Reseña de Marcello Mio, de Christophe Honoré
Marcello Mio, dirigida por Christophe Honoré, parte de una premisa metacinematográfica en la que Chiara Mastroiani, interpretándose a sí misma, se encuentra en una audición para una película dirigida por Nicole García, quien también se interpreta a sí misma, y desafía a Chiara a ser más Mastroianni y menos Deneuve, remarcando que Chiara es hija de Marcello Mastroianni y Catherine Deneuve. Esta solicitud desencadena una crisis de identidad en Chiara, quien, bajo la presión del legado de su padre, decide no solo imitarlo, sino convertirse completamente en él, asumiendo todas las consecuencias emocionales y existenciales de tal transformación. Tras su decisión Chiara tiene que enfrentarse a su madre Catherine Deneuve, su ex marido Benjamin Biolay, su ex pareja Melvil Poupaud y su colega Fabrice Luchini, que a estas alturas es fácil imaginar que se interpretan a sí mismos, que reaccionan de diferentes maneras en una trama donde la realidad y la ficción se entrelazan mezclando lo personal con lo profesional.
En su primera parte, la propuesta metacinematog´rafica de Marcello Mio resulta muy interesante. El cine reflexionando sobre sí mismo combinando nostalgia y crítica. Es un planteamiento que no solo sorprende, sino que también divierte, especialmente gracias a las estelares actuaciones de Chiara Mastroiani y una Catherine Deneuve que juega encantadoramente con la imagen pública que se tiene de ella -gustándose mucho y gustándonos mucho- añadiendo un matiz de autoconciencia y humor a su papel.
Sin embargo, el interés inicial de la película se disipa gradualmente. Lo que comienza como un homenaje juguetón y estimulante al cine y sus icónicas figuras se convierte progresivamente en un tedioso estiramiento de ideas ya vistas. La trama, que inicialmente apuntaba a una reflexión sobre el legado y la controvertida noción de los ‘nepo babies’, termina perdiéndose en divagaciones que diluyen su enfoque. A medida que la película avanza, la comedia también pierde su frescura y se torna repetitiva, dejando la impresión de que, tras hallar un punto de partida brillante y original, Honoré no logra definir una dirección clara para su desarrollo. La sensación final es que, pese a su estética encantadora y sus momentos de ingenio, la película parece no encontrar su camino y se queda entre el tributo cinéfilo y la introspección personal sin resolver.