Jacques Audiard presenta su candidatura al León de Oro y a todos los premios de la temporada con su western The Sisters Brothers. El húngaro László Nemes despierta pasiones a favor y en contra con Sunset. Y fuera de concurso S. Craig Zahler en compañía de Mel Gibson y Vince Vaughn arrasa con todo.

The Sisters brothers, de Jacques Audiard

Esta vez el francés Jacques Audiard y compañía le dieron calabazas al todopoderoso Festival de Cannes. Poco importa que el director de Un profeta y De óxido y hueso fuera un habitual del festival de la Costa Azul o que con su anterior película, Dheepan se llevará la Palma de Oro de 2015. Esta vez, con The Sisters Brothers el objetivo son los Oscar y para eso, son mucho mejores las fechas de Venecia. Y no sería de extrañar que los académicos de Hollywood, el primer trimestre de 2019 se acuerden varias veces de este excelente western.

Basada en la novela de Patrick DeWitt, magníficamente adaptada por el propio Audiard y su guionista habitual Thomas Bidegain, cuenta el viaje de Oregon a California en plena fiebre del oro de los hermanos Sisters, unos pistoleros a sueldo sin escrúpulos, en busca de un químico y buscador de oro espabilado con la ayuda de un cazador de recompensas.

Mitad western, mitad película de aventuras, The Sisters Brothers es un sensible e inteligente reflejo de la camaradería y de la hermandad (con o sin lazos de sangre) entre hombres. Una película sobre el compañerismo que se apoya en la oposición de dos elementos contrapuestos. Eli (John C. Reilly), el hermano mayor que se plantea cambiar de vida y sentar la cabeza, frente a Charlie (Joaquin Phoenix) , el hermano menor más impulsivo y ambicioso, el cazador de recompensas (Jake Gyllenhaal) frente al químico (Riz Ahmed), los dos hermanos frente a los dos extraños, la ambición capitalista frente a la utopía socialista.

La sucesión de eventos y peripecias no cesa y el buen pulso narrativo de Audiard hace que la película fluya de forma ágil, pero a medida que avanza va revelando la personalidad de sus personajes protagonistas (los cuatro escritos e interpretados de forma soberbia), su evolución y las relaciones entre ellos de forma sensible y conmovedora. Magníficamente rodada, The Sisters Brothers contiene algunas imágenes inolvidables y tiene formas de cine de 2018, pero también aúna muchos elementos del mejor cine clásico de Hollywood.

Atardecer (Sunset), de László Nemes

Tras sorprender en Cannes de 2015 con su ópera prima, El Hijo de Saúl, Gran Premio del Jurado incluido, y tras una larga carrera de reconocimientos que remató con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, el director húngaro László Nemes debuta en la Mostra de Venecia con Sunset.

En ella nos lleva al Budapest de 1913, convertida en una de las capitales del Imperio Austro-húngaro, en la que se cruzaban ciudadanos de los más variados orígenes e idiomas.

Su protagonista es Irisz Leiter, una joven de buena familia caída en desgracia, recién llegada a la ciudad en busca de un trabajo como sombrerera en la tienda que antiguamente perteneció a sus padres y que aún conserva su nombre. A partir de ahí, la joven que buscaba construirse un futuro, se verá asaltada por una búsqueda de su hermano y de su pasado.

Tal y como hiciera en El hijo de Saul, Nemes logra la inmersión del espectador en la película, mediante la utilización rigurosa del punto de vista de su protagonista, pegando su cámara a su rostro o a su nuca, mostrando lo que ella ve o su entorno más cercano y persiguiéndola en su deambular por la ciudad con una cámara en continuo movimiento mediante un soberbio trabajo de planificación y diseño de sonido.

