Reseña de la película Viudas
Cinco años han pasado desde el estreno de 12 años de esclavitud, la tercera película de Steve McQueen y con la que lograría el difícil camino de pasar del videoarte y las instalaciones museísticas a ganar un Premio Oscar a mejor película (antes había ganado el primer Gran Flipesci Anual por Shame). Ya entonces, 12 años de esclavitud le situó en un punto complicado para los estándares cinéfilos del momento. Era una película más convencional que sus dos anteriores trabajos y sin embargo el sello autoral seguía tan presente como su poca condescendencia con los deseos del gran público. Era una película dura, directa, sin subrayados ni concesiones. Hace unas décadas esa combinación de cine autoral con vocación de taquilla y premios era habitual; pero hoy en día la brecha se ha separado y parece que los públicos y las películas destinadas a ellos están cada vez más separados. Para muchos Steve McQueen se había vendido, para otros y a pesar del Oscar (cada año más irrelevante en su influencia en taquilla) seguía estando demasiado alejado del cine palomitero lleno de lágrima fácil y/o espectaculares efectos CGI del momento. Ahora, con Viudas, McQueen se atreve con una película policíaca, un thriller de robos con aires de cine negro. Con todos sus ingredientes: plan maestro, preparación del robo, persecuciones, tiroteos y giros de guión. Eso si, McQueen utiliza el género como un recipiente en el que introducir ideas que ya hemos podido ver en sus anteriores películas -el dolor, el racismo, la soledad, la cosificación de las personas- que se pueden resumir en una sola: la lucha contra la falta de libertad.
Marca América
Basada en una novela de Lynda La Plante que fue llevaba a la pequeña pantalla a principios de los años 80, McQueen reescribe el guión junto a Gillian Flynn (Perdida, Heridas abiertas) y cuenta la historia de un grupo de mujeres (Viola Davis, Michelle Rodriguez y Elizabeth Debicki) cuyos maridos murieron cometiendo un robo juntos y perdiendo el botín al hacerlo. Cuando les reclaman la cantidad desaparecida la mujeres se ven obligadas a continuar la actividad criminal de sus maridos para saldar la deuda. Mientras tanto, la trama delictiva salpica a la campaña política de dos aspirantes a concejal de un humilde barrio de Chicago: Jack Mulligan (Colin Farrell) es un rico hombre blanco que aspira a ser la tercera generación de su familia en entrar en el ayuntamiento y Jamal Manning (Brian Tyree Henry) que aspira ser el primer hombre negro de la historia que represente al distrito. La corrupción, desde lo personal a lo municipal empapa cada plano de la película. No se trata sólo del dinero, se trata del poder, del estatus, del control. La violencia no está sólo en las persecuciones o tiroteos, también en el sistema Como dice el personaje de Viola Davis a una de sus socias que pregunta dónde comprar armas: “Esto es América”. Pues Viudas es América, del mismo modo que escribí que El Reino es Marca España.
El Reino, marca España
22/09/2018 - Ricardo Fernández'El Reino', la tercer película de Rodrigo Sorogoyen es un retrato de corrupción Marca España. Con un sobresaliente Antonio de la Torre. Leer más
Lo más interesante de Viudas transcurre alrededor del robo, en el contexto en el que este se produce. Esto lo representa perfectamente McQueen en una escena de esas que se quedan en la retina (y que el director británico acostumbra a incluir en su películas). En ella asistimos al viaje de Mulligan en coche, pero la cámara se sitúa en el exterior del vehículo así que, mientras escuchamos al político quejarse de su acomodada y privilegiada vida, lo que vemos en una magnífica secuencia sin cortes es la evolución del distrito que él espera representar. Desde las casas humildes y feas del interior del barrio a las lujosas casas de la calle en la que vive la élite a la que pertenece.
Este contexto en el que transcurre Viudas es totalmente actual. No sólo por la corrupción, que no es algo nuevo pero si es algo sensible estos días. En la película se muestra el gerrymandering (de mucha actualidad hoy en día en EEUU), el patriarcado, el racismo en las clases políticas, la financiación interesada de los partidos, el Black Lives Matter, la sororidad o la facilidad para comprar armas. Incluso la ambientación de la película en Chicago, ciudad que vio surgir a Obama y sede de la famosa Escuela de economía, no parece casual. Además, es una ciudad perfecta para una película como esta: corrupta y violenta como el guión, pero a la vez tan elegante, bella y sofisticada como las imágenes que ruedan McQueen y su director de fotografía habitual Sean Bobbitt.
Una lección de dirección y grandes interpretaciones
El talento del director se muestra desde la secuencia de apertura en la que a través de un eléctrico montaje se intercalan imágenes domésticas de las protagonistas con fragmentos del robo fallido. También en la manera que muestra la el vacío de la ausencia, en cómo hace interactuar los espacios con los estados de ánimo, en el uso de la música o en la gestión de los flashbacks. Esta maestría en la dirección eleva la actuación de un magnífico reparto. Pongamos por ejemplo a una Viola Davis algo más contenida de lo habitual (aunque por supuesto llora y moquea) y que realiza una gran interpretación que oscila entre la fragilidad y el poder, entre la determinación y el miedo, pero gran parte del mérito es la manera en que McQueen la filma. Dejando unos espacios vacíos a su alrededor que resaltan la ausencia de su marido (Liam Neeson), rodeada de lujo y cristal, frío frágil e impersonal, que refleja su situación personal y que contrasta con la casa/castillo de Mulligan, mucho más cálida y fortificada, que representa un poder histórico protegido por el abrigo de una familia y de un apellido. Así, la película está llena de buenas soluciones que resuelven situaciones más o menos típicas de un thriller potenciando las características de cada personaje y de su situación jerárquica o social.
Es una película coral, en la que cada personaje y cada actor tiene su oportunidad para lucirse. Robert Duvall tiene un par de escenas memorables, Cynthia Erivo demuestra (como en Malos tiempos en el Royale) que está dispuesta a aprovechar cualquier situación para desplegar su magnetismo, Colin Farrell cumple con solvencia su papel y de Viola Davis ya hemos comentado que realiza un gran trabajo. Sin embargo hay dos interpretaciones que resultan especialmente magnéticas: las de Elizabeth Debicki y Daniel Kaluuya. La primera aportando un poco de humor y de ternura en la miseria que refleja la película, el segundo construyendo a un matón sanguinario y cruel realmente escalofriante.
Giros atropellados
El mayor problema de esta estructura coral, de esta especie de mosaico social que parece un The Wire sofisticado y elegante, es que necesita tiempo para todas las ideas y personajes que contiene la película y, por momentos, sus 129 minutos parecen escasos. A pesar de la buena gestión de las elipsis y de que, acertadamente, no se extiende mostrando los preparativos y la representación del golpe, hay un par de giros de guión que merecían un poco más de preparación, un poco más de desarrollo para que no resultasen demasiado atropellados.
Viudas es una película de robos sin ladrones glamourosos que disfrutan de su talento, sin magos del disfraz, sin trucos tecnológicos y sin elaborados planes llenos de sorpresas ingeniosas. Es un golpe chapucero, torpe y violento, muy distinto a lo habitual en el género. Lo que hay es un grupo de mujeres luchando por retomar el control de sus vidas, un control que les fue robado hace mucho tiempo.