Reseña de Occupied City, de Steve McQueen
Steve McQueen es un artista capaz de ganar el premio Turner, participar en la Biennale de Venecia de arte -antes que en la de cine-, ganar un Oscar a mejor película por 12 años de esclavitud, un Flipesci por Shame o rodar una serie de televisión. En resumidas cuentas, es un artista capaz de hacer lo que quiera. Y lo que ha querido esta vez es Occupied City. Un audaz documental de más de 260 minutos en el que McQueen ofrece una mirada muy especial a la historia y al presente de Ámsterdam, ciudad donde vive desde hace décadas y que sirve como escenario para este extenso viaje visual inspirado en el libro Atlas of an Occupied City (Amsterdam 1940-1945) de Bianca Stigter, socia y pareja sentimental de McQueen además de la directora del del documental Three Minutes – A Lengthening sobre el holocausto. En resumidas cuentas, Occupied City se acerca más a una instalación de videoarte que a las películas más conocidas del director.
Ámsterdam, ciudad que no sufrió el bombardeo tan intensivo como otras urbes europeas durante la Segunda Guerra Mundial, presenta una rica textura arquitectónica que McQueen explora, confrontando las imágenes actuales con los acontecimientos del pasado, buscando paralelismos, evocaciones y ocasionalmente enfrentamientos.
Occupied City se podía definir como un ensayo fílmico sobre la tensión entre el presente y el pasado, una reflexión sobre cómo las ciudades, reflejo de las sociedades, en su constante evolución parecen sufrir un proceso de olvido de sí mismas. En Occupied City, la ciudad es una entidad llena de historias y recuerdos, «fantasmas» en la terminología del autor, que McQueen intenta desentrañar.
La cámara de McQueen, en una especie de viaje fantasmal, recorre 130 direcciones específicas en su ciudad adoptiva durante los primeros días de confinamiento por COVID. Cada ubicación es presentada en su dualidad, contrastando su perturbadora historia de la Segunda Guerra Mundial con su realidad contemporánea. Melanie Hyams, con su fuerte dicción y voz neutra, relata los textos directos y quirúrgicos de Stigter, describiendo los horrores de la ocupación fascista alemana.
El documental carece de imágenes de archivo o testimonios, una elección que convierte a Occupied City en una experiencia introspectiva y subjetiva. Algunos podrían encontrar paralelismos entre la ocupación nazi y las medidas antipandémicas, otros podrían aburrirse o simplemente apreciar la belleza de las imágenes. Sin embargo, al final, cada espectador se llevará una impresión única de esta experiencia. Si alguien me preguntara le diría que yo he sentido que relativizaba la dureza de las medidas antipandemia al enfrentarlas a los horrores nazis y que me fascina la facilidad para olvidar que tenemos como sociedad; pero no me atrevería a decir que Occupied City trata sobre eso, solo sé que a mi me ha evocado eso.
Es un proyecto radical, no apto para todos los públicos, que probablemente se sienta más cómodo en un museo que en un cine tradicional. Sin embargo, para aquellos acostumbrados a estas propuestas, Occupied City ofrece una rica experiencia, incluso si solo se asiste a un fragmento de la obra completa. Occupied City es una manifestación más del talento de Steve McQueen y su capacidad para desafiar las expectativas del público.