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Las corrientes es el nuevo largometraje de la directora Milagros Mumenthaler, que obtuvo en el Festival de Locarno el Leopardo de Oro y el Premio FIPRESCI y ganó el Astor de Oro en Mar del Plata con su primer largometraje  Abrir puertas y ventanas (2011) que vino al Zinemaldia a la sección Horizontes Latinos. En esta ocasión se ha presentado en la Sección Oficial y es, sin duda, una de las propuestas más solventes de esta 73 edición. 

La premisa de Las corrientes es el drama personal, del que poco a poco vamos sabiendo pinceladas, de Lina, una mujer argentina de 34 años que, en principio, parece que lo tiene todo: Éxito en el mundo laboral y una vida personal familiar aparentemente plena. Pero ya en la segunda escena de la película la directora Milagros Mumenthaler nos deja claro que no estamos ante un drama al uso. En el momento en el que Lina – el personaje que de manera extraordinaria interpreta la actriz Isabel Aimé González Sola – entra al baño en el evento en Suiza en el que le otorgan un premio relativo a su carrera profesional como diseñadora y ésta lo hecha a la basura del baño con la naturalidad con la que se seca las manos, desde ese momento ya estamos avisados de que sólo nos queda rendirnos y dejarnos llevar por el viaje personal pero a la vez universal que nos invita a hacer de la mano de Lina.  


A medio camino entre el drama y la pesadilla; a caballo entre el drama personal y lo fantástico. El viaje que hacemos de la mano de Lina es de todo menos cómodo, fácil y simple. Pero ¿el de quién lo es? Si algo queda claro es que Lina no es más que una mujer joven, trabajadora, que intenta compaginar lo mejor posible su vida personal y profesional, que a la vez se preocupa por seguir sintiéndose «deseable» por su pareja en un mundo impregnado por el patriarcado más gris, que se preocupa porque todo en el seno familiar encaje. Lina intenta que todo encaje pero que no llega a todo e intenta lidiar con la «culpa» de ello. Es decir, Lina somos todas. Y como todas, Lina intenta desprenderse de la mochila de todo ello buscándose una vía de escape: Un «tratamiento» de masaje corporal con sedación en manos de su amiga. Es, quizá, la única fuga que tiene. Es el único momento en el que no siente el peso de todas las expectativas que la sociedad deposita en ella. Todo con un ritmo y una atmósferas que rozan por momentos el fantástico, que nos ayuda a acompañar a Lina en esos momentos en los que se permite, por pura supervivencia, disociarse de la realidad. 


Compleja y llena de matices, no se limita a hacer un análisis de buenos y malos, de lo que está bien y lo que está mal. La directora se atreve con una paleta de grises tremendamente rica y compleja, como ese marido que se preocupa pero no, como ese trabajo que le satisface como profesional de éxito pero del que depende del nombre «comercial» de su marido, como es el intento de escapar de traumas infantiles pero dejando de facto a su madre fuera de su vida, como de esa maternidad que disfruta pero que, a la vez, no le da libertad de toma de decisiones que ella anhela. 

Tan real a veces, tan onírica otras, la película nos deja claro que nada es fácil, ni distinguir la realidad de la ficción, ni distinguir la expectativa de la pensadilla. Lina se encuentra a caballo entre dejarse llevar por la corriente de lo establecido y el fluir con la corriente instintiva que le nace de dentro. Nada es fácil, ni en la vida de Lina ni en las decisiones que toma la directora en la película, pero tienen como resultado uno de los mejores retratos de los retos a los que se enfrenta la mujer hoy en el mundo occidental. Y es que Las corrientes se atreve a representar que es difícil ser mujer hoy, y éste es, a su vez, un retrato tan actual como eterno. 

Las corrientes

Media Flipesci:
7.1
Título original:
Director:
Milagros Mumenthaler
Actores:
Isabel Aimé González Sola, Esteban Bigliardi, Claudia Sánchez, Ernestina Gatti, Jazmín Carballo