El efecto conseguido sin embargo, no es el mismo. En El hijo de Saul contaba con la baza del conocimiento previo del espectador del contexto de los campos de concentración nazis lo que permitía la construcción de lo que ocurría fuera de campo mediante el sonido y las referencias previas. En Sunset, a falta de referencias previas y planos de contexto, el sonido y el fuera de campo logran transmitir la desorientación y la determinación de su protagonista quien al fin y al cabo, como el espectador, es una recién llegada al Budapest de 1913. Nemes evita al máximo la contextualización de las secuencias y las explicaciones, buscando que haya momentos en los que el espectador no sea capaz de descifrar todo lo que está ocurriendo, tal y como ocurre a la protagonista, en una absorbente espiral kafkiana voluntariamente repetitiva y alargada en un mundo decadente a punto de desaparecer como consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

What You Gonna Do When The World Is On Fire?, de Roberto Minervini

El documentalista italiano Roberto Minervini (Low Tide, The Other Side, Stop the Pounding Heart), todo un especialista en mostrar las vidas y miserias de los más desfavorecidos en los Estados Unidos, ha presentado What You Gonna Do When The World Is On Fire?, el único documental aspirante al León de Oro de esta Mostra. En él, hace un retrato en blanco y negro de la comunidad afroamericana del sur de Louisiana, unos años después de la tragedia del huracán Katrina, en una especie de secuela en clave documental de la serie de televisión de David Simon, Treme.

Minervini conforma esta crónica de rabia y miedo en 4 líneas. Por un lado, las acciones de protesta del New Black Panther Party for Self Defense (Nuevo partido de los Panteras Negras por la Autodefensa) provocadas por los asesinatos de jóvenes afroamericanos a manos de la policía. Por otro, la lucha de una cantante de 50 años propietaria de un bar por mantenerlo frente a la gentrificación y por evitar que su madre sea desahuciada y la de otra madre por mantener a sus hijos adolescentes alejados de las malas influencias. Y finalmente la de un indian chief del Mardi Gras refugiado en su tradición.

Minervini ofrece un retrato desesperanzado de los más desfavorecidos por la desigualdad social en los USA, víctimas del racismo y del capitalismo, a pesar de que en algunos momentos el relato parezca demasiado construido y los testimonios demasiado actuados.

Dragged Across Concrete, de S. Craig Zahler

Fuera de la competición, se ha presentado Dragged Across Concrete, el nuevo trabajo del estadounidense S. Craig Zahler, que como ya hiciera en Bone Tomahawk y en Brawl in Cell Block 99 sigue aportando aire fresco y su personalidad a cada género cinematográfico que toca.

En ella cuenta la peripecia de dos policías suspendidos de empleo y sueldo cuando un vídeo de una de sus detenciones es filtrado a los medios. En su búsqueda de una fuente alternativa de ingresos acabarán complicados en una oscura trama criminal.
S. Craig Zahler vuelve a contar, como en Brawl in Cell Block 99 con Vince Vaughn para uno de sus protagonistas y con Jennifer Carpenter, Don Johnson y Udo Kier en sendos breves, pero jugosos roles, a los que se une Mel Gibson, en el papel del policía veterano compañero de Vaughn.

Menos violenta que sus películas anteriores, es inevitable que a uno le venga a la memoria el cine de Quentin Tarantino mientras ve Dragged Across Concrete. Tanto por sus brillantes diálogos, como por la forma de utilizar las canciones de la banda sonora o por las situaciones por las que pasan sus personajes. Por momentos parece una versión más pausada y realista del cine del director de Pulp Fiction. Pero el espectador no se debe confiar, la sorpresa y el impacto siempre están al acecho, aunque dados los personajes y las circunstancias, lo que ocurre no deja de tener parte de lógica.

Dragged Across Concrete parece una película sacada de otra época. En tiempos de corrección política como los actuales, S. Craig Zahler se atreve a idear una película protagonizada por dos policías convertidos en víctimas por su propia brutalidad y que hacen y aceptan comentarios racistas y machistas con total naturalidad.

S. Craig Zahler se gusta. Y sabe que lo que les gusta a sus seguidores. Y por ello no duda en recrearse hasta convertir a la autoconsciencia en parte de su estilo.