Las adaptaciones cinematográficas de novelas son complicadas, y más cuando tienes un autor como Lovecraft que se basa mucho en el estilo y en las sensaciones. Color Out of Space está contada más bien en pasado, como las leyendas horribles que se cuentan junto a la chimenea, de sucesos ya olvidados aunque no tan lejanos. El lenguaje del cine se conjuga más bien en presente. Había dos líneas posibles de adaptación para esta película: una era trasladar la narrativa de Lovecraft a la pantalla mediante un buen juego de estructura de guión y conseguir que el peso estuviera en el contexto y no en los personajes; la otra opción era normalizar y simplificar la historia a esquemas convencionales del cine de terror. Richard Stanley ha optado claramente la segunda.
El esquema centra la narración en un familia y, al contrario que en el texto de Lovecraft, hay un objetivo claro que empuja a la historia: sobrevivir y escapar. Es mucho más asequible para una película de terror. Para compensar, tenemos rituales esotéricos o referencias al Necronomicón, metidas un poco con calzador. Y un monólogo final que se ajusta más al tipo de cuento terrorífico que es el original. Pero aunque la adaptación no sea ambiciosa y se haya perdido esa sensación de terror de relato del pasado, sí creo que podemos encontrar la esencia de Lovecraft, más allá de las referencias postizas que he comentado. Especialmente según va avanzando la película y la locura va haciendo efecto. Aquí, por supuesto, es esencial ese Nicolas Cage haciendo lo que mejor sabe hacer, estallar de forma histérica. Ayuda también una crecientemente ruidosa banda sonora de Colin Stetson que, sin ser tan talentosa, nos puede recordar a la intensidad de Mandy.
La fotografía y el color, obviamente, son muy importantes en esta película. Es otro de los retos pues sobre el papel puedes escribir acerca de un color extraño, pero sobre la imagen, los colores son los que son, no hay colores extraños. Aquí se ha optado por aquello que de alguna manera desentona en la naturaleza: el carmesí, con luminescencia como de neón. Por cierto, volvemos a Mandy con este color. Stanley no tiene reparos en desbordar la fotografía con un color, no hay más que ver sus primeras películas, Hardware (rojo) o Dust Devil (ocre) aunque creo que ahora lo hace de un modo más equilibrado. Si bien echo en falta algo de atmósfera tensa al principio, esta invasión del color extraterrestre que se va dando en la segunda parte, crea un ambiente demencial que representa muy bien el espíritu de Lovecraft. También con las deformaciones y especialmente con las imágenes de otro mundo.
En definitiva, una película que podría haber arriesgado más, pero que, dentro de su esquema más convencional, cumple con lo que se espera de ella. Quizá Aniquilación, adaptando la novela de otro autor, con su ambición, riesgo y también algunos problemas, en cierta manera es más Color Out of Space que esta.