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El héroe atormentado es un recurso goloso para dotar al personaje de una dimensión más humana y conseguir más fácilmente la identificación. Véanse los superhéroes post-Nolan. A veces, esto se lleva más allá y entonces pasamos a hablar de “antihéroe”. En el caso que nos ocupa, Lynne Ramsay ha ido aún más lejos y convertido el dolor de su protagonista no ya en un recurso para la construcción del personaje, sino en un elemento central de su película en sí mismo. El personaje tiene un trauma bastante potente relacionado con su padre. Lo vamos adivinando a través de los furtivos flashbacks, similares a los que la directora ya había incluido en Tenemos que hablar de Kevin (otra historia profundamente doliente). Pero además está tocado por su experiencia como soldado, como también vemos fugazmente. Es una bomba de relojería que carga con el peso de dos de los principales males del mundo: la guerra y la violencia doméstica. Lo grande y lo cotidiano. Un dolor que se transmite y se perpetúa. En el caso de la guerra por el enfrentamiento y contraataque continuo; en el caso de la violencia en casa porque pasa de generación en generación como un mal congénito.

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Cuando el protagonista encuentra a esa niña, aquejada de males similares al niño que él fue, que necesita, como él, una cuenta atrás para evadirse del horror, su vida da un vuelco. La oportunidad de atajar los males en las siguientes generaciones y al mismo tiempo, el miedo a que sea demasiado tarde. En este sentido entronca bien con la reciente adaptación de It -en realidad, con cualquiera de las dos adaptaciones- con ese horror que se transmite de generación en generación sin que ninguna sea capaz de pararlo porque miran para otro lado. Nuestro antihéroe, psicológicamente destrozado por sus traumas y por la crueldad cotidiana de su trabajo, es el único que puede darlo todo por esa niña; como los marginales chavales de It y sus problemas familiares, son los indicados para mirar de frente al horror.

Para construir este personaje herido, temible, implacable, el inmenso Joaquin Phoenix. Su presencia es imponente, demoledora. Físicamente contundente, con peso. Psicológicamente aterrador, visceral. La intensidad con la que transmite su dolor y su crueldad es abrumadora. Ramsay se apoya en contrapicados y en captar su mirada; lo muestra con aspecto de dejadez, lo mancha de sangre. Impacta en él a machete con un montaje lleno de pequeñas y muy cortantes elipsis. Le pone un martillo en la mano. Le muestra dominando y también en el mayor patetismo. Lo cierto es que si Phoenix es clave en el resultado, Ramsay lo es aún más. Estamos ante una película de sensaciones, donde la dirección es más importante que la historia, pues las sensaciones son la historia. Es una obra que te agarra de las tripas y no te suelta. Un golpe emocional apoyado en constantes decisiones atrevidas y muchísima fuerza en la imagen. En mi opinión, un salto de calidad de la directora.

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Psicosis

Ramsay no se olvida de contrastar la violencia y el dolor del protagonista con el cuidado con mimo hacia su madre. No es casual que haya una referencia explícita a Psicosis, la película que está viendo la madre. Es obvio por la relación apegada, de cuidados y cariño al mismo tiempo que resulta ser letal con el resto. Quiero encontrar una referencia espacial en la escalera de la casa de la madre, su configuración que lleva directamente a su cuarto, subiendo a la izquierda, exactamente igual que en la obra maestra de Hitchcock. Y de la misma manera que en aquella, el hijo sale de esa habitación hacia las escaleras, con intención de matar, empuñando esta vez una pistola y no un cuchillo, y sin disfrazar, claro. También podemos encontrar paralelismos en la manera en la que usa la laguna para hundir a los muertos, física y metafóricamente.

Jonny Greenwood

Del tándem Phoenix – Greenwood ya había surgido una de las mejores películas del siglo, The Master. Claro que en aquella, como en esta, había muy buenas ideas en la dirección, pero la banda sonora tiene un protagonismo especial. En la línea de lo que suele hacer, Greenwood consigue una música inquietante, llegando a mezclar sonidos aparentemente diegéticos pero que finalmente resultan estar solo en la composición y no en la acción real. La novedad es que aquí es que, además de estos juegos y de composiciones orquestales más tradicionales, hay un componente con peso de música electrónica -no tanto en cantidad como en impacto. Es inevitable recordar Drive -como ya se encargan de recordarnos los carteles promocionales. Aunque al lado de este personaje, el de Drive era un protagonista Disney.

En realidad, nunca estuviste aquí

Media Flipesci:
8
Título original:
You Were Never Really Here
Director:
Lynne Ramsay
Actores:
Joaquin Phoenix, Alessandro Nivola, John Doman, Judith Roberts, Alex Manette
Fecha de estreno:
24/11/2017