Festival de Cannes 2017: Lynne Ramsay aprieta en el sprint final
Con You Were Never Really Here se ha cerrado la competición de Cannes 2017 entre ovaciones y abucheos. Lo que se puede esperar de una película tan excesiva y abstracta como la dirigida por Lynne Ramsay. Se agradece una película así de estimulante a estas alturas de Festival y más en una edición en que no ha habido películas que generasen entusiasmos desmedidos u odios furibundos. En la balanza parece que ganan con claridad las ovaciones y que casi nadie se queda en termino medio. Pues bien, quien esto firma es uno de los pocos que si lo hace.
La película protagonizada por Joachim Phoenix es un thriller sobre un veterano de guerra que trabaja como asesino y matón a sueldo al que encargan rescatar a la hija de un político. De trasfondo las cicatrices de su pasado, las cicatrices producidas por un mundo cruel y sin esperanza. Alrededor una espiral creciente de venganza y corrupción.
La propuesta de la directora de Tenemos que hablar de Kevin es una especie de Taxy Driver lynchiano pasado por el filtro de Nicolas Windig Refn (el de Only God Forgives más que el de Drive). A la fantástica fotografía de Tom Townend le acompaña una inquietante música electrónica a cargo de Jonny Greenwood y sobre ellas se mueve un poderoso Joaquin Phoenix en una interpretación a la altura de lo que se espera de él. Apoyándose en estos elementos Ramsay adapta la novela de Jonathan Ames a un lenguaje puramente cinematográfico. Apenas se verbaliza nada, todo se sugiere, se apunta, se subraya, a partir de imágenes, sonidos, montaje, luces y sombras.
En ese juego Ramsay consigue algunos momentos realmente poderosos y otros cargados simbolismo y sensibilidad (esa muerte musical en la cocina será una de las escenas del año). También, por desgracia, se pierde en exhibiciones manieristas que terminan por ser reiterativas y hacen perder cohesión a la película en su último tercio. Ramsay renuncia tanto al desarrollo de la trama que la película se convierte en una sucesión de escenas algo deslabazadas y con cierta tendencia hacia lo truculento.
Quizá esa decisión formal del final tenga sentido en una película que trata sobre la asfixiada mente de unos seres con la mente aniquilada por los hechos (estrés post-traumático es un diagnóstico que aquí se queda corto). Quizá fuera la mente de este cronista la que estaba aniquilada por los excesos fílmicos de tantos días de Festival. Quizá el entusiasmo de otros con la película sea más producido por lo refrescante de una propuesta nueva e interesante en una sección a concurso que ha sido bastante previsible. Quizá sea un poco de todo y simplemente sea cuestión de gustos y momentos. El caso es que la de Lynne Ramsay es una película que merece la pena ver. Por sus aciertos, por su valentía, por su personalidad y porque así podremos hablar después sobre ella, porque You Were Never Really Here va a dar mucho que hablar. De momento ya ha ganado el Flipesci Cannoise.