Serie B sin pretensiones
Si alguna vez has soñado con ver a Kylo Ren enfrentándose a un T-Rex, 65 es la película que estabas esperando. Por eso, esta película es más conocida como La película de Adam Driver y los dinosaurios que por su título real. Una película de acción y ciencia ficción al más puro estilo serie B, bajo la producción de Sam Raimi, a la postre un gran amante de la serie B.
Escrita y dirigida por Scott Beck y Bryan Woods, la dupla detrás del guión de «Un lugar tranquilo», «65» nos presenta a Mils (Adam Driver), un piloto espacial que se estrella en un planeta que resulta ser la Tierra hace 65 millones de años, justo en la época dorada de los dinosaurios. Además de Mills, una niña llamada Koa (Ariana Greenblatt), que a Mills le recuerda a su propia hija, es la única superviviente del accidente. Juntos deberán superar toda clase de peligros prehistóricos para volver a casa antes de que EL meteorito acabe con todo (sí, ESE meteorito).
El concepto de un padre que encuentra en una niña que le recuerda a su hija la razón para luchar en un mundo apocalíptico recuerda a The Last For Us, la serie de moda. Pero mientras la serie utiliza ese punto de partida para explorar relaciones, a varios niveles, hacer un retrato de la sociedad, profundizar en los sentimientos y plantear debates, La película de Adam Driver y los dinosaurios (AKA 65) no avanza más allá del planteamiento. La película empieza y acaba ahí. El high concept llevado a su máximo exponente.
Es fácil estos días encontrarse con blockbusters de tres horas o más y no resulta difícil imaginarse esta película plagada de flashbacks que ahondaran en el drama familiar, o de diálogos que trataran de dar una explicación científica a lo que sucede, o de subtramas en el planeta natal de Mills y Koa. Añadidos que pueden elevar la película; pero que mal utilizados son un lastre que la alarga innecesariamente. Beck y Woods no se arriesgan y nos ofrecen una película directa y sin ningún tipo de pretensiones, con un metraje que se mantiene en una ajustada hora y media fruto de la total renuncia a la profundidad narrativa para centrarse en la acción pura y dura. Dinosaurios de todos los tipos, sustos, golpes, geíseres, vegetación salvaje e incluso arenas movedizas. Nada más que rascar.
La falta de pretensiones tampoco debería ser excusa para que, más allá de la velocidad y la adrenalina, el guion no tenga ningún sentido en términos de lógica y coherencia. Algo que podrían haber solucionado con un enfoque más decidido hacia la serie B y la autoparodia. Eso sí, La película de Adam Driver y los dinosaurios sorprende por su buen hacer en el terreno de los efectos especiales, sobre todo cuando estamos acostumbrados a las últimas chapuzas de Marvel.
La película de Adam Driver y los dinosaurios, esa que pone 65 en el cartel, está destinada a aquellos que disfrutan con el toque de serie B vintage pero no necesitan repetir una y otra vez lo que ya conocían. En un momento en el que casi todas las sagas clásicas han sido resucitadas, reinventadas o extendidas con precuelas, secuelas, recuelas o spin-offs, resulta refrescante encontrarse con una película que rinde homenaje sin depender de la nostalgia por actores, personajes o universos ya conocidos