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Denis Villeneuve se atreve con la nueva versión de Blade Runner. 35 años después. El mundo ha cambiado. Y el futuro también. Los villanos evolucionan. Ya no son viejos de aspecto decrépito y malvado; ahora son prohombres atractivos enamorados de sí mismos. Mesiánicos. Salvadores de la humanidad que han encontrado la solución al hambre. Gente más parecida a Elon Musk o a Steve Jobs. Este cambio lo hemos visto en el remake de Robocop, con el blanqueo del presidente de la OCP. También ha cambiado Lex Luthor en Batman v Superman, ahora más parecido a Mark Zuckerberg. La cara amable del poder. El neoliberalismo frente al capitalismo salvaje.

La opresión del sistema es más sutil, convenientemente asumible. A los replicantes ya no se les persigue para matar, ya no hace falta. Ahora obedecen. El racismo que sufre K es el mismo de siempre. Pellejudo. Lo tiene en su propio trabajo, por parte de sus compañeros y sus superiores. Pero lo acepta, lo asume con resignación y disfruta de su piso bien amueblado y de su novia virtual. Es un buen ejemplo de esa generación que acepta la explotación laboral a cambio del opio tecnológico: tener un móvil de última generación, una cuenta de Facebook y una mesa de Ikea. Una generación obediente y sumisa que ha crecido lejos de la rebeldía. Ese es K, un ejemplo de nuestra generación, dispuesto incluso a renegar de su propia memoria si difiere de la verdad del sistema. Alienado. Con una falsa sensación de protección y comodidad. Sin dignidad. Y es así porque, como le explica el primer replicante, no ha visto nunca un milagro. Podríamos decir que no ha visto cosas que vosotros no creeríais. Una generación que ha vivido sin grandes tragedias ni grandes hazañas.

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La estética de Blade Runner 2049

Uno de los mayores aciertos de la película es la libertad de prescindir de la estética anterior. De esta manera, el director de fotografía, Roger Deakins, ha podido dar rienda suelta a su talento. Seguramente ha sido el que más libertad ha tenido. Mientras que, por ejemplo, Hans Zimmer ha compuesto una banda sonora muy a la sombra de la película original, que aún siendo correcta y más que digna, ni tiene la potencia de Vangelis ni tiene la personalidad de Zimmer. Hay que recordar que Zimmer ha entrado expresamente para esto, para ser fiel al material de la primera parte, después de que el trabajo del anterior compositor, el habitual de Villeneuve, Johan Johansson, fuera descartado. Deakins, sin embargo, ha imprimido de forma mucho más clara su sello, que recuerda al trabajo que hizo para Skyfall, por ejemplo, con luces de neón en la oscuridad. Mezcla planos con luz muy limpia, clara y sutil; con otros artificiales o mucho más atmosféricos. La secuencia de pelea nocturna junto al mar, el mundo exterior blanquecino y detallista, el naranja atrapado en el tiempo de Las Vegas. Ha cambiado los escenarios recargados y retro del edificio Tyrell por una decoración geométrica básicamente definida por una iluminación agresiva.

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Villeneuve, como Deakins, consigue marcar su estilo, con un desarrollo pausado y con imágenes de emociones subrayadas. No faltan sus planos aéreos que aquí además tienen un pie en la película original. El gusto por las texturas. Su manera de mostrar sin hablar. Por ejemplo, descubrimos al principio que K es un replicante, simplemente contemplando la contundencia de la pelea. Villeneuve juega de una manera más profunda que Scott con la fragilidad de la realidad, acercándose más a Philip K. Dick. El problema es que tiene que lidiar con un guión con demasiadas carencias. Tiene algunos atajos muy poco cuidados. Los personajes no tienen garra y mucho menos la historia de amor. Abre demasiados temas que no remata satisfactoriamente. No es que la original brillara por su guión pero al menos tenía una trama sencilla y directa que funcionaba sin dispersión. Aquí se quiere abarcar demasiado. Quizá se deba a que quieran continuar con la saga, pero hay personajes que quedan sin desarrollar. Uno de los mayores problemas del guión es que se ve obligado a hacer extraños malabares para conectar con una primera parte que no pedía secuela.

La secuela de Blade Runner

Las comparaciones son odiosas y no tiene sentido pedirle a esta película que esté a la altura de la que está considerada uno de los clásicos más importantes de la ciencia ficción. O quizá sí, quizá sería bueno que lo exigiéramos, en vez de conformarnos con una secuela digna y respetuosa con el original. Blade Runner apostó, y a corto plazo perdió. Perdió en público y en crítica, porque había arriesgado. La versión de Villeneuve no arriesga en nada. Es un producto diseñado para que nadie tenga queja. Para tener contentos a todos. Como la nueva trilogía de Star Wars. No queremos que vuelva a ocurrir lo mismo que con la cuarta entrega de Indiana Jones, que quiso ser coherente con el desarrollo de su personaje y arriesgó, defraudando a muchos fans. La cuestión ya no es comparar, sino ver de qué manera ha afectado negativamente la existencia de la original a la construcción de la nueva.

La fórmula pasa por ser más concesivo con el recuerdo del espectador que con la esencia de la obra. Para el espectador, Deckard y Rachel son un mito, como lo eran Han Solo y Leia (bueno, no tanto). Así que la película toma esa premisa y les da un nivel que alcanza casi la profecía divina. Esta mitología es externa la obra. Así traicionan la esencia de un personaje que simplemente era un policía decadente. Es como si hubieran implantado una memoria falsa en la historia. ¿Hacía falta que apareciera el personaje Edward James Olmos? Solo está ahí para satisfacer la nostalgia. Y el guión está retorcido para que Deckard tenga un papel destacado.

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Siguiendo con esta mitología religiosa, esa que casi nos dibuja a la Virgen y a San José, sin duda tenemos a Jared Leto como un aspirante a la divinidad. Frente al verdadero Dios, Tyrell, que obró el gran milagro. Hasta en eso la nueva secuela baja la cabeza: el milagro ocurrió entonces y no se puede repetir. Quizá se refiere a eso el primer replicante cuando dice “Nunca has visto un milagro”, quizá esta nostalgia nos lleva a insinuar que los milagros cinematográficos ya se hicieron entonces. El personaje de Leto emulando a Tyrell es una buena alegoría, buscada o no, de Villeneuve intentando estar a la altura de la original. El nuevo aprendiz de dios, este creador vanidoso, al estilo de Javier Bardem en Madre!, le dice a Ford: “he creado este ángel para ti”. Esto, no solo entronca con ese símil divino, también envía un mensaje directo al espectador. Villeneuve ha creado este nuevo ángel para nosotros, técnicamente perfecto, que quiere repetir nuestras emociones.

Desgraciadamente, más allá de todo análisis, hay algo dentro que nos dice que esta nueva entrega no tiene los ojos verdes.

Blade Runner 2049

Media Flipesci:
7.5
Título original:
Blade Runner 2049
Director:
Denis Villeneuve
Actores:
Ryan Gosling, Dave Bautista, Robin Wright, Harrison Ford, Mark Arnold, Vilma Szécsi, Ana de Armas, Wood Harris
Fecha de estreno:
06/10/2017