Tras el éxito de El agente topo, en la que un anciano contratado por un investigador privado se infiltraba en una residencia de ancianos para investigar los posibles malos tratos de los cuidadores a los residentes, con la que se llevó entre otro montón de premios una nominación al Oscar al mejor documental y un premio del público a la mejor película europea de la sección Perlak del Zinemaldi en 2020, la chilena Maite Alberdi vuelve a Donostia con La memoria infinita, un nuevo documental que ya en enero de este año se llevó el premio al mejor documental internacional en el Festival de Sundance.
Y con La memoria infinita vuelve a tratar el mundo de los mayores y de las personas que los cuidan. Aunque en un tono completamente distinto. Sus protagonistas son Augusto Góngora, un veterano y conocido periodista y locutor de televisión chileno que destacó primero por sus crónicas clandestinas en la época de la dictadura de Pinochet en la que mostraba las vidas de los más desfavorecidos y víctimas del régimen y posteriormente, con la llegada de la democracia por sus programas culturales en la televisión y Paulina Urrutia, su pareja durante más de 20 años, actriz, activista, política y ministra de cultura en el gobierno de Bachelet. La memoria infinita muestra el deterioro físico y mental del periodista enfermo de Alzheimer, fallecido en mayo de este año, y el efecto que el cuidado y la dedicación al enfermo causan en su compañera.
En los últimos años se ha tratado la enfermedad de Alzheimer en el cine desde diversos puntos de vista. Desde meros vehículos más o menos afortunados y exitosos para intentar llevar al Oscar a sus protagonistas como Siempre Alice con Julianne Moore o Lejos de ella con Julie Christie, a documentales como Bicicleta, cuchara, manzana sobre los primeros efectos de la enfermedad en Pascal Maragall o Cuidadores del legazpiarra Oskar Tejedor, al cine de animación como Arrugas de Ignacio Ferreras basado en la novela gráfica de Paco Roca. El valor añadido de La memoria infinita es la forma en la que relaciona la pérdida de la memoria de su protagonista con la pérdida de la memoria de la sociedad, en este caso la chilena y referida al periodo pinochetista, y la forma en la que convierte la película en un alegato que impida que todo eso desaparezca de la memoria colectiva.
Alberdi utiliza el inmenso material de archivo existente sobre sus dos protagonistas, ambos fueron figuras públicas con presencia continua en los medios de comunicación, para incorporar en la memoria del espectador su pasado a medida que el deterioro mental del periodista la va borrando de la suya. Los testimonios de algunas de sus crónicas sobre las víctimas y los desfavorecidos en tiempos de Pinochet, de las emisiones recuperadas de sus programas de televisión borradas y de la edición del libro Chile, la memoria borrada del que era coautor quedan recogidos de forma permanente en La memoria infinita en un ejercicio de recuperación de la memoria histórica de lo que supuso el régimen de Pinochet y los años de democracia posteriores, mientras van desapareciendo de la memoria personal de Góngora.
Aunque Alberdi decide que el núcleo emocional de la película lo constituyan las imágenes actuales de la pareja grabadas específicamente para el documental y los vídeos y fotografías familiares. Opta por un acercamiento en el que priman la emoción y los sentimientos provocados por la enfermedad, frente a otros puntos de vista más intelectuales, racionales o abstractos relacionados con la memoria. Al principio en diversos actos públicos, más tarde en el hogar familiar y finalmente en la soledad obligada por el confinamiento derivado de la pandemia del COVID. Con imágenes muchas veces desenfocadas o mal encuadradas que transmiten la autenticidad de los momentos captados en la intimidad, la realidad de unos momentos robados. A través de esas imágenes y de esos vídeos y fotografías, Alberdi logra captar una relación llena de ternura y cariño, de amor y admiración mutua. Y su evolución a medida que el deterioro en la salud de Góngora lo convierte en una persona más dependiente de Paulina a la vez que ella va notando el desgaste de ese apoyo y de ese amor cada vez menos correspondido hasta que finalmente se quiebra.
La memoria infinita es un documental sobre un enfermo de Alzheimer, sobre cómo su pérdida de memoria es una llamada de atención para que el resto de la sociedad no pierda la suya, pero el alma de la película es Paulina Urrutia, su compañera que además le cuida, le mima y lo ama.