Hace unos días supimos el primer Premio Donostia de este año, Ricardo Darín. En general, entre quienes lo han comentado en las redes sociales ha habido pocas críticas e incluso algunas alabanzas. Pero lo que más me ha llamado la atención es que se ha repetido varias veces la idea de que es incontestable, exento de crítica.
El Premio Donostia del @sansebastianfes a Ricardo Darín no me parece ni bien, ni mal, sino incontestable.
— Alberto Moyano (@eljukebox) 21 de junio de 2017
#PremioDonostia para Ricardo Darín. Méritos más que suficientes. Tan correcto que me deja bastante frío #65SSIFF
— Carlos Elorza (@Carlos_Elorza) 21 de junio de 2017
¿Es incontestable? ¿Es claramente correcto? Mi conclusión, os lo adelanto, es que ni lo uno ni lo otro, aunque sí es defendible. Es defendible porque supone premiar por primera vez a un actor latinoamericano (no os despistéis, Benicio del Toro es de Puerto Rico). La industria latinoamericana es clave para el Zinemaldi y por tanto, este premio de alguna manera cierra una cuenta pendiente. Darín es, casi sin lugar a dudas, el actor argentino más famoso (de nuevo, no os despistéis, Viggo Mortensen nació en Nueva York) y uno de los más famosos de toda latinoamérica. Además, tiene un público fiel. Hay quién va a ver una peli porque sale él. Por último, parece un buen tipo, se le desea lo mejor.
Muy contestable
Pero es muy contestable. Lo primero que habría que preguntarse es para qué sirve el Premio Donostia. ¿Qué es? ¿Cuál es su objetivo? En definitiva, cuál es el criterio. Y esta parte es la más difícil. Si atendemos a sus orígenes, cito de la Wikipedia algo que seguramente ya sabíais:
“Fue creado en 1986, siendo Diego Galán el director del festival, con un propósito: atraer al certamen a grandes estrellas del cine y ampliar su repercusión en los medios de comunicación y el público”.
Si atendemos a su origen es obvio que Darín no cumple los objetivos. Es una presencia habitual en el Festival y su repercusión es mínima. Decía antes que, entre quienes lo han comentado, la recepción ha sido positiva. El problema es que no son tantos los que lo han comentado. Estos días he escuchado a profesionales contarme que su medio (generalista) no había mostrado interés, una vez conocido el nombre. Si el objetivo es tener repercusión creo que debe llegar a un público no cinéfilo, a gente que no está, como nosotros, comentando cada detalle del festival. Quiero que llegue a cuentas como las Sisters and the City, que hasta el momento en que escribo estas líneas, no han puesto ni un tweet sobre el premio Donostia. Darín es famoso internacionalmente, sí, pero solo dentro de los países de habla hispana.
Pero hay que ser justos, el premio no es necesariamente lo que fue en su origen. Para empezar, ahora se suelen dar dos premios y es cierto que uno suele intentar ser más estrella de relumbrón y con el otro se permite una elección que deje contentos a los cinéfilos. Aunque no siempre es de la misma manera. El problema es que creo que el premio a Darín no cumple a mi entender este baremo tampoco. Si pensamos en sus dotes de actor -y aquí viene la parte más subjetiva de un texto de pura opinión- creo que es algo limitado. Siempre hace el mismo papel que coincide además con la imagen que da en las entrevistas. Que hace de sí mismo, vaya. Su mayor valor es ser natural y transmitir bien las emociones, lo que no es poco y si se le ofrece el papel adecuado es más que suficiente. Pero queda lejos de otros muchos intérpretes premiables que aportan un extra a cada película. No olvidemos que esta es una elección abierta y no ha de centrarse entre un número limitado de opciones. Me pareció correcta la concha de plata a Darín por un trabajo en el que estaba bien, pero otra cosa es elegirlo a nivel internacional y como premio a su carrera.
