Reseña de Caught By The Tides, de Jia Zhang-ke
El universo de Jia Zhang-ke tiene sus reglas muy marcadas, tanto estilísticas como argumentales. Con largos y bellísimos planos cargados de autenticidad, ya sea en sus películas de ficción o de no ficción, lleva décadas explorando los cambios económicos y sociales en la China contemporánea, enfocándose en cómo estos cambios afectan a las personas comunes. El desplazamiento, la nostalgia y el impacto del progreso en un país en rápida transformación, y cómo las políticas y cambios a gran escala afectan las vidas individuales, especialmente a personajes marginados o sin voz, son temas que sobrevuelan toda la filmografía de Zhang-ke. Caught By The Tides no es una excepción; de hecho, con esta película se acentúa la sensación de que en sus últimas obras el director chino no solo gira en torno a estos temas, sino que también reflexiona sobre cómo sus películas los abordan.
Jia Zhang-ke vuelve a trabajar con Zhao Tao, su esposa y musa, en una historia romántica que se desarrolla a lo largo de décadas. Aunque el auténtico protagonista de la historia es el tiempo, la trama no se centra tanto en las conexiones entre los personajes como en los efectos del paso del tiempo.
La trama se inicia a comienzos de los años 2000 en Datong, una ciudad del norte de China, donde Qiao Qiao (Zhao Tao) y Guao Bin (Li Zhubin) se conocen y comienzan una relación. Guao Bin decide buscar nuevas oportunidades en otra parte del país, dejando a Qiao Qiao esperándolo, aunque finalmente ella decide salir a buscarlo sin éxito. Mientras tanto, China está sufriendo cambios drásticos, por ejemplo, en la región de las Tres Gargantas, donde se está construyendo una colosal presa. Algo que Zhang-ke ya nos había contado en Naturaleza muerta y que ahora vuelve a abordar con descartes de aquella película. Así, remontando material de sus anteriores películas y añadiéndole nuevo, el director chino nos vuelve a hacer un recorrido por su país y, sobre todo, por su cine. Vemos cómo evoluciona su mirada, las técnicas, la tecnología. También lo que permanece, lo que le obsesiona.
Un concepto un poco difuso y demasiado disperso, que afecta al ritmo incluso para tratarse de una película de Zhang-ke. Como siempre, su mirada proporciona momentos de gran fuerza, cargados de significado, pero el efecto de repetición puede resultar poco estimulante para quienes conozcan su obra y, a la vez, es una película tan pegada a su filmografía que quienes no la conozcan pueden sentirse demasiado alejados. De hecho, el mejor tramo de la película es el final, cuando el material es realmente nuevo y fresco.
Este proyecto nació durante la pandemia, cuando Zhang-ke no podía rodar y se dedicó a revisitar su material previo. Ojalá no tenga impedimentos para rodar y pronto tengamos una película realmente nueva y diferente de uno de los mejores directores chinos de su generación.