Es la expectación del festival. Tres filas reservadas en la rueda de prensa y los periodistas guardando sitio desde una hora antes. Es el último gran héroe. El protagonista de acción más importante de todos los tiempos. La gente en la calle pidiendo autógrafos y, en la rueda de prensa, también los pedirán lo acreditados, al acabar, a pesar de la barreras humanas, Arnold los firmará porque es un profesional. Todo el mundo de pie buscando la foto cuando entra. Va acompañado de un montón de gente del equipo de la película que viene a presentar: Wonders of the Sea, una película que pretende hacernos amar el océano, demostrar “cómo de hermoso es”, que te “enamores de lo que ves en la pantalla” porque así será más fácil que lo cuidemos.
Arnold, como Umbral, viene a hablar de su película. Quiere que hable todo el mundo, quiere darle más protagonismo al hijo de Cousteau, uno de los directores, que habla un buen rato. Pero no nos engañemos, no es el director el que ocupa el centro de la mesa, como suele ser costumbre. Es él. Hemos venido por él. Y lo sabe, pero no le importa. Incluso llega a hacer él algunas preguntas para que respondan otros miembros del equipo. Es pura promoción.
A la prensa no parece importarle. Se le aplaude y se le ríe. Schwarzenegger es un buen político y pelotea adecuadamente a la la prensa. No dice una palabra en contra de Trump, cuyo nombre sobrevuela varias veces el lugar, pero su apoyo a la prensa es como un ataque indirecto al rey de la fake news. Dice que a veces se le acusa a la prensa de no transmitir bien la realidad, pero que a él le han ayudado mucho. Cuando era culturista y hablaba de salud. “Siempre han hablado de mis películas, aunque a veces hayan sido malas críticas. Está bien, no todas mis películas eran buenas. Algunas habría sido mejor tirarlas por el váter”. Después del discurso peloteando a la prensa, recibe un sonoro aplauso. No es el primero.
Alguien le pregunta por su opinión sobre los resultados de los nazis en Alemania. No es una pregunta muy fuera de lugar en un tipo que ha conseguido hacer viral un vídeo suyo soltando un discurso contra los nazis de su país, hace nada. Pero Arnold no quiere responder. Dice que no quiere meterse en asuntos de política internacional. “Cualquier cosa que diga yo se convierte en titular”. El público… perdón, la prensa, vuelve a aplaudir. Al parecer, están muy a favor de que nuestro héroe dirija la rueda de prensa.
No ha tenido tantos reparos en hablar de política para defender su gestión en California de las energías limpias. “Hemos demostrado que se puede cuidar el medio ambiente. Todos nos decían que iba a ser un suicidio pero nuestro PIB está creciendo más que el resto de los estados. Si los republicanos, los demócratas, todo el gobierno de Trump, fueran inteligentes, copiarían lo que está haciendo California”. Quién se iba a imaginar hace años a Arnold dando datos concretos del aumento del PIB.
Habla de política y cuando más política hace es cuando afirma que esto no es una cuestión política. “Eso te lo hacen creer los partidos políticos porque es su negocio. Los demócratas y los republicanos respiramos el mismo aire”. Quiere ser muy práctico y huir de la polémica de si el calentamiento global es culpa del ser humano. El problema es mucho más directo, dice, y asegura que 7 millones de personas mueren al año por la contaminación. “Hay que acabar con el uso de combustibles fósiles”.
Le preguntan si siempre ha sido ecologista o es desde hace poco y él lo achaca a que en Austria, su país natal, se cuidan mucho los bosques y el medio ambiente y que él ha crecido con eso. Nos anima a preguntarnos qué hacemos cada uno de nosotros. “No te quedes en quejarte de la ONU, de Trump…”. A la lucha por el medio ambiente lo llama “una cruzada”. Quiere centrar la rueda de prensa y nos convence de que debemos a hablar de lo que debemos hablar, pero se habla más de ecologismo que de cine. No hay ni una sola pregunta sobre su figura en Hollywood. Schwarzenegger, el político, maneja bien los contenidos y lo que quiere transmitir. Al menos, es por una buena causa, salvar los océanos, es decir, el planeta. No ha hecho ninguna concesión, solo es promo, pura y dura. En cualquier caso, es un honor tener aquí a una leyenda viva. Pero nos deja con las ganas de hablar de cine.
Habrá que darle el Donostia para eso.