La voz de Fernando Mikelajauregi arrulla, embelesa. Es plácida y grave, y con ella envuelve muchas palabras, todas precisas, que irremediablemente terminan hechizándote. Es su voz la que comentará la Sección Oficial del Zinemaldi 2024 en Onda Cero, y fue también su voz la que entrevistó a Pedro Almodóvar en 1980, cuando presentó Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón en el Festival de Cine de San Sebastián y apenas era conocido. 

Nos juntamos un mañana soleada en el Parque María Cristina, cerca de Tabakalera, para charlar de aquella entrevista y del cine de Almodóvar. ¿El motivo? La entrega del Premio Donostia al director manchego, 44 años después de aquel estreno, hoy ya mítico.

  • San Sebastián, año 80. ¿En qué ciudad y en qué Zinemaldia aterrizaron Pedro Almodóvar y su Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón?

Se estaba estrenando la libertad de una manera apabullante. Era fantástico. Todo el país estaba en ebullición, pues no bastaba con decir que se había acabado la dictadura y la censura, que éramos más libres: había que ejercerlo. Esa efervescencia también llegó al Festival: se programaron títulos más arriesgados en sus diferentes secciones y surgió Barrios y Pueblos, un movimiento popular de las asociaciones de vecinos, muy de izquierdas -incluso más a la izquierda del Partido Comunista, y abertzale- que presionó ferozmente para que las películas del Festival pudieran verse en los cines de barrio y en los pueblos, lejos del entorno supuestamente burgués del Victoria Eugenia, algo que, a mi juicio, pudo perjudicar al Festival e influir en la pérdida de la categoría A, que no se recuperó hasta 1986.

  • No es de extrañar entonces que en esa edición, en la sección Nuevos Realizadores, coincidiesen Arrebato, de Iván Zulueta, y Pepi, Luci y Bom… 

Efectivamente. Ambas películas compartían esa necesidad de ejercer la libertad de la que hablaba, aunque el tiempo y las circunstancias no las han tratado por igual: Arrebato es hoy una rareza -y Zulueta un director de culto-, y Pepi, Luci, Bom… supuso el inicio de la carrera de Pedro Almodóvar, uno de los grandes nombres de la cinematografía mundial.

  • Algo impensable por entonces, supongo.

No del todo. Nadie podía prever en ese momento que Almodóvar llegaría a ser un cineasta tan importante, pero Pepi, Luci, Bom… se convirtió enseguida en una película muy popular (llegó a permanecer cuatro años en la cartelera de Madrid, en sesiones de medianoche) y su siguiente largometraje, Laberinto de Pasiones, ya tuvo mucha repercusión mediática en el Festival de 1982 (recuerdo que, por ejemplo, la sala de prensa estaba llena tras la proyección de la película), lo que nos hizo presentir que aquello era imparable y que teníamos Almodóvar para rato. 

  • ¿Qué expectativas generó la película?

En mi caso no muchas. Conocíamos la Movida Madrileña por la música y parecía que Pedro Almodóvar podía ser el cineasta de aquel movimiento, y eso me hizo sentir curiosidad por verla, pero no demasiada. Tampoco se le dio especial relevancia por parte del Festival (ni siquiera estaba en la Sección Oficial), así que para mí era una película más, como casi todas, aunque con un puntito de morbo por venir de donde venía.

  • Pero sí que entrevistaste a Almodóvar y a parte de su equipo. ¿Cómo conseguiste la entrevista?

Esa es una anécdota de esas que no se olvidan. Resulta que yo trabajaba en Radio Popular, y durante el Festival me ocupaba de un magazine, a las cuatro de la tarde, que duraba una hora. Hacía entrevistas, críticas e informaba de lo que a priori se podía esperar de las películas. Pues un día, un par de horas antes de empezar, me di cuenta de que tenía muy poco material para el programa y que necesitaba algo con cierta enjundia para llenarlo, pues no quería pasarme la hora entera charlando con mis colaboradores, críticos en su mayoría (Ángel Pérez Gómez, Riezu, Juanmi Gutiérrez…). Envié entonces a uno de mi equipo al María Cristina a buscar a alguien a quien entrevistar, y apareció cuando ya había empezado el programa. Le vi a través del cristal, con cara de “ya está, conseguido”, e hizo pasar a los invitados al estudio, sin informarme de quiénes eran. Y de repente tenía a cuatro desconocidos ante mí, y yo haciendo el programa en directo, sin saber qué hacer. ¡Menudo apuro! Les miraba de reojo, perdido, nervioso, hasta que reconocí a Carmen Maura, que ya tenía cierto nombre como actriz, y deduje que el chico que estaba ante mí era Pedro Almodóvar. Luego ya reconocí a Alaska, que también empezaba a ser famosa, y pude comenzar la entrevista (había otra persona con ellos, pero no recuerdo quién era).

  • ¡Vaya papelón! 

Pues sí. Inolvidable. 

  • ¿Cómo fue la entrevista? 

Muy sencilla: ellos querían promocionar la película, y con la labia que tienen, aquello salió casi solo. ¡Si es que yo ni siquiera había podido verla! Les decía “a ver, Pedro, Carmen, Alaska, cómo ha sido esto”, y ellos no paraban de hablar, hasta que se acabó el tiempo. 

  • ¿Les entrevistaste sin ver la película? ¡Qué valiente!

¡No tuve más remedio! Pero tampoco era necesario: se trataba de rellenar un espacio, dejándoles hablar. La cosa es que, de haberla visto, sí que podría haber entrado en más detalles (saber cómo habían rodado la escena de la lluvia dorada, por ejemplo).

  • ¿La liaron mucho?

