Música para de fondo para esta crónica: El artista de Hidrogenesse.

Exposición ExP 2016 Elfindelmundo

¿Os acordáis del final de El protegido? Si no habéis visto esa maravilla podéis saltaros este párrafo, que tiene menos relevancia que la milla de la paz. Al final de El protegido, Elijah Price, el personaje de Samuel L. Jackson, se revela como Don Cristal, un villano que ha estado buscando a su antagonista, causando catástrofes para descubrir dónde emergía el héroe irrompible. Esa idea me vino a la cabeza ayer. Quizá, Donostia 2016 es una organización malvada que ha sembrado el caos en toda la ciudad para que emerja, como respuesta, un movimiento artístico independiente con talento y sin soporte institucional. Catástrofes no han faltado: desde la inauguración del supervillano Hansel Cereza, hasta la sonrojante censura de hace unos días, pasando por un despilfarro indiscriminado y una preocupante ausencia de músculo artístico. Así que, cuando ya se está acabando el año, un colectivo de artistas que se recogen en las siglas ExP, han decidido que tenían que dar su punto de vista sobre la capitalidad -y de paso, un poco también sobre la esencia donostiarra- y lo han hecho de la manera que saben: con sus obras.

Los contraplaners llegamos un pelín tarde y el evento acaba de empezar. Lo que nos encontramos, en la sala de exposiciones del CC Egia, es una grupo de personas de variada edad rodeando una mesa con picoteo, desde una disciplinada distancia, mientras suena, a modo de ritual de iniciación de una sociedad secreta, o de la fiesta de Eyes Wide Shut, una música épica, apocalíptica -por algo la exposición se llama “El fin del mundo”. Como somos gente valiente, a pesar de todo decidimos entrar en esta Donostia subterránea. Nos acurrucamos en una esquina, donde no se nos vea mucho, no sea que al final vayan a pedir un sacrificio humano, y veo que a mi espalda hay colgadas unas cuantas flechas rudimentarias. Todo bien. En determinado momento, aunque la música sigue, los organizadores dan el pistoletazo de salida, como si hubiéramos mantenido un minuto de silencio por la muerte de la cultura. En realidad, lo que estábamos haciendo era escuchar la presentación de la composición musical que Álex González ha preparado para el evento, y que nos acompañará durante todo el evento, no sin crear cierta inquietud.

Trump en el GuernicaExP nace en 2004, aunque habían estado parados los últimos cinco años, según nos cuenta Iñaki González Gurpegi, uno de sus fundadores, y el que me ha reñido por traspasar la línea de seguridad de sus flechas, cuando he entrado a esconderme del ritual de bienvenida. Le recuerdo perfectamente de un coloquio en el cineblub Kresala en el que discutía con una señora, con ímpetu y una pizca de amargura, sobre lo positivo de la experimentación en la juventud (sexual y de todo tipo) y que se estaba perdiendo en nuestra sociedad más correcta y formal. Me cuadra ahora escuchar su disgusto hacia el vacío del arte institucional. No duda en calificar la capitalidad europea como un simulacro. Sus flechas, talladas a mano, de aspecto tosco, primitivo, salvaje, apuntan a carteles en los que se pueden leer elementos de Donostia 2016, Tabakalera y los partidos políticos -incluso los partidos fantasma como C’s en Euskadi. La obra se llama “Respuesta salvaje a una descapitalización cultural (toxicológica)”. Nos cuenta que la sociedad está anestesiada, y eso está muy presente en la exposición. Mala leche pero con ironía y talento.

No es un hobby, es una necesidad

“Con sesenta años, uno no se pone a hacer estas cosas si no es una necesidad”, nos cuenta Gurpegi. No es un simple hobby. En el colectivo hay gente de todas las edades. Cada uno tiene una trayectoria independiente. También cada uno tiene su estilo. Por ejemplo, Fermín Gorosábel, que con sus dibujos y grabados ha reproducido algunos elementos de la ciudad, como el peine de los vientos reconvertido al símbolo del euro, o, mi favorito de esa serie, un San Sebastián (el santo, no la ciudad) torturado por tenedores y cucharas en lugar de flechas, con la indicación “San Sebastián solo piensa en comerse a San Sebastián”. Contemplarlo y picar un pintxo de tortilla, todo uno. Que no sería parte de la exposición, pero estaba buenísima.

San Sebastian

“San Sebastián solo piensa en comerse a San Sebastián”

Mientras miro las incisivas obras de Gorosábel, o mientras me sirvo un poco de vino, no recuerdo bien, me llaman la atención dos pinturas al fondo, de un azul nada relajante, más bien todo lo contrario. El mar embravecido, en una de ellas, desde una mirada subacuática, casi ahogando a quien la mira; en la otra, azotando con su oleaje una isla de Santa Clara que se está hundiendo, quién sabe si para siempre. Me intereso por su autora, la joven Lucía Fermín, que afortunadamente anda rondando por ahí. Nos explica el hundimiento y que debemos imaginarnos cómo estará el resto de la costa. La ciudad se hunde, con la gentrificación a la que favorece Donostia 2016. Nos explica el significado de los reflejos rojos en el mar. En realidad nos da varias opciones porque no quiere dejar cerrado el significado. No las contaré, para que cada cuál se monte su cuadro, pero sí que os puedo decir que una de esas opciones me resulta deliciosamente ácida. Crítica aparte, lo cierto es que las dos obras me generan emociones oscuras.

Junto a ellas, una especie de neo-Guernica en el que aparece nada menos que Donald Trump. Quizá tenga algo que ver con la posverdad, muy aplicable a Donostia 2016. En cualquier caso, un horror llevado a nuestros días. Este cuadro ambicioso es de Juan Carlos Cardesín. Al lado, la obra de otra de las jóvenes artistas del colectivo, Alaitz Gómez, que se compone de una escultura y de las fotos sobre la misma. Es un recipiente de cristal empapado en “sangre”, colocado sobre restos de publicaciones de Donostia 2016. En el recipiente hay un euro. Además, el euro tenía en su cara al Hombre de Vitruvio de da Vinci, que le da un toque humanista y artístico añadido. Todo bastante inquietante, incluida una calavera de animal que aparecía en una de las fotos, sobre el recipiente. Una idea bastante apocalíptica de lo que quedará después de 2016.

Advenimiento

Para terminar, unas fotografías de Juan Crespo Gete, que recogen algunos lugares de Tabakalera sobre los que sobrevuela un cerdo, homenajeando el disco Animals de Pink Floyd. No ha perdido oportunidad, tampoco, de recoger el cartel “GU” hundido en el río. Este último caso es un claro ejemplo de lo que comentaba al inicio, la propia organización de Donostia 2016 nos regaló una “performance” maravillosa con su cartel hundido en el río, que solo ha hecho falta fotografiar (aunque en este caso hay un juego de montaje fotográfico), y que fue muy celebrada en redes sociales. ¿Y si todo este continuo desastre y chorreo de dinero no es más que una acción artística, una manera de provocar a los ciudadanos? Sería un giro perfecto. No.

La exposición

  • Hasta el 30 de diciembre, momento en el cual habrá una despedida con grupos en directo.
  • Sala de exposiciones del CC Egia
  • De 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 21:00