Hereditary no deja de ser un drama familiar. Vale, quizá no el tipo de drama familiar que rodaría Koreeda. Es una película de terror, sí, pero es un terror que se apoya mucho en el drama. Algo que, por otra parte, es relativamente habitual en el cine de espíritus: el fantasma está dentro de ti, en el dolor, en el recuerdo, en el vacío. Hereditary no es un cine de terror divertido. Para situar al espectador en un estado de inquietud con poso profundo, nos muestra la desesperación, los nudos interiores, la desgracia. Lo veíamos hace poco en Verónica, una chica superada por sus circunstancias personales. Estos protagonistas lo están pasando aún peor. Hay un giro a media película en el que el drama es casi intolerable, desarma al espectador y lo deja exhausto para no poder enfrentarse al miedo. Ataca con toda su artillería contra el listillo que pretende ver la película desde la cómoda distancia de su cinismo.
Hay dos tipos de personas tóxicas muy reconocibles en la película. La primera y más evidente es la abuela, manipuladora como un demonio. Vemos una imagen absolutamente gráfica en la miniatura que le dedica la protagonista: la abuela ofreciendo su teta para el bebé de su hija. Una controladora que pretende usurpar los espacios de su hija, obligándole a tomar decisiones en contra de su voluntad en cuanto a planificación familiar; queriendo puentearla en la educación de sus nietos. Maneja a todo el mundo sin escrúpulos. Por otro lado, esa desconocida que ofrece ayuda emocional cuando es su propio interés el que persigue satisfacer. Después, hay personajes que actúan de forma dañina no por su interés egoísta y manipulador sino distorsionados por su dolor y culpa. Han recibido una carga que se transmite entre generaciones y que causa un trastorno en su vida que les lleva a ser negativos para otros. Es en este sentido en el que la película es más negativamente hereditaria.
Hay varias ideas visuales potentes. El rojo que marca la casita de madera, provocado por las calefacciones a través de la ventana pero que convierten una casa inocente en terror expresionista. Un vórtice del mal, un altar satánico. No es mala representación visual para un lugar que supone una huida del dolor a través del aislamiento. Por supuesto, todo lo referente a las maquetas da mucho juego. Ya desde ese plano juguetón de introducción en el que se confunde maqueta y realidad. Como los buenos planos de apertura, define el tono de la película: por un lado en la confusión de lo real y por otro en la tela de araña de manipulación, las marionetas dentro de la maqueta. La imagen de la niña, en general, está muy conseguida. No sé si es un acierto de casting o de maquillaje. O ambas.
El director, primerizo y prometedor, Ari Aster, no recurre apenas al susto inesperado. Al contrario, sitúa sutilmente los elementos del mal, de tal forma que los tienes delante. Lo hace en varias ocasiones: no aparecen de golpe, simplemente te das cuenta de repente que lo estabas viendo, lo cual es mucho más inquietante y complejo. Curiosamente, lo que sí es brusco es el montaje, que muchas veces corta a cuchillo, como los golpes secos de transición entre el día y la noche con planos generales de la casa. También hay cierto montaje abrupto a la hora de mostrar las caras desencajadas de los personajes que han entrado en trance. Recuerda en ese sentido a los rostros desquiciados que tanto gustaban a Kubrick y, en concreto, recuerda a El resplandor. Tanto en los rostros desesperados como en los que han perdido el norte y encierran crueldad. Hay otros elementos que acercan estas dos películas, por ejemplo, las visiones espectrales y la utilización de la infancia. Pero sobre todo, la idea de terror dentro de la familia. La otra gran influencia es El exorcista, de la que comparte algo de posesiones, algún paseo por el techo y sobre todo, el drama descarnado de una madre. La manipulación y el satanismo también pueden recordar a La semilla del diablo.
Hereditary se permite surfear sobre muchos clichés del cine de fantasmas, aplicando además un montón de ingredientes a la receta. El plato resultante es contundente, que no pesado. Otro éxito de la productora A24, que en los últimos años nos está dejando cine de género tan ambicioso como Under the Skin, Ex Machina, Tusk, The Witch, Green Room, A Ghost Story, It Comes at Night… y un largo y satisfactorio etcétera.
10 películas de terror para 2018
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