Carta a Bárbara Lennie con motivo de su actuación en María (y los demás)
Querida Bárbara Lennie.
Te escribo esta carta sin conocerte, aunque con esa extraña sensación de familiaridad que se tiene con algunos actores tras muchos años de pasar (buenos) ratos “juntos”. Bien pensado, en realidad, tampoco han sido tantos años, ni tantas películas, si lo comparo con otras actrices; pero es que has brillado tanto en que en cada película que te has quedado grabada en mis pupilas. Has pasado de ser “la chica del larguísimo monólogo en Los condenados”, aquella película de Isaki Lacuesta que pude ver en el Zinemaldia de 2009, a ser una de mis actrices favoritas. Seguramente no seré el único que te tenga entre mis favoritas.
No pude ver María (y los demás) en el reciente Zinemaldia, es difícil cuadrar horarios cuando hay tanta oferta, pero todos los que si la vieron me la recomendaron. De hecho aparece en esta misma página como una de las destacadas de la edición. Todos, sin excepción, coincidían en afirmar “Barbara Lennie está estupenda” y no pocas veces escuché la respuesta “como siempre, ¿no?”. Una vez vista me sumo a los elogios y me reafirmo en la respuesta habitual.
En María (y los demás) todo gira en torno a tu personaje, esa María ya aislada de los demás incluso por los paréntesis del título. Una mujer que ha dedicado los últimos años de su vida a cuidar a su viudo padre enfermo y que, se adivina, siempre está disponible para esos “los demás” que no dudan en recurrir a ella cuando lo necesitan. Sin embargo, María no encuentra el momento, quizá el valor, para dedicarse a ella misma. Tu interpretación refleja perfectamente cómo María siente que el tiempo se le escurre entre los dedos cada vez que, a su alrededor, sus amigos y familiares encuentran pareja, tienen hijos o cumplen proyectos.
Esos “los demás” no dudan en recriminar a María que no haya acabado esa novela que lleva años escribiendo o que no tenga pareja estable. Quizá eso le impide disfrutar de su trabajo en una editorial o de los buenos ratos con su amante habitual. ¿María es infeliz porque no tiene lo que quiere o porque no tiene lo que los demás quieren para ella? Esas dudas se reflejan en tu rostro, que dibuja todos los matices que necesita un personaje como el de María.
Esa magnífica interpretación ayuda a que el guión, firmado por la directora Nely Reguera junto con Valentina Viso, Eduard Solà, Roguer Sogues y Diego Ameixeiras, logre no caer en lugares demasiado comunes o tópicos. Con esto no digo que sea un mal guión, todo lo contrario, pero mal llevado podría haber caído en la enésima película sobre personas que se sienten solas y perdidas. Tu interpretación lleva al personaje más allá del guión, sacando a la luz ese trasfondo que no se puede escribir en un frío guión, sólo se puede sentir.
También es cierto que no sólo tú estás bien en la película. La puesta en escena de Nely Reguera funciona tanto en los momentos en que tu personaje está en soledad como en los corales, el resto de compañeros de reparto cumplen con solvencia (aunque queden algo eclipsados por tu actuación) y el guión sabe jugar con el humor y el drama sin caer en la risa tontorrona ni en la tragedia más pesada, evitando el discurso fácil y la moralina.
Así que, Nely Reguera ha firmado, y filmado, una notable película en su primer intento. Curiosamente se puede emparejar con Tres días con la familia y Todos queremos lo mejor para Nora, los dos primeros trabajos de Mar Coll, otra estudiante de la ESCAC, formando un interesante tríptico sobre mujeres desorientadas en ambientes familiares tan bienintencionados como egoístas. Pero es que lo tuyo no es notable, no. Es puro sobresaliente.
En una misma escena pasas de transmitir la alegría traviesa de una chiquilla haciendo una travesura, a la vergüenza de ser pillada con las manos en la masa. Acto seguido tu mirada refleja los celos y la rabia que no eres capaz de disimular y la frustración por no poder evitarlo. Cada gesto, cada movimiento, es una capa más en tu personaje. Una María tan bien construida que no puedo evitar empatizar con ella, quererla y comprenderla incluso cuando se comporta de forma cruel y egoísta.
Espero que una lluvia de premios caiga sobre ti por esta interpretación, aunque los premios cinematográficos no siempre suelen ir acompañados del rigor que deberían. Excepto los Flipesci, claro. Y para esos ya tienes mi voto (y alguno más) en las nominaciones. En un año lleno de actrices brillantes realizando actuaciones igualmente brillantes –Amy Adams, Cate Blanchett, Rooney Mara, Isabelle Huppert– la tuya es, por derecho propio, una de las mejores. Podría haber escrito una carta similar a alguna de esas actrices –Amy, Cate, os adoro también- pero ellas no la hubieran entendido y mi inglés no es lo suficientemente bueno. Además, ellas son estrellas internacionales y estarán aburridas de halagos (si es que uno se aburre alguna vez de eso); pero tengo la sensación de que, aunque somos muchos y cada vez somos más, no somos los suficientes los que sabemos que eres una de las mejores actrices del momento.
Por eso, gracias y, por supuesto, mucha suerte.
Te veo en tu siguiente película.