen figuras errantes, almas perdidas. Los devoradores. Podrían ser los nómadas solitarios de Nomadland, pues comparten con ellos muchos de sus códigos estilísticos y de filosofía de vida. Además, como en aquella, la precariedad está presente y detrás de la supuesta libertad voluntaria muchas veces se esconden realidades muy duras. Personajes que se mueven entre el patetismo y lo siniestro como el que interpreta de manera imponente Mark Rylance. Una sola mala decisión puede marcar la diferencia entre un personaje que viaja libremente o que se pierde a la deriva. En ese filo se encuentran los protagonistas, una cálida Taylor Russell y un convincente Timothée Chalamet, que vuelve a dar lo mejor de sí con Guadagnino como en Call Me by Your Name.

Jóvenes tocados por los hogares desestructurados de los que provienen, madurando a bocados, enfrentados a sus propios límites, con el reto de tomar las riendas de su vida desbocada. Personas que transmiten la violencia o el drama con el que han crecido. Es una historia de amor claro, pero más allá de eso es una lucha diaria de ellos contra sus propios instintos y contra los márgenes a los que les empuja la sociedad. Se enfrenta a aquello a en lo que no quieren convertirse, como el citado personaje de Rylance o el inquietante devorador vagabundo interpretado por Michael Stuhlbarg -que también aparecía en Call Me by Your Name– cuya última aparición es uno de los fogonazos de terror de la película. Y es que el verdadero terror aquí es perder el contacto con la sociedad. Como detalle, el personaje del otro, que no es un devorador real (metáfora perfecta de los crímenes de los privilegiados), es el director David Gordon Green, que tiene algunas películas con este mismo espíritu genuinamente americano, como la interesante Joe, con Nicolas Cage. 

Precisamente el citado Nicolas Cage, en otra de las películas del año, Pig, forma parte de este universo folk que se sustenta en las raíces más americanas y que tantos títulos interesantes ha aportado al cine más o menos independiente de USA. Lo curioso en este caso es que estos sabores provengan de un director italiano que además, en ocasiones, se sale de la convención regional e incluye temas del sonido de Manchester. Aunque Joy Division encaje perfectamente con el carácter proscrito de los personajes, contrasta geográficamente con el tono de la película. También hay un componente europeo en el director de fotografía, el georgiano Arseni Khachaturan, que ya descubrimos lo que sabía hacer con la flamante ganadora de la Concha de oro, Beginning, aunque si te dicen que esa foto la ha firmado -y filmado- alguien nacido en Ohio, te lo crees.

Una pareja de criminales en la carretera a lo Bonny and Clyde, pero con un estilo alternativo más a lo En el camino. Jóvenes rebeldes, inadaptados, estilosos. Esos pantalones rotos. Su salvaje adicción es fácilmente asociable a las drogas, algo que suele suceder más en las películas de vampiros que en las del canibalismo, pero la idea de hambre es aquí más física. Por la época y por la incompatibilidad con una vida social medianamente sana, por ser personas que viven en los márgenes, es fácil pensar en la heroína. También se puede percibir una metáfora sobre comer carne, especialmente en la escena romántica sobre un matadero. En ese sentido hay que comentar que la autora de la novela estaba recién llegada al veganismo cuando la escribió.

Ay, ¡que te como!

Quizá lo que mejor define de una manera general la idea central de la película es la dificultad para encajar. El primer arrebato devorador se da en una situación socialmente intensa para una adolescente, en la que es aceptada, aunque sea una chica diferente, aunque venga de una clase económica mucho más baja. Estas ideas sobre la necesidad de adaptación, sobre madurar y sobre buscar su propio lugar a través de la rebeldía, también la idea de la transmisión de madre a hija, remiten muy claramente al mayor referente del canibalismo adolescente: Crudo. Aunque esta, por supuesto, tiene sus propias personalidad distinta de aquella, la de un director que siempre aporta algo especial a sus películas.

Hasta los huesos: Bones and All

Media Flipesci:
6.8
Título original:
Director:
Luca Guadagnino
Actores:
Timothée Chalamet, Michael Stuhlbarg, Taylor Russell, Mark Rylance, Chloë Sevigny, Jessica Harper, David Gordon Green
Fecha de estreno:
25/11/2022