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No es justo comparar esta adaptación con la de 1995, porque aquella es una de las mejores obras de anime de la historia. Esta es una aceptable película de acción, siendo generosos. Nada más que eso y bastante lastrada por su pretensión de ser algo más.

Shell

El anime original tenía una magia especial, con una estética deudora de Blade Runner y una épica banda sonora oriental futurista a veces, y en otras ocasiones, de sintetizadores melosos que recuerdan al mejor policíaco de Michael Mann. Todo tenía ese cyberpunk místico tan japonés, con una sensibilidad especial que es difícil de conseguir. Me parece obvio que la nueva versión no lo consigue, a pesar de algunas escenas estén calcadas. No se trata de copiar plano a plano, sino de tener esa autoría capaz de dar con el punto exacto. Rupert Sanders no la tiene, y ya lo sabíamos después de ver su anodina Blancanieves y la leyenda del cazador. La estética de la película se parece más al ciberpunk americano de los 90, a cosas tan poco rescatables como Johnny Mnemonic. Con efectos especiales que en aquella época nos habrían seducido. A día de hoy, lo básico. No hay rastro de imaginación en los diseños.

Está aderezada, eso sí, con esa nueva tendencia a estilizar la robótica. Con una introducción que parece, por proceso industrial y por estilo, la intro de Westworld, la serie. Una estilización de diseño que no sé si es culpa de Steve Jobs, Audi o de aquel videoclip de Chris Cunningham para Björk. Por lo demás, una esforzada imitación, en la que hasta el personaje de Scarlett Johansson se mueve como el personaje animado. Tanto que a veces resulta excesivamente caricaturesca.

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Ghost

De la complejidad del anime queda poco. Todo lo relacionado con la inteligencia artificial y la evolución del ser humano está simplificado al máximo. En su lugar, unos cuántos tópicos suficientemente asumidos ya por el gran público. La malvada corporación que ha borrado la memoria de la protagonista y la ha convertido en una sexy máquina de matar. ¿Os suena? Sí, es el argumento de Resident Evil, y ahí está el nivel. El problema está en tener el nivel intelectual de Paul WS Anderson y nada de su descaro. Pretende ser sobria y trascendente, con tendencia al drama, y el material no da para más que una buena dosis de acción. Malos malísimos, víctimas resentidas -el maestro de marionestas convertido en villano de opereta-, toda una serie de personajes cliché. Y por supuesto, contado de la manera más ordenada posible, primero la causa, luego el efecto, para que nadie se pierda ni cinco minutos. Dramas de un nivel sentimental de parvulario, que no serían un problema si funcionaran en un segundo plano para peleas y tiros, y no con el protagonismo que se les da.

Uno de los problemas de la película es que han querido ser respetuosos con el original, copiando algunas escenas al detalle, cuando el argumento, por su simpleza es otro diferente. Ocurren cosas muy distintas pero con una pinta muy parecida. El resultado, lógicamente, no encaja. En realidad, el respeto no es tal. Se trata de mitificar un producto, venerarlo como parte de la oferta. No es tomar una inspiración para crear una nueva obra, el objetivo es hacer una especie de ofrenda al original, sin que importe la coherencia interna. Este fenómeno lo hemos visto recientemente en la desastrosa secuela de Trainspotting o en Star Wars VII. Tratan a las originales como obras en una vitrina.

En definitiva, el resultado se queda a medias de todo, porque como ocurre en muchos productos actuales del viejo Hollywood, no hay valor para tomar un camino. Juegan solo a no perder. Esto, unido a la clara falta de talento e imaginación, hacen de esta una película absolutamente rutinaria.

Como ensalada de tiros, se deja ver.

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Ghost in the Shell

Media Flipesci:
5.5
Título original:
Director:
Rupert Sanders
Actores:
Scarlett Johansson, Pilou Asbæk, Takeshi Kitano, Juliette Binoche, Michael Pitt
Fecha de estreno:
31/03/2017