Crítica de Amor y amistad
Allá por los años 90, el director Whit Stillman leyó una novela de Jane Austen. Al final de la misma, de regalo, se encontró con otra menos conocida, Lady Susan. La leyó y quedó encantado, le parecía demasiado bueno para no ser conocido. Era un personaje distinto, una antiheroína manipuladora, fascinante, cínica. Supo que quería llevarla al cine. Se trata de una novela epistolar que Austen escribió siendo joven y que no llegó a publicar. Salió a la luz muchos años después de su muerte. Al contrario que otras novelas de la autora, esta apenas ha tenido adaptación, solo para la televisión hace unos años.
Pero volvamos a los 90. Stillman por entonces debía estar muy encaprichado con la escritora. No hay más que ver Metropolitan, su ópera prima, que, además de contener varias conversaciones explícitas sobre la escritora, tiene un estilo temático muy similar en varios aspectos al de Austen. El caso es que entonces, cuando leyó Lady Susan, no debía ser el momento y han pasado veinte años hasta que se haya lanzado a adaptarlo. Supongo que si la novela se ha conservado bien durante doscientos años, podía esperar veinte años más sin perder frescura. El título de la película, sorprendentemente, no solo no es Lady Susan, sino que es el título de otra novela de Austen.
Decía que la novela se ha conservado bien durante 200 años, y es que es admirable lo bien que se mantienen las obras de Austen sin apenas retocarlas. Será por su ironía, por su humor, o porque, salvando las distancias sociales, algunas cosas no han cambiado tanto. Por eso los jóvenes pijos de Metropolitan pueden tener que ver con aquellos personajes. Es importante que, al trasladarla al cine, el material resulte fresco y tenga el atrevimiento de cuando fue escrito. Una visión conservadora estropearía completamente el producto. Para ello, Stillman juega con divertidas presentaciones subtituladas de sus personajes, o con trucos visuales con la escritura. La acción es así mucho más ágil que si hubiera respetado de alguna manera la estructura epistolar del original. El director explica que aunque la fuente literaria es la novela, la inspiración cinematográfica está más cerca de Un par de seductores. Un acierto, apoyarse en aquella comedia que era divertida, elegante y con unos personajes tan cínicos y granujas como Lady Susan.
Esta protagonista villana tiene tanto carisma que su manipulación nos divierte, no resulta detestable. La desvergüenza de indignarse, cuando es pillada con las manos en la masa, porque han leído su correo, tiene tanto orgullo que uno solo puede aplaudir. Está muy bien interpretada por Kate Beckinsale, que a la vez es una seductora MILF y una carismática manipuladora. Aunque tengamos a la actriz más en mente por sus taquillazos embutida en látex, lo cierto es que en sus inicios ya participó en adaptaciones de clásicos de la literatura inglesa, y entre ellos, Emma de Jane Austen. Quiero aclarar que no cuento a Pérez Reverte (La tabla de Flandes) entre esos referentes. Además, la actriz ya había trabajado con el director en The Last Days of Disco, de 1998, en la que, como en esta, era amiga de Chloë Sevigny.
Aunque ambas actrices están realmente bien en sus papeles -a Sevigny le sienta muy bien el descaro de la amiga americana- tengo que decir que el descubrimiento es el robaescenas Tom Bennet, el actor que interpreta al atolondrado Sir James Martin. No sé si es por su interpretación o por las delirantes líneas de diálogo del personaje, pero cada vez que aparece llega la carcajada. Encaja perfectamente con el tono divertido y ligero de la película, que es el mejor acierto. Y de paso, nos deja entre broma y broma alguna pequeña pero lúcida reflexión sobre la esencia dogmática de las normas religiosas.
Al contrario que otras adaptaciones de Austen, que tienen un componente pasional, romántico y dramático; Amor y amistad es más bien desafectada y su desenlace es bastante anticlimático, quitándose importancia y rompiendo de forma inesperada las estrategias de sus personajes. En eso también es fresca y moderna, para bien y para mal. Esto, además de algunos atrevimientos formales que he comentado antes, la sitúa en la línea del cine indie, de películas que no remarcan los arcos dramáticos ni pretenden tener finales y principios tajantes. Recordemos que esta película se estrenó en el festival de Sundance. Seguramente, si Jane Austen viviera ahora sería indie. O quizá siempre lo fue. En cualquier caso, un gran acierto adaptarla sin caer en lo académico y excesivamente respetuoso.