Sus películas
Pero quizá el mayor contra es su filmografía. Un premio Donostia se da a toda una carrera y es a mi juicio insuficiente que los mayores títulos sean las correctas El secreto de sus ojos y El hijo de la novia, o su pequeña participación en la divertida Relatos salvajes. Ninguna pasará a la historia del cine, y el premio Donostia medio sí que suele tener al menos un par de títulos que sí. El año pasado los Donostia fueron para Sigourney Weaver y Ethan Hawke. No hace falta que ponga ejemplos de títulos, verdad? Han trabajado con directores como David Fincher, Richard Linklater, Polanski, Peter Weir, Ridley Scott, Alfonso Cuarón, entre otros. Además de ser de sobra conocidos y ella todo un icono por ser la teniente Ripley. Darín ha trabajado con algunos directores interesantes de habla hispana como Cesc Gay, Pablo Trapero o Campanella. Sin pretender desmerecerlos, hay una distancia considerable.
No pretendo ahora decir quiénes serían mis Donostia favoritos, pero quiero poner un par de ejemplos por comparar. Sin salirnos de las opcines de habla hispana, pienso en Javier Bardem o Gael García Bernal, que son conocidos a nivel planetario -sobre todo el primero-, suelen aportar mucho con su talento en todo tipo de registros, tienen películas excelentes y han trabajado con directores como Almodóvar (ambos), los Coen, Cuarón, Malick, Jarmusch, Allen, Gondry… Y fuera de los actores hispanoamericanos, muchísimos más.
Para sondear entre mis estimados followers cuál es su concepto del premio Donostia (no tanto los nombres sino lo que representan), lancé esta insidiosa encuesta:
Quiero sondear vuestra percepción del Donostia, respondedme a una cosita, please: a quién de estos dos preferiríais de premio Donostia?
— Iñaki Ortiz (@iortizgascon) 21 de junio de 2017
Elegí a Schwarzenegger por dejar sin lugar a dudas fuera la cuestión interpretativa. Como era de esperar, el vencedor es Darín, de quien, repito, no se puede decir que sea un mal actor. Pero Arnold que no es el nuevo Marlon Brando precisamente, y que por su condición de action hero puede causar rechazo entre cierta cinefilia, consiguió nada menos que un 37%. ¿Qué habría pasado si hubiera elegido a alguien como Bruce Willis? Pues bien, aún con la incapacidad interpretativa de Chuache, yo le elegiría a él. Porque ha hecho películas que forman parte de la historia del cine -y a mi juicio notablemente superiores. Ha trabajado con cineastas de la talla de Verhoeven, James Cameron o Robert Altman. Es un icono. Es aplastantemente conocido en el planeta entero. Y estoy seguro, y esto es lo más importante, que mis conocidos no cinéfilos me habrían comentado ya: oye, viene Schwarzenegger al festival, no?
Ricardo Darín es defendible, y cumple la mayoría de los criterios, por la mínima, pero ninguno con contundencia. Volviendo a los dos tweets que he incluido al principio, lo que reflejan es indiferencia y si algo no debe causar el premio Donostia, es indiferencia. Debe dar que hablar, debe conseguir que la gente pregunte: ¿qué día llega Ewan McGregor? Debe inundar la alfombra roja y la puerta del Maria Cristina, y deben entrarnos ganas de poner en las redes fotogramas de nuestras cuatro películas favoritas. Algo más que simpatía y aceptar que es un buen intérprete. Tiene que ser una estrella que -y lo que voy a decir, si lo pensáis bien, resumen prácticamente todo- apetezca poner un gif animado en Twitter.
Por supuesto, no entro en las posibilidades que haya podido tener la organización y sin duda prefiero que el dinero se gaste en traer buenas películas. Y oye, se le aplaudirá a Darín, que es un buen profesional y parece un tío cojonudo.
Por cierto, para el segundo premio esperamos una excelente actriz americana que, esa sí, va a ser incontestable. Una cuenta pendiente del festival. Queda dicho.