No. Se portaron bien. Uno podía pensar que, con aquel aspecto tan llamativo, podían haberse puesto espléndidos y soltar cosas raras, pero no. Fue una entrevista como otra cualquiera.

  • Para ti es una entrevista inolvidable, pero… ¿crees que él puede acordarse?

Lo dudo mucho. Sí que recordará que estuvo en varias radios de San Sebastián hablando de la película, pero no creo que si me ve estos días diga “¡hombre, el de Radio Popular que me hizo la entrevista en 1980!”.

  • ¿Cómo fue acogida la película? ¿Generó mucho escándalo?

Yo diría que no. Hay que recordar que los donostiarras más retrógradas -los que de verdad hubiesen podido escandalizarse- no iban al Festival, que era más bien para gente inquieta y de izquierdas. La dirección del Festival tampoco hizo demasiado hincapié en el carácter transgresor de la película y, al no estar dentro de la Sección Ofical, no creo que la viese demasiada gente. El escándalo fue posterior, en su estreno en salas, pero no en el contexto del Festival, al menos que yo recuerde.

  • ¿Qué opinas de Pepi, Luci, Bom…?

Me llamó la atención en su momento. Me pareció una película propia de aquellos tiempos, muy pobre técnicamente (normal por otro lado, pues estaba hecha con muy poco dinero), dirigida por alguien muy atrevido y con mucho desparpajo. La cosa es que a mí me gustaba un cine más elaborado (mis referentes eran Carlos Saura, Basilio Martín Patino, Berlanga o Juan Antonio Bardem, entre otros) y esta película, aun siendo especial por el arrojo y la libertad con la que estaba hecha, si la miraba desde el punto de vista artístico, me parecía una tontería. Si hubiese sido más joven por aquel entonces (yo ya tenía 36 años en el estreno) quizás me hubiese gustado, pero es lo que hay.

  • La película sí que gana mucho si la ponemos en el contexto de libertad que comentas, ¿no te parece?

Sí. Ayudó también a visibilizar al colectivo LGTBIQ+, algo que Almodóvar ha seguido haciendo desde entonces, lo cual es importante.

  • La cuestión es que Pepi, Luci, Bom… supuso el inicio de su carrera cinematografía. ¡Y qué carrera!

Fue algo fulgurante, el típico caso de alguien que está en el sitio adecuando en el momento adecuando. Los críticos franceses comenzaron a alabarle muy pronto, y de ahí irradió a toda Europa y, en pocos años -especialmente a partir de Mujeres al borde de un ataque de nervios- Almodóvar se convirtió en una auténtica estrella. Tuvo algunos patinazos en los 90 (Kika no gustó ni a sus defensores más acérrimos) tras los que pensé, desde mi ingenuidad, que el fenómeno Almodóvar podía llegar a acabarse, pero desde Todo sobre mi madre el éxito –Oscars, premios en Cannes y Venecia…- ha sido imparable. 

  • ¿Te gusta el cine de Almodóvar?

No demasiado. Ya te he dicho que Pepi, Luci, Bom… me pareció una tontería, y tuve la misma sensación con sus primeras películas.  Después sí que mejoró (se ve que a base de hacer películas fue dominando el lenguaje cinematográfico) pero es que me pueden, por ejemplo, las interpretaciones de los actores, que sí que son especiales y participan de su complicidad como director, pero me resultan impostadas.

  • Y yo que pensaba que después de aquella entrevista le habrías cogido cariño…

Pues no. Tampoco es que le odie como Boyero -de hecho he visto casi todas sus películas, y Dolor y Gloria me gusta mucho-, pero no me van esos personajes que subliman tanto el sufrimiento, la autocomplacencia de su cine, sus guiones -parecen estar escritos con falsilla-, el postureo de sus guiños cinéfilos… Me sorprende el revuelo que siempre se forma cuando se anuncia el estreno de alguna de sus películas: creo que en realidad sabe venderse muy bien, y que de ahí viene su éxito.

  • Pues vaya.

A ver, que por supuesto que ha conseguido su público, y chapó por él porque ha llegado muy lejos, pero a mí su cine, salvo excepciones (Julieta, por ejemplo, que también me gusta), ni me va ni me viene.

  • Pues le dan el Premio Donostia.

Es un director muy reconocido y empezó aquí su carrera, así que procede. Y siempre ha tenido mucha relación con el Festival -ha entregado los Premios Donostia a Antonio Banderas, Al Pacino y Woody Allen, por ejemplo-. Es normal que se lo den.

  • ¿Tienes ganas de ver su última película –La habitación de al lado-?

Sí. Tiene pinta de ser más de lo mismo (mujeres que subliman el sufrimiento), pero viene lanzada de Venecia y cuenta con dos actrices formidables (Tilda Swinton y Julianne Moore). Habrá que verla, pero tampoco muero por hacerlo.

  • Para terminar, si pudieses volver a entrevistarle, ¿qué le preguntarías?

44 años le contemplan, ¿cómo se imagina su futuro artístico?

Seguimos charlando mientras avanzamos por Duque de Mandas. Me cuenta que verá toda la Sección Oficial del Festival -pero nada más, porque no quiere atiborrarse de películas- aunque lo que a él lo que le gustaría de verdad es tragarse entero el ciclo Italia Violenta, y me lo introduce, me lo analiza, me lo pormenoriza película por película, y se me cae la baba escuchándole. Qué voz, qué palabras, qué entusiasmo. Menudo personaje. 

Le hago la foto (sale guapo, como siempre), y me despido, satisfecho, y sigo caminando hacia el Bulevar con la sensación de haber aprovechado la mañana, sintiendo también un poco de envidia, porque… ¿quién no querría haber entrevistado a Almodóvar en 1980?